Día 29 de la guerra de Ucrania
Los riesgos de las sanciones para Rusia y el resto del mundo
El uso de sanciones contra economías grandes no es posible sin políticas compensatorias que apoyen las economías sancionadoras y del resto del mundo
En la reunión de la Unión Europea está previsto que participe Joe Biden y que se traten tres asuntos fundamentales: la autosuficiencia armamentística, el abastecimiento energético y las sanciones económicas a Rusia que ya afectan gravemente en los países de la Unión.
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Respecto, al segundo asunto, en Alemania cunde ahora el lamento de haber optado por una política energética que ha ayudado a la Rusia de Putin a aumentar su hegemonía económica y militar. Por otro lado, en este punto, Alemania se niega a asumir parte de los costos de esta decisión equivocada al rechazar el embargo conjunto sobre los suministros de gas y petróleo de Rusia.
La actual negativa a implementar un embargo a la importación de gas y petróleo, aunque se prolongue la masacre en Ucrania, se debe a razones puramente materiales, principalmente, a asegurar la prosperidad en Alemania, ya que, de lo contrario, según el ministro de Economía, existiría el riesgo de llegar a un malestar social y desventajas competitivas.
Pero no solo Alemania, el conjunto de la Unión Europea tiene vínculos comerciales y energéticos fuertes con Rusia, resultado de una economía política de la eurozona tal y como se ha configurado en las dos últimas décadas: con la excepción de Francia.
En el resto, las economías siguen una estrategia de crecimiento muy dependiente del comercio y centrada en la exportación. Este modelo económico requiere una demanda exterior para las exportaciones, al tiempo que reprime los salarios y la demanda interna. Por eso nos encontramos ante una estructura muy mal adapta a una prolongada imposición de sanciones que reducen el comercio.
Deben decidir si mantienen las sanciones contra Rusia con su fuerza actual o, incluso, si imponen un mayor castigo económico. Si el objetivo de las sanciones es ejercer la máxima presión sobre Rusia con un trastorno mínimo para sus propias economías, asumiendo el riesgo de una reacción política interna, en España ya se están dando los primeros síntomas.
Los análisis internacionales apuntan a que los niveles actuales de presión alcanzan el máximo políticamente factible que se puede asumir en Occidente. Unas sanciones más intensas causarán más daños, principalmente a Europa, pero a la economía mundial en general. Por muy firme y justificada que sea la determinación de Occidente para detener la agresión de Putin, los responsables políticos deben aceptar la realidad material de que una «tensión económica total introducirá una cadena de tensiones considerables en la economía mundial».
Aumentar la inversión en energías renovables en toda la UE y ampliar el control público en el sector energético, como ha anunciado el presidente francés Emmanuel Macron, es una forma de absorber este choque. De hecho, si en esta situación Alemania pierde, en términos relativos podemos decir que Francia gana: su dependencia comercial de China y de Rusia es sustancialmente menor (aunque mantiene relación de su petrolera francesa Total con Rusia, quien aporta un cuarto de sus reservas y un 30 % de su producción de gas con un 20 % de la gasística Novatek).
La fortaleza de Francia hoy reside en que un 75% de su electricidad es producida por sus 56 reactores nucleares, a los que piensa añadir algunos más. En España solo contamos con 7. Francia cuenta, asimismo, con una importante autosuficiencia agrícola y alimentaria. España podría y debería, dada su tradición y amplitud agrícola, recuperar el sector primario, el agropecuario, que justamente es el que está peor tratado hoy día y más afectado con las subidas energéticas.
Pero también es necesario adoptar medidas de fomento de los ingresos para los bienes de consumo e intervenciones para amortiguar los precios en los mercados de bienes de producción, desde la gestión de las reservas estratégicas hasta los impuestos, un exceso que se están aplicando en España e Italia.
Por ello, es un imperativo para Unión Europea y los socios asiáticos de Estados Unidos pongan en marcha una acción audaz y coordinada para estabilizar los mercados mundiales. Esto puede hacerse mediante inversiones específicas para despejar la oferta. La concesión de generosas subvenciones y préstamos internacionales a los países en desarrollo que luchan por garantizar un suministro adecuado de alimentos y energía, y la financiación gubernamental a gran escala de la capacidad de energía renovable.
También tendrá que incluir ayudas y tal vez incluso racionamiento y control de precios, para proteger a los más pobres de los efectos destructivos del aumento de los precios de los alimentos, la energía y los productos básicos. Esta intervención estatal es el precio que hay que pagar por participar en una guerra económica. No es posible causar daños materiales de la magnitud de los causados a Rusia sin un cambio en la política internacional que extienda el apoyo económico a los afectados por las sanciones. A menos que se proteja el bienestar material de los hogares, el apoyo político a las sanciones se desmoronará con el tiempo.
La Gran Depresión de 1929, debilitó las economías europeas
En la década de 1930 las democracias intentaron sanciones para detener la agresión de las naciones autocráticas, principalmente cuando Benito Mussolini invadió Etiopía en octubre de 1935 y la Sociedad de Naciones le impuso sanciones internacionales aplicadas por 52 países, pero tales acciones estaban condicionadas por la Gran Depresión de 1929, que había debilitado las economías europeas.
Estas sanciones costaron verdaderas contrapartidas y la contención económica de la Italia fascista limitó la capacidad de las democracias para aplicar sanciones contra el más peligroso agresor: Adolf Hitler. Alemania era una economía demasiado grande como para ser aislada sin graves pérdidas comerciales para toda Europa y Hitler aprovecho este miedo y la atención internacional a Etiopía para volver a militarizar Renania en marzo de 1936.
El gobierno nazi, consciente de su poder comercial, fue maniobrando para crear un bloque continental con economías vasallas cuyo comercio con Alemania era difícil de bloquear por los estados occidentales. La historia de la década de 1930 demostró que la viabilidad de aplicar sanciones con posibilidades de éxito, dependen siempre de la situación económica mundial. En condiciones comerciales y financieras inestables, será necesario establecer prioridades entre los objetivos que compiten entre sí y prepararse a fondo para los efectos no deseados de todo tipo.
Europa estaba desprevenida
A Europa le ha cogido todo esto completamente desprevenida. El uso de sanciones contra economías grandes no es posible sin políticas compensatorias que apoyen las economías sancionadoras y del resto del mundo.
Sean cuales sean los resultados de la invasión rusa a Ucrania, la ofensiva económica contra Rusia ha puesto ya de manifiesto una nueva realidad: La globalización está en su momento final y la era de las sanciones sin costes y sin riesgos se ha acabado por el momento.