Fundado en 1910

El presidente Biden durante una rueda de prensa en la Casa BlancaAFP

Cumbre de las América

Biden intenta remontar su polémica Cumbre de las Américas

A la ausencia de Maduro, Díaz-Canel y Daniel Ortega se sumó a última hora la de Andrés Manuel López Obrador, la hondureña Xiomara Castro, Luis Arce (Bolivia) y Alejandro Giammattei (Guatemala)

Joe Biden ha construido su propio laberinto con la cumbre de las Américas que alzó ayer el telón en Los Ángeles.

La función de los países que se presuponen con voluntad de enfilar un camino conjunto de crecimiento y desarrollo, se inauguró con el eco del escándalo por las ausencias forzadas de los marginados y la rémora de los autoexcluidos.

En el primer apartado figuran Miguel Díaz-Canel (Cuba), Nicolás Maduro (Venezuela) y Daniel Ortega (Nicaragua). En el último, Andrés Manuel López Obrador (México) Xiomara Castro (Honduras) Luis Arce (Bolivia) y Alejandro Giammattei (Guatemala)

El lema de la Cumbre de las Américas de este año es: «Construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo». Estados Unidos, anfitrión de la cita, no cuenta para lograr este propósito, con los presidentes de tres países cuyos regímenes dictatoriales hacen materialmente imposible que sus economías sean sostenibles, resilientes y equitativas.

Desplante de López Obrador

En el caso de México, se trata del puente preferido del éxodo migratorio de la región a Estados Unidos, un tema clave en este foro. El desplante de AMLO a Biden fue un gesto de solidaridad del mexicano con el triunvirato de dictadores y el «faltazo» de Honduras, Bolivia y Guatemala un modo de seguir la estela del mexicano. El boicot en forma de ausencia lo anunciaron anoche hora española.

Cuba, Nicaragua y Venezuela son los tres apestados del anfitrión, cuya única exigencia, para compartir mesa, mantel y programa es, que los invitados respondan a un mínimo de criterios democráticos. En ninguno de los tres países mencionados se dan las condiciones. Por lo tanto, el presidente de EE.UU. optó por no invitarlos.

Joe Biden no quiere ver de cerca a los dirigentes mencionados pese a que sus países forman parte del «club» de la Cumbre de las Américas. Dicho esto, el sucesor de Donald Trump le acaba de entornar la puerta de la flexibilidad de las sanciones a Nicolás Maduro.

Como consecuencia de la invasión rusa en Ucrania, el oro negro de Venezuela, el petroleo, ahora, vuelve a poder comprarse sin temor a represalias de Washington.

La decisión de Biden, expresada mal, de forma tardía y con ambigüedades, tuvo respuesta de México y de Bolivia. El presidente Andrés Manuel López Obrador, aprovechó la ocasión para desatar su retórica antiimperialista con la amenaza cumplida y confirmada ayer de ausentarse de la convocatoria que se celebra cada dos años desde 1995.

En los próximos cuatro días la Cumbre dará mucho que hablar. Del anfitrión depende, en buena medida, que la balanza se incline, al menos un poco, hacia el lado del signo positivo.

Los presidentes marginados por EE.UU reaccionaron de diferente modo. El desprecio de Cuba o la indiferencia de Daniel Ortega contrasta con la declaración de Maduro al asegurar que Alberto Fernández será su portavoz en este foro.

La Administración Biden dio mil rodeos y uno más para evitar confirmar, hace unos días, los nombres de aquellos a los que cerraba sus puertas. Esta política, desconcertante, sirvió en bandeja aluviones de críticas y de nuevo, acusaciones de considerar al resto del continente (de México para abajo) su patio trasero al actuar, en una cita que se supone de todos, con el bastón (laxo) de ordeno, mando y decido quién participa.

La Cumbre de Mar del Plata

Con estos precedentes de tensión solo se recuerda la edición de Mar del Plata de 2005. El Gobierno de Néstor Kirchner hizo entonces el más difícil todavía y organizó la cumbre oficial y la contra cumbre. El presidente que debía estar agradecido a George Bush por su ayuda en el FMI (Fondo Monetario Internacional) y con la comunidad internacional, le metió en una encerrona.

Kirchner no sólo se ensañó en público con Bush y se burló de su iniciativa de una Alianza de Libre Comercio en las Américas (ALCA), sino que su Cancillería se ocupó de facilitar la infraestructura y la difusión a esa otra cumbre paralela.

En aquella ocasión el espectáculo estaba servido. Al tren del ALBA se subieron Evo Morales, Hugo Chávez, Maradona y el cineasta Emir Kusturika que filmaba una biografía del futbolista.

Todo muy cinematográfico y revanchista, pero las Américas (las pobres) se quedaron como estaban, con los bolsillos vacíos.

En esta edición, con el problemón de la inmigración sobre la mesa, veremos qué pasa. Con los que están y con los que se fueron antes de llegar.