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La escritora y ensayista Elvira Roca Barea participa en una mesa redonda en 2017Casa de América

Leyenda negra

Elvira Roca Barea: «Es increíble que todavía haya quien hable sobre descolonizar América»

La autora del aclamado libro Imperiofobia y leyenda negra repasa en una conferencia organizada por la Universidad Finis Terrae los mitos que han desprestigiado los logros del Imperio español a lo largo de los siglos

«Cuando no conoces el pasado, no sabes que el presente es como es y no puedes, por tanto, construir el futuro», afirma la ensayista y escritora Elvira Roca (El Borge, Málaga, 1966).

Aunque la frase puede sonar a aforismo, lo cierto es que sabe bien de lo que habla: durante varios meses, la autora se dedicó a investigar los mitos que a lo largo de los siglos agitaron los rivales del Imperio español para minimizar, desvirtuar y desacreditar sus logros. El resultado fue Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español (Ediciones Siruela, 2016), un libro que la ha consagrado como una de las voces de mayor prestigio en lo que a propaganda antiespañola se refiere, y de cuyo contenido habló este lunes en una videoconferencia en formato de entrevista organizada por la Universidad Finis Terrae, moderada por Eduardo Sepúlveda, director del digital chileno El Libero, y con las preguntas del escritor Roberto Ampuero.

Según Roca, los factores que contribuyeron a la creación de la leyenda negra se pueden dividir en dos: externos e internos. En el primer bloque se enmarcarían los reinos que mantuvieron un conflicto de intereses con la hegemonía española en el comienzo de la Edad Moderna, algo que se alargó durante siglos y que se vino a complicar, posteriormente, con las guerras de religión. En los internos, por su parte, tomaron gran protagonismo los seguidores de Fray Bartolomé de las Casas, quien se transformó, según la escritora, en una celebrity del mundo católico y protestante; y el cambio de dinastía. «Con la llegada de los Borbones, se construyó un argumentario en el que todo lo que había ocurrido durante la anterior dinastía de los Habsburgo había sido un espanto, en parte porque tenían que justificar su presencia en España y afianzarse», explica.

Esa deformación de la Historia, de acuerdo a las investigaciones de Roca, se sustenta fundamentalmente en dos pilares argumentativos: la correlación entre conquista e Inquisición y la irrupción del «afrancesamiento» en el siglo XVIII, que sitúa a España como «reino de la ignorancia y del atraso donde no hay cultura de nada» y que conectará, un siglo más tarde, con la idea de una supuesta «impureza racial» de los españoles.

Uso ideológico

«Repite una mentira mil veces y terminará convirtiéndose en verdad», decía Joseph Göebbels. Y a la luz de los hechos, parece que al ministro nazi de Propaganda no le faltaba razón. La reproducción continuada de los mitos y bulos sobre el Imperio durante siglos, unido a la falta de contundencia y determinación españolas para combatirlos, fueron calando en gran parte del imaginario popular hasta llegar a una actualidad en la que grupos de izquierda e indigenistas echan mano de esa leyenda negra para sustentar su armazón ideológico.

«Es increíble que dos siglos después de desmontar el imperio todavía haya quien tenga el valor de hablar de descolonización», dice Roca, que afea la «demagogia colosal que supone poner estos planteamientos al servicio de la política». Una manipulación llevada al extremo por formaciones que a día de hoy sostienen que dentro de la misma España existen «territorios ocupados».

«Quienes hacen el enésimo juicio moral a la conquista no se plantean de donde nace ese juicio», comenta. «Uno de ellos –prosigue– es pensar que los españoles fuimos a América como si fuéramos ángeles. No hay que negar que una conquista es una conquista y estas no se hacen repartiendo caramelos». «Sea donde sea, el mundo y la Historia están llenas de conquistas que se han sucedido unas tras otras. Y si uno tiene espíritu científico, tiene que intentar comprender estas cosas, no porque ideológicamente convenga o no», subraya.

La escritora apunta, en este sentido, que gran parte de esta confusión viene dada por el hecho de que nunca se ha hecho el esfuerzo de explicar la diferencia entre imperio e imperialismo. «Utilizamos el término de una manera tan imprecisa y caótica que acaba por perder su verdadero significado, así que parte del trabajo lo dediqué a explicar que no toda expansión es un imperio», recalca, animando a la comunidad hispanohablante, formada por 500 millones de personas, a «reflexionar» para superar la fragmentación actual en torno a esta cuestión.