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Yoé Suárez, opositor cubanoCortesía

Entrevista

«Las organizaciones religiosas en Cuba pueden ser penadas, condenadas y criminalizadas»

Entrevista con Yoé Suárez, disidente cubano, relata los excesos de la dictadura castrista

Yoé Suárez Fernández, periodista independiente, guionista y cristiano comprometido, es uno de los disidentes sobre el cual más se ceba últimamente el castrismo mediante su represión constante y de baja intensidad: ya son incontables las convocatorias para que comparezca en comisaría o las amenazas que él y su familia padecen.

A pesar de todo, Suárez Fernández no se arredra: por ejemplo, en conversación con El Debate, donde vuelve sobre la situación de Cuba un año después de las revueltas y sobre la actualidad más acuciante, el ensañamiento judicial hacia los artistas Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Castillo.

¿Qué le parece la petición de cárcel de 7 años para Otero y de 7 para Castillo?

–Ambas peticiones por parte del fiscal son proporcionales a la bestialidad de la tiranía socialista cubana. En ese sentido sí son continuidad, por decirlo con las palabras del tirano de turno, Miguel Díaz-Canel, para referirse al proceso político cubano de los últimos años, en el que él ha estado como «presidente de la República».

Obviamente, ambas peticiones son detestables y se insertan en un marco de más de mil presos políticos en los últimos doce meses, de acuerdo con las cifras proporcionadas por Prisoners Defenders. En ese marco se sitúan esas peticiones salvajes contra dos jóvenes que solo pretenden un país distinto.

También se insertan en el marco del nuevo Código Penal, especialmente represivo.

–Efectivamente, es más opresivo que el anterior, pues reivindica la pena de muerte y la incluye como un tipo de castigo para una mayor cantidad de delitos. Incluso asume figuras como «abuso de libertad de culto» tan nebulosa y genérica, que el régimen puede aprovechar para acabar con todo vestigio de pensamiento independiente y de acciones independientes al Estado.

Las organizaciones religiosas pueden ser penadas, condenadas y criminalizadas

Más de lo mismo, ¿no?

–Vuelve a criminalizar, como lo había hecho el anterior, y como se hizo antes de la década de los setenta por la Revolución: se criminalizaba el pensamiento independiente no controlado por el Estado.

¿Cree que el nuevo código puede dar el golpe de gracia a la oposición?

–No creo que sea un golpe de gracia, entendido este como término definitorio, lapidario, que termina, de una vez y por todas, con la oposición al totalitarismo cubano. No creo que eso ocurra. Lo que sí creo es que para esas personas que perdieron el miedo el 11 de julio y que antes no habían alzado la voz, sí que podría ser un elemento de mayor coacción. Se lo pensarían más antes de alzar la voz.

¿También para la oposición tradicional y para el periodismo independiente?

–También: es una manera de apretar más las tuercas de la represión en Cuba.

¿Surtirá efecto ese apretón de tuercas o cabe una posibilidad de que se vuelva en contra de sus promotores?

–No creo, al menos, que resulte en la eficacia que esperan los represores, es decir, el fin de las voces disidentes dentro de Cuba. Imagino que esto es algo cíclico en la mente del tirano: este siempre cree que, tras asestar un golpe, pone fin a la inconformidad de la gente y a las ansias de libertad de la gente.

¿Ya ha ocurrido en Cuba?

–Sí: con el fin de las guerrillas patrióticas en las montañas, o con el arresto de 75 disidentes en 2003. Parecían que eran golpes definitorios y todavía hay oposición en Cuba, gente enfrentándose a la última tiranía en el hemisferio occidental.

Las personas siguen insatisfechas por una inflación que aún no se controla

Dentro de unas semanas se cumplirá el primer aniversario de las revueltas del 11 de julio. ¿Se dan las circunstancias para que se repitan?

–Las circunstancias ahora mismo son muy similares a las de un año atrás: los apagones vuelven, el calor del verano, naturalmente, llega, las personas siguen insatisfechas por una inflación que aún no se controla, hay desabastecimiento de medicinas y alimentos –se nota en las tiendas que comercian en moneda nacional– mientras que en aquellas en que se paga en la moneda del «enemigo imperialista» disponen de los productos de primera necesidad.

Hay una inconformidad que se repite respecto a hace un año.

–La verdad es que no sé si un levantamiento como el de hace un año sería posible ahora mismo, cuando hay más de mil personas encausadas, precisamente por levantar su voz aquel 11 de julio y hay muchas más saliendo por aquella válvula de escape que el régimen ha abierto en confabulación con la tiranía de Daniel Ortega en Nicaragua. Cuba se está desangrando de gente joven, la llamada, en principio, para protagonizar los cambios.

Por cierto, ¿quién estuvo detrás de aquellas revueltas?

–La vergüenza y la conciencia de los cubanos.

¿Y algún grupo particular?

–Salió una ciudadanía verdaderamente, y uso una palabra verdaderamente muy socorrida por lo políticamente correcto y casi secuestrada por la forma del neomarxismo actual: era verdaderamente diversa la ciudadanía que salió: hombres y mujeres de varias localidades del país, personas que viven en zonas más rurales, otras de ciudades grandes, personas de todo credo religioso, realmente era un grupo grande, representativo de los cubanos en este momento del «tardocastrismo».