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El primer ministro israelí, Naftali Bennett

El primer ministro israelí saliente, Naftali BennettAFP

La política exterior en Medio Oriente: alta tensión entre Israel e Irán

Desde la última ronda de conversaciones en Viena, Teherán ha acelerado su programa atómico y pronto estará en el umbral de convertirse en una potencia nuclear

El viaje del presidente estadounidense, Joe Biden, a Oriente Medio, para mediados de este mes de julio, llega en un momento de altísima tensión.

Desde la última ronda de conversaciones en Viena, Teherán ha acelerado su programa atómico y pronto estará en el umbral de convertirse en una potencia nuclear.

Cuando el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que es el organismo de vigilancia nuclear de la ONU, censuró al país por no cooperar con los inspectores, el gobierno iraní redujo aún más la vigilancia del OIEA sobre su programa nuclear y anunció nuevas instalaciones subterráneas de enriquecimiento avanzado de uranio.

El Estado de Israel tiene claro que no tolerará un Irán con armas nucleares. Hay una guerra real y declarada entre ambos países y está claro que lo que persigue el programa nuclear iraní es la total aniquilación de Israel. Por eso los israelíes han llevado a cabo ataques aéreos contra objetivos iraníes en Siria y han ampliado su capacidad de ataque contra instalaciones nucleares y militares. Sus operativos de inteligencia han suprimido a científicos y funcionarios militares iraníes cuando ha sido preciso.

Según The Wall Street Journal, Estados Unidos convocó el pasado mes de marzo una reunión con funcionarios de seguridad de Egipto, Israel, Jordania, Qatar, Bahréin, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) para integrar el intercambio de información y los sistemas de defensa aérea para combatir las amenazas aéreas de Irán.

Esto es, en esencia, un avance para los Acuerdos de Abraham, que fue el logro emblemático de la política exterior de la administración Trump y que vinculó a Israel con Bahréin, Marruecos, Sudán y Emiratos Árabes Unidos, en lo que equivale a un bloque anti-Irán. Lo que no se dice es que los acuerdos pueden convertirse en un pacto de defensa militar que funcione, respaldado por Estados Unidos.

Y significa que Estados Unidos apoyaría a Israel en la realización de ataques dentro de Irán y en su esfuerzo por forjar una coalición de estados árabes para contener a la república islámica.

El primer ministro israelí saliente (13 de junio de 2021 hasta el 1 de julio del 2022), Naftali Bennett, creía que volver al acuerdo nuclear con Irán le daría más recursos para perseguir sus ambiciones nucleares y regionales. Por eso, Bennett intensificó sus esfuerzos, a través de sus servicios de inteligencia, para sabotear el programa nuclear de Irán y debilitar a la República Islámica.

Bennett pasó a la acción con una nueva estrategia de sabotajes, ciberguerra y ataques contra el personal y la infraestructura militar de Irán, así como contra sus aliados en Irak, Líbano y Siria. Es un nuevo enfoque, que va más allá de las instalaciones nucleares para centrarse en combatir a la república islámica.

Agentes operativos del Mossad han actuado con precisión con acciones menos predecibles y más agresivas. Para esta estrategia ha sido fundamental el desarrollo de las capacidades de Israel en las fronteras de Irán. Según fuentes de inteligencia, la campaña israelí dentro de Irán se ha apoyado en bases de Azerbaiyán, desde la frontera con Irán al norte, y en el Kurdistán que limita con Irán en el oeste.

Bennett esperaba que los Acuerdos de Abraham proporcionaran un contrapeso regional a Irán. Ciertamente han ampliado el alcance de Israel en el Golfo Pérsico, mediante acuerdos de seguridad con Bahréin y los Emiratos Árabes, cuyos gobiernos comparten muchas de las preocupaciones de Israel sobre las ambiciones nucleares de Teherán. Ahora hay acuerdos de libre comercio con los Emiratos Árabes y de suministros de sistemas de defensa aérea, radares y cibertecnología.

Washington también está animando a Egipto y a Jordania a estrechar sus lazos de seguridad con Israel y mantiene esfuerzos por incorporar a Arabia Saudí para solidificar un eje árabe contra Irán. Es probable que este tema figure en la agenda cuando Biden hable con sus homólogos saudíes a mediados de este mes.

El Gobierno de Teherán, por su parte, puede fortificar su programa nuclear, potenciar su programa de misiles y drones y ampliar sus capacidades militares en Irak, Líbano, Siria y Yemen.

Irán está atacando a Israel continuamente a través de sus apoderados: Hamás y Hezbolá. En los últimos meses, Hezbolá voló un avión no tripulado dentro del territorio israelí, las milicias iraquíes alineadas con Irán supuestamente llevaron a cabo un ciberataque contra el principal aeropuerto de Israel y Hamás lanzó cohetes contra aviones israelíes.

Irán también está mostrando una creciente disposición a atacar los puestos de inteligencia israelíes cercanos a sus fronteras y a aumentar los costes para los estados que faciliten las operaciones israelíes contra Irán.

Teherán llevó a cabo ejercicios militares en sus fronteras con Azerbaiyán y atacó objetivos en el Kurdistán iraquí, incluida una supuesta base del Mossad.

En las próximas semanas, el compromiso de Estados Unidos será fundamental para evitar que la guerra en la sombra entre Irán e Israel se descontrole, aunque la intensificación de los ataques por parte de Israel y de los iraníes podría desembocar en una confrontación mayor, que exacerbaría una oleada de tensiones desde el Levante hasta la Península Arábiga.

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