Fundado en 1910

75 días de guerra en Ucrania

El desfile de la victoria de Putin se queda en eso: ni declaración de guerra ni triunfos que mostrar

El presidente de la Federación rusa vuelve a justificar la guerra porque la OTAN era una «amenaza» por aproximarse a los países de su entorno

Ni declaración oficial de guerra a Ucrania, ni alarde de conquista o exhibición de triunfos militares definitivos. Vladimir Putin inauguró el desfile del Día la Victoria con palabras de justificación por la «operación especial» y hasta con un cierto tono conciliador.

En la plaza Roja de Moscú, el día que los rusos conmemoran el fin de la Gran Guerra Patria para ellos y el fin de la II Guerra Mundial para el resto de la humanidad, el presidente de la Federación calificó la invasión a Ucrania de ataque «preventivo» que se vio obligado a ejecutar.

Según Putin la «operación especial» fue una decisión que tuvo que adoptar obligado por un escenario que suponía una «amenaza» para la seguridad del país. De acuerdo a sus explicaciones, fue forzado por las posiciones de aproximación a su entorno de las fuerzas de la OTAN y de Occidente.

Putin, con gesto adusto, destacó que en el desfile por la rendición del III Reich en 1945, participaban soldados que combatieron en Ucrania. Las palabras guerra, invasión, o conquista quedaron fuera de su discurso.

En una intervención breve y exenta de la euforia que pronosticaban sus leales, Putin expuso su personal recapitulación de los hechos sucedidos desde el 24 de febrero, fecha en la que que sus soldados cumplieron la orden de entrar a sangre y fuego en el Donbás.

«Hemos visto cómo se despliegan infraestructuras militares, cómo cientos de expertos extranjeros trabajaban en Ucrania, cómo estaban suministrando armamento de la OTAN», describía antes de asegurar y tratar a la Alianza Atlántica como un enemigo: «El peligro iba creciendo cada día. Rusia realizó un ataque preventivo, fue una medida necesaria y la única posible en esta situación. Una decisión de un país soberano e independiente».

El presidente que, hasta ahora, estaba acostumbrado a llegar, ver y vencer sobre el terreno de combate aseguró que hará «todo lo posible para que el horror de una guerra global no se repita».

Inmune a la críticas de las democracias occidentales y ajeno a cualquier sentimiento de culpa añadió: «Rusia siempre abogó por un sistema de seguridad global e indivisible, uno que es vital para toda la comunidad mundial».

En su intervención, el sucesor y elegido de Boris Yeltsin, justificó de forma insistente la guerra, que ha prohibido a los rusos nombrar por su nombre bajo pena de cárcel en Rusia. «Rusia llamó a Occidente a un diálogo sincero», el pasado mes de diciembre. El objetivo, entonces, era «buscar soluciones y compromisos razonables por el bien común. Todo fue en vano. Los países de la OTAN no quisieron escucharnos, lo que significaba que de hecho tenían planes completamente diferentes y los vimos».

Vladimir Putin en el desfile del Día de la Victoria en la plaza rojaEfe

Trató de justificar la invasión que le ha costado miles y miles de vidas en sus filas y en las ucranianas. «Estaban preparando una operación de castigo en el Donbás, una invasión de nuestros territorios históricos (SIC), incluida Crimea», dijo, como si Ucrania continuará siendo parte de Rusia y la Unión Soviética no hubiera desaparecido.

En esa línea, añadió: «En Kiev anunciaron la posible adquisición de armas nucleares, y el bloque de la OTAN comenzó un desarrollo militar activo de los territorios en nuestra cercanía». La frase impactó en los oídos del país que renunció a todo su arsenal nuclear a cambio de garantías de paz y no invasión de Rusia. El compromiso quedó por escrito en los acuerdos de Budapest.

Tras explicar ese escenario de supuesta amenaza bélica, Putin insistió: «De esta manera, se estaba creando sistemáticamente una amenaza intolerable para nosotros, directamente en nuestras fronteras». Lo que olvidó de decir el hombre al que no le tiembla el pulso para bombardear escuelas, hospitales o geriatricos, es que en una hipotética conquista de Ucrania tendría más cerca que nunca a la OTAN, presente en los países miembros del entorno que, supuestamente, quiere blindar.

De nuevo enarboló Putin la bandera del nazismo que identifica con el Gobierno de Volodimir Zelenksi al asegurar: «Todo apuntaba a que un enfrentamiento con los neonazis» sería inevitable".

Sin éxitos militares absolutos que poder mostrar sobre la mesa, el ex miembro del extinto KGB y poder absoluto en la federación Rusa se dirigió «a nuestras Fuerzas Armadas y a los milicianos del Donbás: lucháis por la patria, por su futuro, para que nadie olvide las lecciones de la Segunda Guerra Mundial, para que en el mundo no haya sitio para verdugos, represores y nazis» (sic).

Decepcionados aquellos que esperaban un discurso triunfalista y anuncios victoriosos, o incluso el fin de la guerra, todos tuvieron que conformarse con más de lo mismo. Dicho de otro modo, con el mismo relato y un gesto de humanidad para su caídos hace 77 años.

Sus palabras apuntaban a esos territorios que, pese a todo, no es capaz de conquistar. «Inclinamos la cabeza ante la memoria de los mártires de Odesa, que fueron quemados vivos en la Casa de los Sindicatos en mayo de 2014. Ante la memoria de los ancianos, las mujeres y los niños del Donbás, los civiles que murieron a causa de los bombardeos despiadados de los bárbaros ataques neonazis"