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Las primeras ministras de Suecia y FinlandiaAFP

El posible ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN noquea a Rusia

Los estrategas del Kremlin han sido incapaces de evitar la ampliación de la OTAN, su principal objetivo en Ucrania, que actúa como una apisonadora al margen de Rusia

La invasión rusa a Ucrania ha tenido como reacción el despertar de una aletargada OTAN que podría encontrarse en los prolegómenos de una nueva ampliación.

Si Rusia pretendía con su agresión a su vecino ucraniano asestar un golpe mortal a la Alianza Atlántica, ha logrado el efecto contrario.

Suecia y Finlandia, hasta ahora ajenas a la OTAN, presentarán en las próximas semanas su candidatura y podrían ingresar en los próximos meses.

La incorporación de ambos países escandinavos permitiría a la OTAN extenderse un poco más a lo largo de las fronteras rusas.

Hasta ahora, el único contacto físico de la OTAN con las fronteras rusas se producía a través de Noruega, Polonia y de las repúblicas bálticas.

El Kremlin no sólo no ha logrado imponerse sobre una OTAN que creía decadente, sino que la unido más, la ha fortalecido y ha contribuido a su expansión.

Moscú no sabe qué decir. Está noqueado. No entiende nada. No entiende los problemas de su Ejército en Ucrania. No entiende que el mundo no se haya rendido ante el empuje ruso. Todo lo contrario.

En cuestión de meses, la arrogancia rusa se ha derrumbado y se ha quedado a los pies de los caballos en forma de sanciones internacionales.

Aunque logre consumar su conquista del Donbás y afianzar su expansión territorial en Ucrania, Rusia ha descendido a la 3ª división de las naciones.

Tras Ucrania, la hegemonía mundial se dirimirá entre Estados Unidos y China, con una Rusia marginada dependiente de lo que le dicte Pekín.

A pesar de las advertencias tanto del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, como del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y de otros líderes de Estados miembros de la Alianza, Rusia no se creía la amenaza de una nueva ampliación en caso de invasión.

Los estrategas del Kremlin, de hecho, creían que la gran dependencia energética de Europa con Rusia, o los intereses económicos de muchos líderes políticos y empresariales en Moscú impedirían una respuesta unitaria del bloque occidental, lo que causaría su parálisis.

No fue así. El bloque de la OTAN ha actuado como un todo en lo esencial y ha sido capaz de imponer sanciones nunca vistas a Rusia y dejarla aislada.

Al mismo tiempo, la OTAN ha aumentado su presencia militar en el flanco oriental de la OTAN y ha sido capaz de suministrar armamento a la resistencia ucraniana.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, mostró en su comparecencia diaria ante los medios de comunicación su decepción con el anuncio de una posible incorporación de Finlandia y Suecia a la OTAN.

«La alianza sigue siendo una herramienta de confrontación», avisó. «No es el tipo de alianza que garantiza la paz y la estabilidad. Una nueva expansión no traerá seguridad adicional al continente europeo», advirtió.

En una declaración que transmite la rabia del Kremlin por la forma en que la OTAN la ningunea y actúa sin que sus amenazas y agresiones de abusón de patio de colegio la frenen, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, amenazó con desplegar armas nucleares en el báltico.

Si Finlandia y Suecia se incorporan a la OTAN «habrá que reforzar la agrupación de fuerzas de tierra, la defensa antiaérea, desplegar importantes fuerzas navales en las aguas del golfo de Finlandia».

Ese despliegue ruso, advirtió Medvédev, implicaría que «ya no se podrá hablar de un Báltico sin armas nucleares».

Ante los acontecimientos de las últimas semanas en Ucrania, Suecia y Finlandia han decidido cambiar su tradicional neutralidad y buscar en la Alianza un paraguas que les defienda frente a un Estado depredador como es Rusia.

En cualquier caso, ni a Suecia ni a Finlandia parecen asustarles las amenazas de Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Exteriores, que en febrero anunció «consecuencias políticas y militares» si finalmente ambos países se incorporaban a la alianza defensiva.

Aunque desde el momento en que se admite la solicitud de ingreso hasta que todos los aliados ratifiquen el ingreso del Estado aspirante, en este caso Finlandia y Suecia, habrá un período en que no se aplicará la política de defensa colectiva, la OTAN prometió garantías de seguridad a ambos países.