Disputas territoriales de China
Malaca, el punto vital que China no logra controlar
El estrecho, de 930 kilómetros de longitud y por el que transcurre el grueso de sus importaciones, está bajo soberanía de Indonesia, Tailandia y Malasia y protegido por la Armada estadounidense
China no pretende controlar, en régimen de plena soberanía, el estratégico Estrecho de Malaca. O, mejor dicho, le resulta imposible hacerlo, pese a que se trataría, para el país asiático, de una necesidad de primer orden.
Por esa vía marítima de 930 kilómetros de longitud –casi seis veces el Canal de Suez–, transcurre el 60 % de sus flujos comerciales, y el 70 % de sus importaciones de petróleo.
En términos más generales, y según la Agencia de Información Energética de Estados Unidos, en 2016 se transportaron diariamente a través del Estrecho unos 16 millones de barriles de petróleo crudo y 3,2 millones de barriles de gas natural licuado.
«Se trata», según un informe del think tank The Warsaw Institute, «del segundo mayor volumen del mundo después del Estrecho de Ormuz, que conecta el Golfo Pérsico y el Océano Índico».
Malaca conecta la ruta siguiente: la del Índico con el Pacífico. Dicho de otra forma: China no puede satisfacer sus ambiciones marítimas –elevadas al rango de prioridad estratégica en 2015– sin ejercer una tutela sobre las rutas que considera vitales.
El «dilema de Malaca»
Sobre Malaca, China no puede ejercer tal tutela por dos razones. La primera es que sobre el Estrecho ejercen soberanía –cada país por la parte que le toca– Indonesia, Malasia y Tailandia.
La segunda es que la seguridad de la ruta corre a cargo de las quinta y séptima flota de la Armada de Estados Unidos. Ese sistema no era molesto para Pekín mientras Washington no era su principal rival estratégico.
Ahora lo es y desde hace ya dos décadas. De ahí que el entonces líder chino, Hu Jintao, hablase en 2003 del «Dilema de Malaca», es decir, del temor de un bloqueo del Estrecho, capaz de paralizar la economía china y cuyo desenlace no dependiera, por lo menos en parte, de la voluntad de Pekín.
Xi Jinping busca superar el «dilema»
El sucesor de Hu, Xi Jinping, intenta supera el dilema por una doble vía.
La primera, económica, consiste, de acuerdo a The Warsaw Institute, en el intento de «diversificar las fuentes de energía y aumentar la proporción de energías renovables».
La segunda, militar, se percibe a través del masivo desarrollo de su Armada y de su flota de guardacostas, que ya es la primera del mundo: en caso de conflicto mayor en el espacio que abarca desde el extremo sur del Océano Índico hasta el Océano Pacífico –Malaca se encuentra en el corazón de esa amplia zona–, China quiere ser el actor principal.
Como concluye el informe, fechado en febrero de 2021, de The Warsaw Institute, «las operaciones de China, privada del control de las vías de comunicación marítima y de la profundidad estratégica, en comparación con las fuerzas estadounidenses, seguirán siendo muy limitadas». Por lo menos a corto y medio plazo.
Por lo tanto, «superar el cerco existente es una condición sine qua non para China si quiere abandonar el estatus de superpotencia «parcial» y convertirse en una de pleno derecho».