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Soldados rusos, en las ruinas de MariúpolEfe

54 días de guerra

¿Por qué es tan importante para Putin Mariúpol?

Lo es en diferentes terrenos: militar, económico, propagandístico y territorial

A Vladimir Putin la conquista de Mariúpol le está saliendo cara. Mucho tiempo, demasiadas bajas y pérdidas más que significativas para un ejército en crisis, con material obsoleto y escaso mantenimiento.

El ultimátum de rendición ofrecido a Ucrania venció aunque el Kremlin asegure, y presuma, de que 1.026 militares ucranianos se habrían entregado.

Las tropas de Putin continúan con los combates por tierra, mar y aire en este sector estratégico. Hacerse con la ciudad portuaria es clave para dar un paso de gigante en las ambiciones expansionistas del exagente del KGB y de paso, subir la moral de sus soldados.

Hay razones concretas que explican por qué para Rusia hacerse con Mariúpol es tan importante. Lo es en diferentes terrenos: militar, económico, propagandístico y territorial.

Con una población de 430.000 habitantes, este territorio pertenece al óblast, área de la separatista Donetsk donde opera el segundo gran puerto de Ucrania, después de Odesa.

Los bombardeos han destruido más del 70 por ciento de una ciudad, prácticamente, reducida a escombros. Tener el control definitivo para Putin significa, en primer lugar, hacerse con un corredor o pasillo ruso de media luna desde Crimea y quedarse con esa salida del Mar de Azov.

Mariúpol es la salida al Mar de AzovKindelán

Conquistado el objetivo, Rusia tendría a su disposición una poderosa industria de hierro y acero. Mariúpol es el corazón industrial de Ucrania y convertirse en su dueño equivaldría a ahogar lo que queda de la economía de Ucrania.

Puerto de exportaciones

El puerto de Mariúpol es la salida por la puerta grande las exportaciones. Entre otras de maíz y carbón. Ucrania antes de la invasión rusa era a Europa lo que Argentina en el siglo XIX y parte del XX: el granero del mundo.

Brigada Azov

En el ámbito militar Mariúpol representa el cuartel general de la Brigada Azov, milicia ucraniana formada por fanáticos y extremistas identificados con movimientos de corte nazi. A ellos se dirige en buena medida Putin cuando habla de «desnazificar» Ucrania aunque también apunta al Gobierno que preside Volodimir Zelenski, judío de cuna por parte de madre y padre.

Ígor Konashénkov portavoz del ministerio de Defensa ruso ayer mismo atribuía la negativa a rendirse a que «Kiev, según comunicaciones interceptadas, ha prohibido negociaciones de rendición y ordenado a los nazis de (el regimiento)'Azov' fusilar a los militares y mercenarios extranjeros que quieran rendirse» y que ahora luchan en su bando.

Trofeo de enorme simbolismo

Desarticular esta unidad supondría un trofeo de un simbolismo formidable para un hombre que no está acostumbrado a encajar derrotas. En el ultimátum que venció a las 06.00 hora de Moscú (03.00 GMT de ayer) el Kremlin dijo que se comprometía a respetar la vida de los soldados que depusieran las armas.

«Gracias a Mariúpol, se está salvando a Kiev, Dnipró y Odesa. Todo el mundo debe entenderlo». La frase del ministro de Defensa ucraniano, Oleksiy Réznikov, se ajusta a la realidad de una invasión que, al menos de momento, se ha quedado a medio camino del territorio a conquistar.

Réznikov fue más claro y agradecido a las fuerzas de Mariúpol: «Están desempeñado un enorme papel en el desmantelamiento de los planes del enemigo y en la mejora de nuestra defensa».

El ministro hacía estas declaraciones cuando se cumplían 27 días de guerra. Hoy, llevamos 54.