Francia
Los casos de violencia doméstica sacuden a la extrema izquierda francesa
Comunistas y ecologistas, hundidos por las agresiones de altos dirigentes. Las feministas exigen la dimisión de los diputados Adrien Quatennens y Julien Bayou
Más de 500 militantes feministas exigieron ayer a los diputados Adrien Quatennens y Julien Bayou que dimitan inmediatamente de sus escaños.
El primero, que reconoció el pasado domingo haber abofeteado a su mujer, Celine, en un momento de máxima tensión –el aún matrimonio está en proceso de divorcio–, se ha apartado temporalmente de sus funciones de «coordinador del equipo operativo» de La Francia Insumisa (LFI), el partido de extrema izquierda encabezado por el excandidato presidencial Jean-Luc Mélenchon.
Tanto Quatennens como Bayou siguen, de momento, en los órganos directivos de LFI y EELV, aunque sin responsabilidades.
Muy poco para afiliados y cargos –electos, o no– de unas formaciones que han hecho del feminismo radical un eje de su discurso político, que además reciben un apoyo incondicional de un aparato propagandístico perfectamente engrasado gracias a medios afines, intelectuales y redes sociales.
En el caso de Quatennens, de 32 años, al que la mayoría de los observadores políticos galos consideran el sucesor natural de Mélenchon, el engranaje se puso en marcha el pasado 14 de septiembre.
Céline, había depositado una «mano corriente», figura jurídica que denuncia unos hechos con el único fin de que consten en los registros judiciales
Ese día, el semanario Le Canard Enchaîné reveló que su mujer, Céline, había depositado una «mano corriente», figura jurídica que denuncia unos hechos con el único fin de que consten en los registros judiciales; no para iniciar una investigación penal.
La dificultad para Quatennens radica en que varias fiscalías –entre ellas la de Lille, donde vive el carismático político pelirrojo– ponen automáticamente en marcha las investigaciones cuando la mano corriente tiene que ver con la violencia doméstica. Una excepción que probablemente desconocía Céline Quatenens cuando decidió actuar.
Reconoce el bofetón
Su todavía marido agravó su caso el pasado domingo al publicar en redes sociales un comunicado en el que reconocía los hechos y anunciaba el abandono temporal de sus responsabilidades en la cúpula de LFI.
La torpe redacción del texto –que ofrece detalles propios de un programa televisivo del corazón– no hizo sino acelerar su hundimiento. El remate llegó horas después con un tuit de Mélenchon saludando la «valentía» personal y política de su protegido, al tiempo que criticaba la «mala idea policial», el «cotilleo» y a las redes sociales. Pero ni siquiera mencionó a la mujer agredida.
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La rectificación posterior fue vana: varias mujeres de su partido ya habían elevado la voz para clamar su indignación: no tanto para humillar a Quatennens –que no tiene enemigos internos– como para poner de manifiesto la incoherencia ideológica de LFI. Lo hicieron en medios y redes, por supuesto.
En el caso de Bayou, la denuncia coleaba desde principios de verano, habiéndose mostrado dispuesto a declarar ante la «Célula de Violencias Sexistas Sexuales».
Sin embargo, cuando su polémica compañera de partido Sandrine Rousseau, exponente del feminismo más extremista y que suele erigirse en justiciera para este tipo de casos, admitió en un programa de gran audiencia haber recibido en su casa a la antigua novia de Bayou para consolarla, la bajada a los infiernos del prometedor político había comenzado.