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Keir Starmer, líder del Partido Laborista británicoAFP

El líder Laborista británico promete dimitir si lo multan por 'Currygate'

Keir Starmer marcó el paralelismo entre su escándalo por tomarse una cerveza y un curry con sus compañeros durante la pandemia, y las fiestas prohibidas de Downing Street

El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, protagonizó un escándalo al estilo Johnson cuando se le acusó de incumplir las restricciones sanitarias en abril de 2021, durante un viaje de campaña.

Los acontecimientos se precipitaron esta última semana: la Policía abrió una investigación oficial, similar a la que buscaba determinar si las fiestas en el Número 10 de Downing Street violaban la normativa por coronavirus, y llovieron sobre Starmer críticas y acusaciones de hipocresía.

Pero el líder Laborista aprovechó la situación para marcar los paralelismos entre su situación y la de Johnson, del que muchos, incluidos sus propios conservadores, pidieron la dimisión tras el drama de 'Partygate'.

Tanto Starmer como su vice, la diputada Angela Rayner, prometieron dimitir si la investigación concluye con que violaron las restricciones sanitarias.

El líder Laborista dice tener la conciencia tranquila: «Tengo absolutamente claro que no se ha infringido ninguna ley», declaró ante periodistas de la BBC británica.

Falta de credibilidad

Sin embargo, aunque es posible que la investigación demuestre su inocencia, su credibilidad pública ha sufrido un duro golpe. Cuando las primeras fotos del acontecimiento emergieron, se acusó al Laborista de «doble rasero» e hipocresía.

Las imágenes mostraban al líder de la opositor bebiendo a morro de un botellín de cerveza, y disfrutando de un curry a domicilio junto a sus colegas, durante una visita a la ciudad de Durham. En aquel momento, estaban prohibidas las reuniones en grupo, salvo por razones de trabajo.

Una excusa que, según revelaciones del tabloide Daily Mail, no es del todo verdad.

El medio se hizo con el programa oficial de Keir Starmer para el fatídico 'día del curry', y descubrió que, más que una cena de trabajo, el momento cerveza estaba planificado y apuntado en la agenda, la cena para 30 personas encargada desde hacía días, y nadie volvió a trabajar tras terminar de comer.

Durante el barullo de la crisis reputacional de Boris Johnson, justo antes del inicio de la guerra en Ucrania, Starmer fue de los más insistentes en que el premier debía dimitir por su participación en las penosas fiestas de Downing Street, y más aún cuando lo multaron.