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Cubierta de Tinta invisible

Cubierta de Tinta invisibleBackie Books

‘Tinta invisible’: cuando la vida de los escritores nos dice casi tanto como lo que escribieron

Colección de anécdotas enjundiosas sobre el oficio de escribir y sobre la pérdida de un ser querido

Este libro parte de una interesante premisa: el ser humano, además de otras definiciones, puede denominarse Homo narrans, un ser que cuenta historias. El apropiado narrador de este ensayo es el mismo Javier Peña y el hilo argumental sencillo: una enfermedad pulmonar está terminando con la vida de su padre, del que se había alejado en los últimos años. La enfermedad sirve de excusa para dejar de lado las rencillas y reconciliarse con él. En sus visitas al hospital descubre que los dos, grandes lectores, solo saben comunicarse a través de las historias que han leído. Dos hombres narrantes que se comunican de la mejor forma que saben.

Cubierta de Tinta invisible

Blackie books (2024). 320 páginas

Tinta invisible

Javier Peña

En esa reconstrucción de los hechos que a su vez es duelo prematuro, Javier Peña cuenta las historias de las que hablaba con su padre: breves, casi anecdóticas pero con denso sentido. Una característica común estriba en que no son piezas creadas, ficcionales, sino aspectos biográficos de escritores. No se centra en la obra sino el autor, en un anecdotario que es pura literatura. Peña conoce cientos de historias muy poco conocidas. Por sus páginas pasan un número extraordinario de escritores, tanto anglófonos (Amis, Barnes, Hemingway, Le Guin, Asimov, Auster, McCarthy, Morrison, King…), franceses (Flaubert, Balzac, Houllebecq…), rusos (Chejov, Tolstoi, Dostoienski…) y por supuesto hispanohablantes (Unamuno, Onetti, Bolaño, Aira…). Aunque parezca una larga nómina, ni se aproxima a la lista completa y solo apunto los que recuerdo tras su lectura. Si tengo una crítica a este libro va por ese camino, pues las historias son tantas y tan sugerentes que salvo que se disponga de una extraordinaria memoria se pierden los detalles. Pienso que un índice onomástico al final del libro sería una extraordinaria ayuda para volver sobre ellas.

Las historias no están amontonadas en paletadas eruditas, sino que mantienen un orden tanto narrativo como temático. Digo narrativo porque el hilo que conduce todo, humaniza y aporta sentido, es la relación del autor con su padre enfermo. Ahí nos encontramos con un narrador sentido y sobrio, que trata la pérdida y la memoria (engarzados en un hilo infinito) con tanta elegancia, tan poco exhibicionista, que llega a lo más profundo.

También tienen un orden temático muy sugerido: las anécdotas se engarzan entre sí casi como una conversación en la que se nos descubre todo el proceso de escritura, desde las motivaciones más profundas (gloria, envidia, supervivencia), pasando por el origen de la inspiración, los métodos de trabajo y el éxito de un libro (o su fracaso).

No pienso que la vida de los escritores sea espacialmente apasionante, y sin embargo tiene algo que provoca el interés de cualquier lector, y no solo a los llamados «agentes del libro». Un anecdotario de empresarios, abogados o militares, por decir algo, puede interesar a los miembros del gremio, pero raramente salir de ese ámbito laboral. Los escritores tienen algo de sacro por su obra leída y disfrutada, y eso hace que su impacto lector sea mayor.

Peña tiene un estilo correcto y claro, ajustado al mensaje y al receptor, lo que provoca un libro de lectura intensa, fácil y enriquecedora. Algo nada fácil que merece nuestra enhorabuena. Tinta invisible es un libro muy recomendable para quienes tengan afición a la lectura y quieran descubrir que no están solos en esa constelación literaria que aparenta ser tan distante y fría. Por supuesto que también es un libro para escritores, o aspirantes a serlo, pero sobre todo es un libro para quien le guste disfrutar de buenas historias que, según opina el autor y quien esto escribe, se refieren a todos nosotros.

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