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Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía

Recep Tayyip Erdogan, presidente de TurquíaAFP

¿Por qué se opone Turquía a la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN?

La cuestión kurda o la incursión turca en Siria en 2019 han tensado las relaciones entre estos países

La ofensiva rusa sobre Ucrania ha provocado un tsunami de reacciones en el ámbito internacional. Una de las más destacables es el giro en la política exterior de los países escandinavos que, ante la beligerancia rusa, han decidido romper con su histórico estatus de neutralidad y han pedido la adhesión a la Alianza Atlántica.

Una decisión aplaudida por la mayoría de los países que conforman la OTAN, a excepción de uno, Turquía. El país euroasiático, presidido por Recep Tayyip Erdogan, ha mostrado sus reticencias e incluso ha llegado a insinuar que podría vetar el ingreso de Suecia y Finlandia a la organización, decisión que se tomará el próximo mes de junio, durante la cumbre de la Alianza en Madrid.

La relación entre Turquía y los países escandinavos es más bien tensa. De hecho, Erdogan ha acusado a estos dos países de «apoyar el terrorismo». «Ninguno de estos países tiene una actitud clara y abierta hacia las organizaciones terroristas», ha declarado el presidente turco, haciendo referencia al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que Ankara ha designado como «organización terrorista», así como Estados Unidos y la Unión Europea.

El tratamiento de la minoría kurda en Turquía siempre ha sido un punto de conflicto entre el país euroasiático y la comunidad internacional. De hecho, Finlandia y Suecia se han negado en varias ocasiones a extraditar a miembros del PKK al país euroasiático alegando incumplimiento de los derechos humanos. Con motivo de la petición de los países escandinavos de unirse a la OTAN, el ministro de Relaciones Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, ha exigido a ambos países que ofrezcan «garantías de seguridad explícitas» a Turquía.

Con el objetivo de suavizar la postura turca ante la candidatura a la OTAN de Finlandia y Suecia, Estocolmo anunció que ambos enviarían funcionarios a Ankara para tratar de acercar posiciones. Erdogan, sin embargo, se mostró poco proclive a este ofrecimiento y respondió que «no deberían molestarse» en viajar hasta la capital turca. La poca sintonía entre estos países no sólo tiene su origen en la cuestión kurda. Turquía también recrimina a los países escandinavos el hecho de dar refugio a los seguidores del movimiento de Gülen, acusados por el régimen de Erdogan de llevar a cabo el fallido golpe de Estado de 2016.

Asimismo, tanto Finlandia como Suecia condenaron la incursión turca en Siria en 2019, rompiendo una vez más su habitual neutralidad. Como consecuencia de la ofensiva turca en el país árabe, Estocolmo congeló la venta de armas a Ankara. El ministro de Exteriores turco se ha referido a este asunto y ha pedido a los países escandinavos que levanten las prohibiciones de exportación a los productos del sector de Defensa a Turquía.

Para Ankara, el PKK es considerado un factor de riesgo para su seguridad nacional, lo que plantea un dilema en el seno de la OTAN en el caso de que Finlandia y Suecia se adhieran a la Alianza, ya que el país euroasiático podría vetar su entrada bajo el pretexto de que acogen a «grupos terroristas» que representan una amenaza para su país.

Estados Unidos, para mediar en esta situación, recibió el martes al ministro de Exteriores. Tras el encuentro entre Antony Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos, y su homólogo turco, Cavusoglu, Washington se ha mostrado confiado sobre el ingreso de los países escandinavos a la organización y ha manifestado que los aliados «podrán hacer frente a las preocupaciones de Turquía».

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