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Osman Kavala hablando durante un evento en Estambul

Osman Kavala hablando durante un evento en EstambulAFP

Perfil

Osman Kavala, el «millonario rojo» que ha vuelto a encender las calles de Turquía

El empresario ha sido condenado a cadena perpetua acusado de «conspiración para derrocar el Gobierno» durante el intento de golpe de Estado de 2016

Miles de personas se manifestaron el martes por las calles de Estambul y otras ciudades turcas en protesta por la condena a cadena perpetua del activista Osman Kavala. Pero, ¿quién es Kavala y por qué ha enfurecido al régimen de Erdogan?

Kavala ha sido uno de los nombres que más ha obsesionado al régimen de Recep Tayyip Erdogan estos últimos años. El empresario y filántropo ha estado en el punto de mira del presidente turco desde las protestas del Parque Gezi en junio de 2013, a pesar de que en ese momento aún no era dirigente del país. Unas protestas que tuvieron lugar de manera paralela a las de Egipto que terminaron con el golpe de Estado contra Mohamed Morsi por el general Abdul Fatah al-Sisi, actual presidente del país.

Erdogan, familiarizado con la situación de los países vecinos, envueltos en las llamadas Primaveras Árabes, que acabaron en muchas ocasiones con la caída del mandatario de turno – véanse los casos de Túnez, Libia o Egipto–, decidió cortar la insurrección de raíz. Kavala fue víctima de esta cacería a los opositores y en 2017 fue detenido acusado de financiar las concentraciones contra el régimen durante junio de 2013.

Kavala, apodado por sus detractores como el «millonario rojo», es un empresario y filántropo turco proveniente de una familia adinerada. Estudió Economía en la Universidad de Mánchester. En 1982, tras la muerte de su padre, asumió la dirección de las empresas del Grupo Kavala y se convirtió en un vigoroso defensor de los derechos civiles en Turquía. En 1980, y como consecuencia de un nivel de represión cada vez mayor por el golpe militar, Kavala contribuyó a la fundación de la Editorial Iletisim Yayinlari, que tenía como objetivo «una transformación social radical», divulgando un ideario democrático.

A pesar de que Kavala sentía especial interés por los derechos civiles, no fue hasta 1999, cuando un terrible terremoto mató a 17.000 personas en Turquía, que el empresario tomó la decisión de abandonar su lado más empresarial y volcarse por completo en su perfil más humanitario. Kavala destaca por haber apoyado en todo momento el entendimiento y la convivencia con otras minorías, como los kurdos, armenios o yazidíes. En 2002, fundó Anadolu Kültür, una institución cultural que busca «la producción y visualización de la cultura y el arte en ciudades fuera de Estambul», así como superar a través del arte «los prejuicios» y erigirse como un punto de partida para la «reconciliación social».

Pero ha sido su relación con George Soros, el multimillonario estadounidense de origen húngaro, la que le ha llevado a estar en la diana de Erdogan. Kavala se convirtió en el representante de la fundación del magnate húngaro Open Society en Turquía. Esta fundación, denunciada por sus detractores por ser una de las mayores impulsoras de la «agenda globalista», se define como el «financiador privado más grande del mundo», que apoya a grupos independientes de la sociedad civil «que trabajan por la justicia, la gobernabilidad democrática y los derechos humanos». Erdogan ha acusado varias veces a Kavala de estar al servicio de los intereses del magnate en Turquía, y las manifestaciones de 2013 fueron la excusa perfecta para encarcelar al activista en 2017 y acabar con su actividad.

Después de estar cuatro años y medio en prisión sin pruebas, fue liberado en 2020, pero en cuestión de horas fue nuevamente esposado y acusado de un delito aún más grave, el de intentar «derrocar al Gobierno» durante el golpe de Estado de 2016. Los medios gubernamentales acusan al activista de financiar organizaciones terroristas y dirigir una organización criminal. Finalmente, Kavala ha sido condenado este lunes por «conspiración para derrocar el Gobierno», mientras que se ha desestimado la acusación de espionaje por falta de pruebas.

Kavala ha negado todos los cargos y ha renunciado a participar en las vistas del juicio para defenderse porque lo considera un «asesinato judicial», mientras que ha descrito las acusaciones como «teorías de conspiración redactadas sobre bases políticas e ideológicas». La sentencia contra el empresario ha revuelto la memoria de la población turca, que ha salido a las calles a protestar contra la cadena perpetua impuesta al activista. Además, en la esfera internacional Estados Unidos y la Unión Europea ya han mostrado su profunda decepción con esta sentencia. Una actuación que aleja cada vez más la posibilidad de Turquía de convertirse en miembro de la Unión Europea, si no estaba ya completamente descartada.

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