La periodista que protestó contra Putin en televisión, obligada a volver a Rusia por la custodia de sus hijos
En su ausencia, su exmarido, un empleado de la cadena pro-Kremlin RT, la denunció para quitarle la custodia de sus dos hijos
Cuatro juicios y una detención. Desde su regreso a Rusia, la periodista Marina Ovsiannikova sufre intimidaciones del poder y redobla sus esfuerzos, frente a las críticas, para probar la sinceridad de su oposición al conflicto en Ucrania.
El 14 de marzo, interrumpió en directo el telediario de la primera cadena rusa en la que trabajaba, Pervy Kanal, con una pancarta contra la ofensiva lanzada por Vladimir Putin. Un gesto que dio la vuelta al mundo y cambió su vida.
Tras ese golpe de efecto, anunció que se quedaría en Rusia, pero finalmente, ante las amenazas, se mudó y trabajó con el medio Die Welt en Alemania durante tres meses.
En su ausencia, su exmarido, un empleado de la cadena pro-Kremlin RT, la llevó ante la justicia para quitarle la custodia de sus dos hijos e impedirle llevárselos al extranjero.
Por esto, la periodista de 44 años tomó la «difícil decisión» de regresar a Rusia a principios de julio, explicó a la AFP. «He decidido jugar a la ruleta rusa», asegura, vestida con un elegante vestido negro, sentada en un banco en el centro de Moscú, tras dejar a su hija en un colegio privado para un curso de verano.
Tras vivir holgadamente y trabajar 19 años para la televisión estatal, ahora es una de las últimas voces en Rusia en condenar en voz alta el conflicto en Ucrania.
Los otros detractores influyentes se encuentran en prisión, mantienen un perfil bajo o se han exiliado. «Soy una combatiente, sigo denunciando activamente la guerra, no tengo previsto parar, no tengo miedo pese a las intimidaciones», clama Marina Ovsiannikova.
Desde su regreso del exilio, ha venido a apoyar al tribunal al opositor encarcelado Ilia Iachin, se ha manifestado cerca del Kremlin con una pancarta calificando a Putin de «asesino» y publica regularmente mensajes en línea denunciando al poder.
La gente «prefiere callar»
A pesar de los riesgos, también sigue participando en programas de noticias emitidos por opositores rusos en las redes sociales. Debido a sus críticas, la policía la detuvo brevemente a mediados de julio cerca de su casa y la multó en dos juicios por declaraciones contra la ofensiva en Ucrania.
El 8 de agosto será juzgada nuevamente por haber «desacreditado» al ejército, sin mencionar el juicio para quedarse con la custodia de sus hijos.
Además, sufre la hostilidad de parte de la oposición rusa y ucraniana, que la acusan de haber sido una propagandista de Moscú, y la de los pro-Kremlin, que la consideran una traidora a Rusia.
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Otros la acusan de haberse cambiado la chaqueta por oportunismo, por su carrera o por obtener visibilidad internacional. Pero Marina Ovsiannikova refuta las acusaciones con calma. «Para el poder es útil crear constantemente teorías de conspiración en mi contra, la gente ya no sabe a quién creer», dice, al tiempo que llama a «unirse y apoyar» a todos los opositores del Kremlin.
Admite errores, eso sí, reconoce haber permanecido «demasiado tiempo» en su burbuja, sin «encontrar la fuerza» para cambiar de trabajo. Para ella, esta inacción e indiferencia, abrazada por muchos rusos, es una forma de «autopreservación» alimentada por el miedo. «Nuestra gente está realmente muy asustada. Incluso aquellos que entienden todo el absurdo y el horror que está pasando prefieren callar», sostiene, creyendo que los rusos critican el poder «en su cocina», al abrigo de los oídos indiscretos, como durante la URSS.
Amenazada por todos lados
Ovsiannikova también recuerda que vive una situación «poco envidiable», amenazada por todos lados y enfrentada a una «guerra familiar». Pero subraya que sus problemas son «insignificancias» en comparación con el sufrimiento de los ucranianos.
Queda por ver si su activismo le valdrá un proceso judicial por «difundir información falsa» sobre el ejército, un delito punible con 15 años de prisión. Decenas de personas ya han sido procesadas en Rusia por este motivo.
En este punto, la periodista se debate entre la esperanza y el fatalismo. Según ella, el poder podría no seguir adelante para evitar darle más eco a su famosa protesta en televisión, y porque dice que cuenta con un «sólido apoyo internacional».
Pero su rostro se tuerce cuando se le pregunta si se irá o no de Rusia en caso de cargos penales. «Es difícil de decir, vivo al día», responde después de dudar. «Podemos encontrar una ley para castigar a cada persona», añade Marina Ovsiannikova, retomando un siniestro aforismo que data del terror estalinista. «Si toman esta decisión, me arrestarán en el día, les llevará un segundo».