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Un tanque ucraniano avanza en la línea del frente de DonbásAFP

86 días de guerra

Ciudadanos rusos atacan comisarías militares de Moscú para evitar que los envíen a la guerra

Crece en Rusia la negativa a los reclutamientos forzosos para cubrir las enormes bajas en la invasión de Ucrania

Las cifras de bajas en el ejército ruso que lucha en Ucrania son espantosas. Los números del ministerio de Defensa ucraniano sitúan en 28.700 los soldados rusos muertos desde el inicio de la guerra, el 24 de febrero.

El Kremlin usa a sus soldados como carne de cañón, trata de disimular las insoportables bajas haciendo desaparecer los cadáveres en incineradoras portátiles en el mismo campo de batalla, o directamente abandona los cadáveres sin importarles su destino.

Las morgues ucranianas están llenas de cuerpos de soldados rusos sin modo de identificar. Las familias de los soldados reclaman información sobre el destino de sus hijos, hermanos o padres desaparecidos sin obtener respuesta de Moscú, que trata de negar las muertes y ahorrarse así el pago de indemnizaciones.

En el caso del hundimiento del crucero Moskva en el Mar Negro, por poner un ejemplo, el Kremlin solo reconoció una víctima mortal.

La realidad es que han muerto decenas de miembros de la tripulación, y los supervivientes han quedado gravemente heridos con mutilaciones y quemaduras que los dejarán desfigurados de por vida.

Ante tal calibre de bajas, que ya se acercan a los números de muertos en los casi diez años de guerra de la Unión Soviética en Afganistán durante los años 90, los responsables militares de Rusia están acelerando las campañas de reclutamiento.

Estas campañas vienen precedidas de una agresiva propaganda militarista para favorecer los alistamientos voluntarios.

La cifra de voluntarios es insuficiente para cubrir las enormes bajas del ejército ruso en Ucrania. Ni siquiera la afluencia de batallones chechenos, osetos o sirios es suficiente para sustituir a los batallones diezmados por la resistencia ucraniana.

Ante esta dificultad, Rusia ha optado por el reclutamiento forzoso, sobre todo de jóvenes de zonas rurales del extremo oriente ruso y, también, de ucranianos de los territorios ocupados, principalmente en el Donbás.

Hasta ahora, el Kremlin había evitado poner el acento de los reclutamientos en las zonas metropolitanas de Moscú y San Petersburgo, pero eso ahora está cambiando.

En ese sentido, los responsables del Kremlin se están encontrando con un obstáculo inesperado: la resistencia de los propios rusos y ucranianos prorrusos a combatir en la guerra.

A pesar de la censura y de la propaganda, las noticias de los desastres en el frente llegan en abundancia a las ciudades del Donbás y de Rusia.

Rusia envía a los reclutas a combatir sin experiencia militar de ningún tipo, sin entrenamiento y sin el equipo necesario. El resultado es una carnicería.

La agresividad de los responsables militares rusos en las campañas de levas militares está provocando la reacción violenta de los propios ciudadanos rusos.

Según informa el Institute for the Study of War (ISW) en su informe diario de este viernes 20 de mayo, en los últimos días se han producido numerosos ataques con cócteles molotov contra comisarías militares rusas tanto en Rusia como en el Donbás.

Los mismos medios de comunicación vinculados al Kremlin informaron de que se han producido atentados contra comisarías y centros de reclutamiento en diferentes puntos de la región de Moscú.

El descontento de la población rusa respecto a la deriva a la guerra aún es limitado, pero se están dando focos de oposición entre los ciudadanos más directamente implicados en la guerra, como familiares de soldados reclutados a la fuerza o entre los mismos soldados, muchos de los cuales se han negado a combatir.

En ese sentido, Rusia está encontrando dificultades para redesplegar a las tropas que luchaban en Járkov y Mariúpol por las complicaciones a la hora de restaurar sus capacidades de combate seriamente deterioradas.

En el caso concreto de Járkov, el informe de ISW señala que los soldados rusos trasladados desde el fallido cerco a la ciudad al frente del Donbás «estaban conmocionados por la intensidad de los combates en comparación con lo que habían experimentado en Jarkov».

Sobre las tropas rusas liberadas en Mariúpol después de la caída de la siderurgia Azovstal, el ministerio de Defensa británico afirma que antes de poder redesplegarlas en otras zonas del Donbás, Rusia deberá reequiparlas y renovarlas.

En opinión de los servicios de inteligencia militar británicos, este proceso podría ser largo. Sin embargo, «los comandantes rusos están bajo presión para lograr de manera demostrable objetivos operativos».

«Esto significa que Rusia, probablemente, redistribuirá sus fuerzas rápidamente sin la preparación adecuada, lo que implica un riesgo de un mayor desgaste de sus fuerzas», concluye.