China doblega a Bachelet y logra paralizar la publicación del informe de la ONU sobre Xinjiang
Menos de una semana antes de su partida, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, reconoció este jueves que está recibiendo «grandes presiones» para publicar o no su informe sobre Xinjiang, la región donde Pekín ha emprendido una cruel campaña represiva contra la minoría musulmana uigur.
La expresidenta de Chile afirmó repetidamente que su intención era publicar antes del fin de su mandato, el 31 de agosto, ese informe sobre Xinjiang.
China mantiene en la región a más de un millón de musulmanes de etnia uigur detenidos, la mayoría sin acusaciones ni justificación.
Sin embargo, la incertidumbre era palpable el jueves en su rueda de prensa de despedida.
«Estamos trabajando en el informe. Yo tenía toda la intención de publicarlo antes del fin de mi mandato y recibimos aportes sustanciales del gobierno (chino) que debemos examinar cuidadosamente», declaró Bachelet a la prensa.
«Estuve sometida a grandes presiones para publicar o no publicar (el informe), pero no son estas presiones las que harán que lo publique o que renuncie a su publicación», agregó.
La región de Xinjiang ha sido escenario de sangrientos atentados contra civiles, cometidos, según las autoridades, por separatistas e islamistas uigures, el principal grupo étnico de la zona.
Desde hace años, esta región es objeto de una vigilancia draconiana.
Según varios países occidentales y organizaciones independientes, Pekín ha internado a más de un millón de uigures y miembros de otras etnias musulmanas locales en «campos de reeducación» en Xinjiang, y ha impuesto «trabajos forzados» y «esterilizaciones».
China desmiente estas acusaciones y presenta estos «campos» como «centros de formación profesional» para combatir el extremismo religioso.
En mayo, Bachelet realizó una visita de seis días a China e instó al gobierno de Pekín a evitar las medidas «arbitrarias» e «indiscriminadas» en Xinjiang, denunciando al mismo tiempo «actos violentos de extremismo» en la región.
La Alta Comisionada fue acusada de falta de firmeza, y se le criticó por aceptar un tour por la región de Xinjiang organizado por el gobierno chino.
Esta visita a China era la primera de un Alto Comisionado para los Derechos Humanos en 17 años y fue el resultado de largas negociaciones entre la ONU y Pekín.
Credibilidad
Su informe es muy esperado por las ONG, pero también por algunos países occidentales, entre ellos Estados Unidos.
«No pueden imaginar la cantidad de cartas y de reuniones en las que se me ha pedido la publicación. Una cantidad enorme, desde hace más de un año, y cada día. Cada vez que me piden una reunión o que hay una cena sé que se va a abordar el asunto», aseveró Bachelet.
La Alta Comisionada, cuyo sucesor no se conoce públicamente, afirmó al mismo tiempo haber recibido una carta firmada por decenas de países, que no citó, pidiéndole que no publique el informe sobre Xinjiang.
La ONG Human Right Watchs (HRW) sostiene que está en juego la «credibilidad» de Michelle Bachelet.
«Su informe llega muy muy tarde. Lo va a publicar en el momento de marcharse, y no es lo ideal», declaró el director general de HRW, Kenneth Roth, en una entrevista esta semana con AFP en Nueva York.
«Espero que el informe sea sólido y nos permita aumentar el número de gobiernos dispuestos a condenar a China, que actualmente son 47», hasta llegar a un número suficiente como para «obtener una resolución formal del Consejo de Derechos Humanos» de la ONU, añadió Roth.