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Daniel Ortega

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, en ManaguaGTRES

Asalto a la sede de la OEA en Nicaragua

La OEA denuncia la «ocupación ilegal» de su sede en Managua

El gobierno de Daniel Ortega arremete contra el organismo internacional que califica de «diabólico» y despliega un cordón policial en sus oficinas

Las relaciones entre el régimen de Daniel Ortega y la Organización de Estados Americanos (OEA), definitivamente, se han roto.

La dictadura del ex guerrillero sandinista desplegó un dispositivo policial en la sede del organismo en Managua, lanzó una batería de insultos contra la OEA y retiró las credenciales de su embajador y resto de sus representantes.

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, denunció en un comunicado: «Las autoridades nicaragüenses han ocupado ilegalmente las oficinas de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Managua». Esto, añade, supone, «una violación de las más elementales normas internacionales».

Tras recordar que «Nicaragua es miembro fundador de la OEA», Almagro exigió al gobierno de Daniel Ortega, «el respeto a las obligaciones que hoy rigen su relación con la OEA y con toda organización internacional de la cual Nicaragua es parte».

Nicaragua considera que no tiene ninguna al considerarse ya fuera del organismo. Pero, según el artículo 143 de la Carta de la OEA, esta obligada a esperar que transcurran dos años desde que formalizó su deseo de retirarse. Esta decisión se produjo en noviembre del 2021, antes de que fuera la propia OEA la que ordenara su expulsión.

El comunicado de la OEA se produce después de que Denis Moncada, ministro de Asuntos Exteriores, leyera un comunicado incendiario donde anunciaba: «Retiramos las credenciales de nuestros representantes, los compañeros Orlando Tardencilla, Iván Lara y Michael Campbell. No tendremos presencia en ninguna de las instancias de ese diábolico instrumento del mal llamado OEA».

Moncada ratificó su «invariable decisión de abandonar la OEA» tal y como anunció el 19 de noviembre del pasado año. En armonía con la retórica habitual del régimen calificó de «calamitosa, truculenta y mentirosa dependencia del Departamento de Estado del imperialismo yanqui».

En la misma línea y pese a estar condicionado por los estatutos de la OEA y obligado a cumplir el lapso de dos años, añadió: «dejamos de formar parte de todos los engañosos mecanismos de este engendro, llámense Consejo Permanente, comisiones, reuniones o Cumbres de las Américas».

En su diatriba el ministro anunció el cierre de las oficinas de la sede de la OEA en Managua que fue de inmediato acordonada por un dispositivo policial. «Tampoco tendrá este infame organismo oficinas en nuestro país. Su sede local ha sido cerrada» añadió para asombro de la comunidad internacional y del propio organismo, como denunció su secretario general.

El mensaje, una declaración de guerra a la OEA incluyó una frase que debió salir directamente de la pluma de Daniel Ortega: «Nicaragua no es colonia de nadie, por lo tanto no es parte de un ministerio de colonias. Al denunciar y renunciar a ese mecanismo infernal del cual nos retiramos inmediatamente en absoluta dignidad ratificamos, eso sí, nuestro respeto, cariño y reconocimiento, a Cuba y Venezuela, heroicos y a los pueblos que valientemente libran sus luchas y que nos han acompañado y acompañan en las batallas».

El retiro de Nicaragua no será efectivo hasta el noviembre de 2023. Durante ese tiempo el régimen de Ortega, le guste o no, está obligado, como le recordó Almagro, a cumplir con sus obligaciones financieras y políticas.

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