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Voluntarios Ucrania

Voluntarios ucranianos se entrenan antes de entrar en combateAFP

93 días de guerra

Los combatientes voluntarios ucranianos se desmoralizan ante el avance ruso en el Donbás

El ejército ucraniano sufre las consecuencias de los largos meses de guerra y empieza a experimentar fatiga

Hace solo unos meses eran maestros, abogados, ingenieros, albañiles…, hoy son soldados metidos en el barro de las trincheras del Donbás.

Hombres y mujeres que han visto cómo Rusia invadía su país, bombardeaba sus ciudades, asesinaba a sus vecinos, violaba a las mujeres y alzaba la bandera rusa en sus edificios oficiales.

La moral del pueblo ucraniano al inicio de la guerra era muy alta, empujada por la ira que causa ver cómo un ejército enemigo invade su país por el capricho de su líder, Vladimir Putin, y lo convierte en tabla rasa.

Sin embargo, tres meses después, la moral de los ucranianos empieza a decaer. Los largos meses de la guerra causa fatiga, y todos saben que quedan muchos combates por delante. Demasiada muerte, demasiada sangre, demasiado miedo.

Los soldados rusos sufren el mismo problema y, de hecho, su ejército está haciendo un pobre papel en el campo de batalla.

Pero el ejército ruso es inmenso y tremendamente fuerte a pesar de sus carencias. A pesar de sus muchas bajas, casi 30.000 soldados muertos desde el 24 de febrero, según el ministerio de Defensa ucraniano, sigue contando con unos recursos casi infinitos.

Rusia ha conseguido controlar una parte muy amplia del este y sur de Ucrania, y sigue, poco a poco, ampliando territorio en nuevas conquistas.

Allí donde consolida su presencia, borra toda huella ucraniana y convierte el territorio en parte de Rusia.

En las últimas horas, las tropas rusas han continuado cerrando el cerco sobre la ciudad de Severodonetsk, la última plaza para completar la conquista del oblast de Luhansk.

Los rusos están intensificando sus ataques de artillería sobre las localidades al sureste de Izyum y continúan su avance por el oblast de Donetsk.

Las tropas de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk anunciaron la conquista de las localidades de Svitlodarsk y Midna Ruda, y en los próximos días podrían conquistar nuevas plazas: Komyshuvakha, Nirkove, Berestove, Belohorivka, Pokrovske, Klynove, Lypove y Nahirne.

Estos éxitos se producen de forma simultánea a otros muchos fracasos, pero, poco a poco, de forma implacable, Rusia va alcanzando sus objetivos.

El coste para el ejército ruso es altísimo en vidas de soldados y material militar. Según informes de inteligencia occidentales, Rusia está a punto de agotar su capacidad ofensiva.

Ha usado ya el 60% de sus misiles de precisión y ha tenido que rescatar los vetustos tanques T62 de época soviética para sustituir a sus tanques destruidos.

Pero para el Kremlin esto no supone un problema. Dispone unos recursos ingentes y los soldados son carne de cañón que no duda en dejar abandonados en las zanjas cuando caen bajo el fuego enemigo o hacen desaparecer sus cadáveres en incineradoras portátiles para ocultar así sus bajas.

«Saben dónde estamos»

En un reciente artículo del Washington Post se narran las difíciles condiciones en que los voluntarios ucranianos deben hacer frente al rodillo militar ruso.

Sin casi comida, sin un correcto entrenamiento, agazapados en las trincheras, rezan para que los bombardeos rusos finalicen y no se los lleven por delante. Incluso rezan para que sus propios tanques no disparen y que revelen así al enemigo la posición de los combatientes.

«Ellos ya saben dónde estamos, y cuando el tanque ucraniano dispara desde nuestro costado revela nuestra posición», dijo al Washington Post el comandante de batallón de voluntarios Serhi Lapko. «Sólo nos queda rezar para sobrevivir», añadió.

La imagen de invencibilidad del ejército ucraniano la alimentó el propio gobierno con hábiles campañas de propaganda, emisión de sellos patrióticos, publicaciones en redes sociales y mensajes en vídeo del presidente Volodimir Zelenski.

En muchos casos ese discurso es cierto. La ferocidad de la resistencia ucraniana provocó el fracaso de los planes iniciales del Kremlin.

Ni hubo conquista de Kiev, ni se logró derrocar al gobierno ucraniano, ni se conquistó Ucrania en tres días.

Por el contrario, Rusia está atrapada en un conflicto infinito que le podrá costar muy caro a medio y largo plazo, a pesar de las victorias inmediatas. Sin embargo, la publicidad de los éxitos ucranianos oculta sus problemas, que son muchos.

En su entrevista al Post, Lapko es muy crítico con los responsables militares de Ucrania. «No asumen ninguna responsabilidad y sólo se atribuyen el mérito de nuestros logros, pero no nos dan apoyo».

Ante las dificultades, muchos voluntarios están optando por abandonar el frente. Carecen de armas, de logística y de líderes militares. Están dispuestos a luchar, a sangrar y a morir por su patria, pero no a suicidarse para nada.

Las autoridades militares ucranianas saben que en el frente del Donbás la moral es baja. Son muchas las denuncias que llegan de soldados que afirman que los mandan a que los maten, no a luchar.

Horas después de la entrevista al Washington Post, miembros de la policía militar ucraniana llegaron al hotel donde se encontraban el comandante Lapko, su lugarteniente Vitaliy Khrus y varios de sus hombres después de abandonar el frente.

Todos fueron detenidos y acusados de deserción. Ahora deberán hacer frente a un tribunal militar y a la cárcel.

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