Desmontando mentiras sobre la Inquisición y la caza de brujas en España
La autora del libro Brujas. La locura de Europa en la Edad Moderna desmonta el mito de la persecución por parte del Santo Oficio español, y declara que, todavía hoy, se sigue persiguiendo a estas mujeres en África, Hispanoamérica y Oceanía
La persecución y quema de brujas no tuvo lugar en la Edad Media ni se cobró cientos de miles de vidas de inocentes mujeres empoderadas por toda España. Tampoco nos dedicamos a quemarlas en las plazas en multitudinarios aquelarres de sangre y fuego.
Eso se lo dejamos a los suizos, que quemaron 4.000, o a los polacos, que quemaron más o menos las mismas; o los alemanes, que sacrificaron a 25.000. Porque la Inquisición española, precisamente, fue un dique contra la caza de brujas y contra los tópicos, intentando poner freno al frenesí de violencia contra estas mujeres, que sin duda sufrieron una sociedad injusta.
El Santo Oficio no creía en brujas
Esta es la tesis que sostiene Adela Muñoz Páez en su libro publicado por la editorial Debate, Brujas. La locura de Europa en la Edad Moderna, en el que a lo largo de cuatrocientas páginas desgrana un sorprendente relato sobre la realidad de estas mujeres y su persecución en España, comparada con el resto del continente.
La ensayista, catedrática de Química en la Universidad de Sevilla y ganadora en 2015 del Premio Meridiana del Instituto Andaluz de la Mujer, derriba los numerosos tópicos en torno a este fenómeno durante la Edad Moderna.
Con multitud de datos bibliográficos Muñoz Páez consigue transmitir su misma sorpresa cuando se enfrenta al pensamiento dominante sobre la cruel carnicería que habría perpetrado el Santo oficio en nuestro país.
«La Inquisición apenas persiguió a las brujas. En el Santo Oficio no se creía en ellas; se centraron más en perseguir a judíos y moriscos», ha detallado la escritora. «En España no hubo prácticamente caza de brujas y ello se debió, sobre todo, a la Inquisición; aunque es ignorado por la mayoría de la gente, que sigue pensando que España se convirtió en una gran hoguera de brujas y autos de fe».
La investigación de Alonso Salazar que la Inquisición dio por buena
Precisamente, después del auto de fe por brujería perpetrado en Logroño contra las brujas de Zugarramurdi(1610), y en el que se ejecutó a seis personas, el inquisidor Alonso de Salazar y Frías decidió comenzar una investigación en la que llegó a entrevistar a casi cuatro mil personas en la zona del Pirineo vasco-navarro.
Salazar ni vio ni brujas ni aquelarres, sino personas que reconocieron por presión lo que los magistrados querían oír. De hecho, la Inquisición en un gesto de razonabilidad, terminó haciendo suyas las investigaciones de Alonso de Salazar y España fue una isla de cordura dentro de una Europa desatada contra estas mujeres. Exceptuando a Cataluña, que según las investigaciones de Pau Castell, puede tener más de cuatrocientas ejecutadas, ya que allí no se reconocía la autoridad del Santo Oficio.
Otro mito que derrumba la autora es el de las brujas como «protofeministas» en un mundo gobernado por hombres: «Las brujas no eran esas mujeres rebeldes y libres, y si fueron perseguidas fue por cruzarse en el camino de un perseguidor de brujas, como en Salem o en Zagarramurdi, cuyas denuncias de brujería nacen de vecinos convencidos de la existencia y la maldad de estas mujeres a las que se podía señalar como responsables de todas las desgracias».
Desgraciadamente, dice Adela Muñoz Páez, «las brujas siguen siendo perseguidas en países de Hispanoamérica, en la India, en Indonesia, o en el África subsahariana. En estos lugares, donde aún pervive el pensamiento mágico, han sido asesinadas más personas en el siglo pasado que en la Europa de la Edad Moderna».