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Saludo entre el Papa Francisco y el primer ministro de la India

Saludo entre el Papa Francisco y Narendra Modi, primer ministro de la IndiaEFE

El lejano Oriente: India, Pakistán, Bangladesh y la decadencia del orden democrático

Menos globalización, más polarización e incertidumbre, principalmente en el lejano oriente

Los análisis más optimistas vieron en la guerra de Ucrania una oportunidad para «consolidar una alianza global de las democracias contra Rusia y China». Pensaban, hace poco, que reforzaría las alianzas mundiales en un establecimiento de una «Pax americana» que sostendrá la globalización (como esbozaban Michael Beckley y Hal Brands para Foreign Affairs).

El caso es que no está siendo así. Menos globalización, más polarización e incertidumbre, principalmente en el lejano Oriente.

India había entrado en la escena internacional del siglo XXI como uno de los más importantes actores: Fue miembro fundador del G-20 cuando se creó en 1999. Concluyó un acuerdo nuclear con Estados Unidos, en 2005. Se hizo con el Foro Económico Mundial de Davos, en 2006 y pasó a ser «la democracia de libre mercado de más rápido crecimiento en el mundo».

El entonces presidente Barack Obama apoyó las pretensiones de India para obtener un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, en 2010. Incluso, entrando en lo anecdótico, logró que la ONU dedicase un Día Internacional del Yoga, en 2015.

Tras décadas de marginación, la India se convirtió en una potencia para tener en cuenta, un actor de importancia en los consejos mundiales y un creciente contrapeso regional en Asia a una China cada vez más altiva.

En este punto, es cierto que India depende militarmente de Rusia, ya que el Kremlin le ha suministrado alrededor del 45 % de su armamento y equipos de defensa; aun cuando recientemente haya diversificado sus proveedores para incluir armamento estadounidense, francés e israelí.

El gobierno indio tiene un largo historial de confianza en el apoyo ruso, principalmente por el conflicto por Cachemira, con Pakistán y China. Un conflicto latente cuyo último choque se produjo en 2019, cuando un convoy de seguridad indio fue atacado por el grupo islamista Jaish-e-Mohammed, con base en Pakistán. La respuesta india fue el bombardeo de Balakot.

India ha pasado de ser una «democracia liberal» a una «autocracia elegida» lo que ha suscitado nuevos interrogantes sobre si este gobierno indio comparte realmente los supuestos democráticos que merecieron el apoyo de Occidente. Desde luego, es poco creíble que India defienda una visión demoliberal del orden mundial.

Por eso es explicable que India, que está cumpliendo un mandato de dos años como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, desde esta posición se abstuviese en la resolución de condenar de la invasión de Ucrania.

Al fondo, Occidente sostiene su pretensión colonialista a través de sus valores demoliberales sin darse cuenta de que no todo el mundo cree en ellos, ni tiene por qué.

Frente a India, Pakistán reducido hoy a una subsidiaria de la iniciativa china, presenta la posibilidad de un eje hostil en las fronteras indias y señala la necesidad imperiosa de que Nueva Delhi encuentre sus propias asociaciones. Pero India no se ha unido a desafiar la emergente convergencia geopolítica entre China y Rusia.

Pakistán, por su parte, cuestionó a Occidente por la presión que le hizo para condenar las acciones de Rusia en Ucrania, en un conflicto sobre el que Islamabad mantiene una posición neutral. Concretamente, los embajadores de la Unión Europea escribieron una carta a Pakistán pidiendo «declarar y votar en contra de Rusia». La respuesta paquistaní fue: «¿Acaso escribieron una carta a la India también?».

Las mencionadas acciones de la India, en 2019, provocaron la movilización del gobierno de Pakistán, que acudió a varios organismos internacionales, para denunciar lo que consideró una violación del derecho internacional.

Cuando la India «derogó el estatus especial de Cachemira» no se rompieron lazos con la India, ni se cerró el comercio. Poco más o menos fue esta la respuesta de Imran Ahmed Khan Niazi, primer ministro pakistaní, afirmando que su país «no se inclinará ante nadie».

En el vecino Bangladesh, que había atraído la atención mundial por su ostensible crecimiento económico, sus esfuerzos humanitarios para acoger a más de un millón de refugiados de la vecina Myanmar y su lucha contra los grupos militantes islamistas relacionados con organizaciones terroristas transnacionales. Encontramos también semejante distancia.

Bangladesh es el octavo país más poblado del mundo. Tras liberarse de Pakistán en 1971, un golpe de estado en 1975 llevó al poder a los militares hasta que se sacudió el régimen militar en la década de 1990 para convertirse en una democracia electoral.

Entre 2006 y 2021 ha conseguido sacar de la pobreza a 15 millones de personas y ha reducido la tasa de pobreza general a la mitad desde el año 2000.

Comenzó así una era de democracia electoral relativamente saludable, caracterizada por la celebración regular de elecciones libres, pocas restricciones a la libertad de expresión y de reunión, una sociedad civil vibrante y un poder judicial independiente. Sin embargo, algunas instituciones democráticas importantes seguían siendo débiles.

Bangladesh es cada vez más importante para China, cuyos agresivos esfuerzos por ampliar su esfera de influencia en el sur de Asia incluyen la financiación de varios grandes proyectos de infraestructuras en el país. El partido gobernante, la Liga Awami, ha aprovechado muy astutamente estas realidades geopolíticas para consolidar su posición interna.

Las próximas elecciones de Bangladesh están previstas para finales de 2023. Parece poco probable que la oposición pueda forzar un cambio real y la decadencia democrática del país no se ralentizará, a menos que la comunidad internacional desempeñe un papel proactivo y reabrir el espacio democrático en el país, sin estos cambios el país seguirá deslizándose hacia la autocracia.

Cada vez nos alejamos más de «un fin de la historia» en sentido liberal, ¿acaso tendemos a un cambio de Era?

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