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Un soldado ruso en el Donbás hace el signo de la Z en una imagen propagandística del Kremlin@mod_russia

187 días de guerra en Ucrania

La moral de las tropas rusas se tambalea y resurge en Occidente la esperanza en una victoria ucraniana

El Ejército ucraniano se prepara para una gran ofensiva sobre Jersón a la vuelta del verano que deberá conquistar antes del invierno si quiere doblegar a los rusos

En las últimas semanas ha resurgido un optimismo moderado en las potencias occidentales ante una posible victoria ucraniana frente a Rusia.

El agotamiento de las capacidades ofensivas rusas y la eficacia de las contraofensivas ucranianas han revitalizado la confianza de los aliados occidentales en las capacidades del Ejército ucranianos.

Esas contraofensivas ucranianas, aunque no se han traducido, por el momento, en ganancias territoriales, han dañado seriamente las capacidades logísticas rusas, en un movimiento que recuerda a la ruptura de las líneas de suministro de los ocupantes en la ofensiva sobre Kiev en las primeras semanas de la guerra.

Recuperar la capacidad ofensiva

Rusia está tratando de contrarrestar los nuevos sistemas de armamento ucranianos entregados por Estados Unidos, Reino Unido y sus aliados.

Para hacer frente a una posible contraofensiva masiva, Rusia ha empezado a trasladar nuevos equipos, principalmente al Donbás y a Jersón.

El objetivo del Kremlin es recuperar su capacidad ofensiva para realizar un nuevo empuje a la vuelta del verano. Sin embargo, las autoridades ucranianas también anunciaron que están preparando una gran ofensiva para el otoño.

Según las autoridades militares ucranianas, los ataques producidos en Jersón y Crimea este verano están orientados a destruir las estructuras logísticas del Ejército ruso como preparativo para la tan anunciada contraofensiva.

En declaraciones a la BBC, el ministro de Defensa británico, Ben Wallace, aseguró que el optimismo está justificado.

Aseguró que Rusia se encuentra en una «posición muy frágil» y que ha pasado de avanzar millas por semana, a unos pocos metros, lo que evidencia que su capacidad ofensiva se ha agotado y que trata de recuperarla desesperadamente.

La moral del Ejército ruso es baja y empieza a notar agotamiento

Destacó que «operativamente, Rusia sufre escasez de municiones, vehículos y personal». Ese problema estaría detrás de la decisión de Vladimir Putin, anunciada el 25 de agosto, de ampliar mediante un decreto el tope de efectivos de su ejército en 137.000 para alcanzar la cifra de 1.150.628 soldados en activo.

El ministerio de Defensa británico, sin embargo, cree que «es poco probable que el decreto influya de forma sustancial en el aumento del poder de combate de Rusia en Ucrania».

En su informe diario, el ministerio de Defensa del Reino Unido recuerda que «Rusia ha perdido decenas de miles de tropas, está reclutando a muy pocos militares con contrato y los reclutas técnicamente no están obligados a servir fuera de territorio ruso».

En la entrevista con la BBC, Wallace señaló que la moral del Ejército ruso es baja, y que Rusia empieza a notar agotamiento.

«Su poder diplomático ha disminuido y su perspectiva económica a largo plazo es sombría. Seis meses después de la guerra de Rusia, ésta ha demostrado ser costosa y trágicamente dañina», afirmó.

En los próximos meses se irá degradando de forma paulatina la situación para las tropas rusas

Por su parte, el exdirector general del Royal Unites Service Institute, Michael Clarke, aseguró a The Times que a lo largo de los próximos meses se irá degradando de forma paulatina la situación para las tropas rusas y que en la próxima primavera «el péndulo se desplazará hacia los ucranianos».

En cualquier caso, la guerra se prevé larga y, en este momento, es difícil hacer una previsión de cómo discurrirá en los próximos meses.

Para que los ucranianos logren consolidar esta corriente favorable a sus objetivos en el campo de batalla, matizó Clarke, Occidente debe mantener, y aumentar, el ritmo de envío de ayuda militar.

«Los ucranianos podrían expulsar a los rusos de los territorios que han tomado desde el 24 de febrero si Occidente no cede ante la presión de los suministros de gas de invierno, si Occidente es capaz de aumentar su propia producción de armas y si los rusos no lo hacen», declaró a The Times.

Factor decisivo

La quiebra de la moral rusa también es un elemento que los expertos del Institute for the Study of War creen que será decisivo en los próximos meses.

El principal efecto de esa baja moral es la dificultad para reclutar nuevos combatientes entre la población prorrusa de la Ucrania ocupada.

Aquellos que, a priori, deberían estar más motivados para luchar bajo bandera rusa, aquellos en cuya defensa, según la retórica del Kremlin, Rusia se embarco en la «operación militar especial», huyen de Donetsk, Lugansk, Jersón, Mariúpol y Melitopol o se esconden en sótanos para evitar ser reclutados a la fuerza por el Ejército ruso, o por las milicias independentistas, y enviados a luchar en el frente.

Según Michael Clarke, la batalla decisiva se producirá a la vuelta del verano y antes del invierno, y se concentrará en Jersón.

Afirmó que los ucranianos sólo tendrán unos meses para reconquistar Jersón antes de que llegue el invierno y todo avance se haga imposible: «La operación contra Jersón tiene que tener éxito antes del invierno porque durante el invierno el suelo se endurece y llega la nieve y eso favorece al defensor sobre el atacante».

Si Ucrania fracasa en Jersón, Rusia tendrá margen de tiempo para reconstruir sus líneas de abastecimiento, reponer material destruido, afianzar el territorio conquistado y subsanar las bajas humanas con nuevos soldados de cara a una nueva ofensiva en primavera.