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Mercenario ruso

Captura del vídeo del mercenario Igor MangushevCaptura de pantalla

185 días de guerra en Ucrania

Un mercenario ruso presume de sus crímenes con la calavera de un soldado ucraniano: «Haremos una copa»

En un vídeo viralizado en redes sociales, el mercenario Igor Mangushev da un discurso con la calavera de uno de los defensores de Azovstal y afirma que «Debemos ‘desucranizar’ Ucrania»

El nivel de sadismo de las tropas rusas en Ucrania no deja de batir récords. Si hace unas semanas el mundo se horrorizaba con el vídeo de un mercenario del grupo Wagner mutilando a un soldado ucraniano, hoy le ha tocado el turno al mediático mercenario Igor Mangushev.

Este combatiente ruso, jefe del grupo paramilitar Enot, ofreció un macabro discurso a sus leales con una calavera en la mano que, según afirmó, perteneció a un soldado ucraniano muerto en la defensa de la acería de Azovstal, en la ciudad portuaria de Mariúpol, ahora ocupada por Rusia.

«Nosotros estamos vivos, y este tipo está muerto», comienza Mangushev alzando la calavera. «Dejemos que se pudra en el infierno. Este ha sido afortunado. Haremos una copa con su cráneo».

En el vídeo, ampliamente difundido en redes sociales, se ve un escenario de lo que parece un pub, en una ciudad no identificada, donde Mangushev arenga a sus seguidores.

Les explica, con argumentos inconexos, que «no estamos en guerra con personas de carne y sangre. Estamos en guerra con una idea. Con la idea de Ucrania como Estado anti ruso».

Aseguró que mientras la idea ucraniana siga existiendo «no puede haber paz. Debemos ‘desucranizar’ Ucrania. Debemos recuperar nuestras tierras rusas».

La tragedia de los soldados ucranianos, continuó, es que «no nos importa a cuantos de ellos tenemos que matar. Si estuviéramos en guerra con la gente, podríamos hacer la paz con ellos. Pero estamos en guerra con la idea y, por lo tanto, todos los defensores de esa idea deben morir».

«Mirad a este tipo. Probablemente no quería caer cerca de Azovstal», añadió antes de concluir. «¿Seguro que no es un civil?», le preguntó uno de los asistentes. Ofendido por la duda, le contestó: «No, no es un civil. Lo matamos nosotros mismos».

«¿Entendió lo que es el mundo ruso?», le preguntó otro asistente. «Creo que sí», respondió mirando sarcásticamente los restos mortales.

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