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Tuberías del gaseoducto Nord Stream 2

Alemania y Rusia: cronología de una dependencia energética

La pregunta del momento en Alemania es: ¿Cómo ha sido posible llegar a este punto y hacernos tan dependientes energéticamente de Rusia?

Desde que el pasado 27 de febrero que el canciller Olaf Scholz, en un discurso sin precedentes, anunció un giró drástico en la política energética de la República Federal, se ha ido detallando el proceso por el que se había creado una dependencia tan enorme con Rusia. Este sigue siendo el gran tema de debate político y económico conforme avanza esta guerra incierta.

Ahora estamos en condiciones de presentar una esclarecedora cronología: que nos traslada hasta la historia alemana de posguerra. El proceso es una sucesión de diplomacia secreta, acuerdos multimillonarios de grupos industriales y bancos alemanes, e intereses políticos que incluye a varias generaciones de cancilleres alemanes.

Su inicio data de 1959 cuando la ciudad de Oldemburgo, en la baja Sajonia, y que tras la guerra quedó bajo ocupación británica, cambió su suministro de gas pasando del que se fabricaba a partir del carbón al gas natural. Desde Oldemburgo se contemplaron las ventajas del gas natural y conquistó los hogares de la Alemania Federal.

A pesar de la Guerra Fría, estos barones industriales comenzaron a entregar los tubos de acero necesarios a gran escala, produciendo 600.000 toneladas para los rusos en los siguientes tres años. De esta forma las empresas alemanas occidentales ayudaron a convertir a la Unión Soviética en una superpotencia energética.

En 1962 el canciller Federal, Konrad Adenauer, tuvo problemas con Washington. Se había producido la «crisis de los misiles en Cuba», lo que casi inició una guerra nuclear entre las dos superpotencias. John F. Kennedy, presionó entonces para que se detuvieran las entregas de tubos alemanes a la Unión Soviética; incluso Norteamérica presionó a la OTAN para que Adenauer cediese a un embargo de estas tuberías. Esto paralizó el negocio, por el momento.

Pero pronto los industriales alemanes hicieron campaña para reanudar el comercio, así Otto Wolff von Amerongen, presidente del Comité de Relaciones Económicas con Europa del Este, e industriales como Berthold Beitz, de la Krupp, tuvieron audiencias privadas con Nikita Khrushchev. En 1966 alcanzaron su objetivo y el nuevo canciller Ludwig Erhard, sucesor de Adenauer, levantó el embargo.

En enero de 1969 el ministro de Economía, Karl Schiller, envió al secretario de Estado, Klaus von Dohnanyi, a Moscú para preparar un acuerdo. Bonn esperaba suministros de energía baratos a través de los nuevos oleoductos y Moscú, a su vez, pingües ingresos en divisas. Ni siquiera la Primavera de Praga, en 1968, cuando los rusos aplastaron el levantamiento checo, supuso un obstáculo.

Los acuerdos con el gas natural acompañaron la nueva política con Rusia («Ostpolitik») y el socialista Willy Brandt apostó por el «cambio a través del acercamiento», lo que estrechó la relación comercial. Las transacciones germano-rusas se intensificaron con grandes empresas vinculadas a la «Deutschland AG».

El 1 de febrero de 1970 se concluyó, en la historia económica alemana, el primer «gran contrato de tuberías de gas natural», por este acuerdo los rusos entregarían gas natural por un valor de 2.500 millones de marcos a la empresa Ruhrgas 20 años y el gasoducto soviético Transgas tomaría la ruta alemana.

Empresarios como Mannesmann y Thyssen suministraron los tubos grandes necesarios y Wilhelm Christians, miembro de la junta de Deutsche Bank, organizó el préstamo para ejecutarlo. Los rusos deberían pagar el préstamo con los ingresos de las exportaciones de gas. Hablaban de una «nueva fase en la economía mundial».

Las cantidades de entonces eran modestas, en comparación con las presentes, pero determinó la dependencia alemana del gas natural ruso. Cuando el nuevo gasoducto entró en funcionamiento en 1973, Rusia contribuyó con sólo el 5 por ciento de las importaciones de gas de Alemania.

En 1973 se concluyó otro acuerdo basado en parámetros similares con la empresa Mannesmann. Siguieron décadas de suministro de gas ruso y cuando Helmut Schmidt gobernaba contempló las entregas de gas ruso como «la oportunidad para diversificar el suministro de energía de Alemania».

A mediados de la década de 1970 se suponía que la Unión Soviética ayudaría a Alemania a liberarse de su dependencia de los petroleros árabes de la OPEP. Schmidt consideraba el trueque de gas natural por tuberías como la base de una política de paz: «Los que comercian no se tiran a tiros» era su lema. Paz y buenos negocios, al mismo tiempo.

Para ello, se iba a construir un oleoducto de más de 4.000 kilómetros de longitud desde la península de Yamal en Siberia hasta Europa. Pero hubo un oponente acérrimo que fue Ronald Reagan, quien adoptó una línea dura con Moscú, y estaba decidido a evitar la entrega de sistemas de compresores europeos para el súper oleoducto. Al igual que Reagan, Donald Trump, varias décadas, advirtió que el gas ruso podría chantajear a Europa.

En ese momento el gobernante del Kremlin era Leonid Brezhnev y por el conflicto de Afganistán, Estados Unidos impuso sanciones a empresas británicas, francesas y alemanas (el fabricante alemán AEG-Kanis) lo que ocasionó una crisis en las relaciones transatlánticas.

Con el final de la Guerra Fría, a partir de 1990 la influencia rusa en el mercado del gas alemán aumentó hasta el punto que la mitad de las importaciones alemanas procedían de Rusia. El grupo Gazprom, recién formado, no quería ser solo proveedor y también comenzó a vender en Alemania. Por eso Gazprom fundó una empresa conjunta con la BASF Wintershall.

A partir de 2005 los principales gerentes alemanes como Klaus Mangold, jefe del Comité del Este, el jefe de E. ON Ruhrgas, Burckhard Bergmann, y el miembro de la junta del Deutsche Bank, Tessen von Heydebreck, abogaron por la construcción de un nuevo gasoducto a través del mar Báltico hacia Alemania. En septiembre de 2005, el canciller Gerhard Schröder aprobó el proyecto Nord Stream 1, en contra tenía la oposición de Polonia y Lituania. La construcción del oleoducto de 5.700 millones de euros correrá a cargo de BASF, E.ON y Gazprom.

Llegamos por fin a la construcción del Nord Stream 2 que se llevó a cabo entre 2018 y 2021. La primera línea de Nord Stream 2 se completó en junio de 2021 y la segunda línea en septiembre de 2021, con una capacidad anual total de 55 mil millones de m³ de gas.

La crisis de Ucrania ha detonado un profundo pesar en Alemania: «de aquellos polvos estos lodos».