235 días de guerra en Ucrania
Bielorrusia, el amortiguador estratégico de Vladimir Putin
Bielorrusia es el socio de Moscú más peligroso para Occidente. El primer lugar donde sonaron los tambores de guerra con Ucrania fue en Bielorrusia
El lunes, el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, dijo a los jefes de su aparato de seguridad que había llegado a un acuerdo con el presidente ruso Vladimir Putin, en San Petersburgo, a finales de la semana pasada, para establecer una «formación de tropas regionales conjuntas».
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Su base sería el ejército bielorruso. En la guerra de Ucrania, Bielorrusia ha desempeñado hasta ahora el papel de zona logística y de despliegue.
Lukashenko afirmó que espera un contingente de «más de mil hombres» venidos desde la Federación Rusa para formar esta fuerza conjunta, dada la presión recibida desde las fronteras occidentales, de los países de la Alianza Atlántica, y de ahí la necesidad de formar este «comando combinado».
La doctrina militar de Bielorrusia, por otro lado, estipula que, si existe una «amenaza creciente de guerra», se debe establecer tal asociación.
Lukashenko acusó a Kiev de «planear ataques en territorio bielorruso», pero sobre todo esbozó un escenario de amenaza occidental en el que Bielorrusia estaba protegiendo a Rusia.
Asimismo, lanzó la piedra y escondió la mano cuando dijo que «en Occidente», había un falso rumor sobre que «Bielorrusia quería unirse directamente a la operación especial de Rusia».
Apeló a que su objetivo es «la paz» y que «si quieres la paz, tienes que prepararte para la guerra. Tienes que frustrar los planes de aquellos que intentan arrastrarnos a la disputa».
Incluso afirmó que la OTAN y «varios países europeos» están considerando «posibles variantes de agresión contra suelo bielorruso, incluido el ataque nuclear».
Pavel Muraveyko, alto miembro del Consejo de Seguridad de Lukashenko, resumió el enfoque de su gobierno en la televisión estatal: «Estamos hombro con hombro con nuestros hermanos rusos y no permitiremos que les apuñalen por la espalda o los ataquen».
Si logramos «paz y orden» en Bielorrusia, las regiones occidentales de Rusia también tendrían «calma», añadió.
Cuando el dictador bielorruso Alexandr Lukashenko habla de su alianza con Vladimir Putin, vale la pena escuchar con atención.
Recordemos que los primeros tambores de guerra, meses antes de la invasión de Ucrania, sonaron en Bielorrusia, a través de una guerra híbrida con desplazamientos de grandes grupos de inmigrantes que asediaban las fronteras de Lituania y Polonia.
Moscú considera a Bielorrusia un amortiguador estratégico contra sus rivales occidentales.
El régimen de Lukashenko pretende estar firmemente del lado de Rusia. Lukashenko depende más de Putin que cualquier otro jefe de Estado del mundo.
Rusia controla gran parte de la economía bielorrusa. Los servicios de seguridad y las fuerzas armadas de los dos países están estrechamente entrelazados.
Históricamente cada vez que Lukashenko ha estado en peligro de ser derrocado (como en 2020) ha pedido ayuda al presidente ruso Vladimir Putin. Putin siempre estaba preparado, en materia de seguridad, para responder inmediatamente, en este caso.
Las «revoluciones de colores» que han derrocado a gobiernos afines al Kremlin, en otros lugares de la región, nunca lo han conseguido en Bielorrusia, al fin y al cabo, según su prisma, eran ataques occidentales a la esfera de influencia de Moscú.
Lukashenko desde el comienzo de esta contienda se ha mostrado entusiasta de desplegar armamento nuclear en su territorio, aprovechando la coyuntura: «Si nuestros rivales toman medidas tan absurdas, no solo se desplegarán armas nucleares en Bielorrusia, sino incluso súper nucleares y más avanzadas para defender nuestro territorio», dijo hace meses.
Entre la base naval rusa del puerto de Baltisk, en la bahía de Gdansk, y Bielorrusia hay un corredor de difícil geografía, en la frontera de Polonia y Lituania que siempre ha sido considerado por los estrategas militares de la OTAN su punto más débil.
Son solo 96 kilómetros, pero permitiría unir a las tropas rusas del Báltico con las de su aliado Lukashenko y partirían a la OTAN dejando a Lituania, Letonia y Estonia separadas de sus aliados.
Sin duda Bielorrusia es el aliado más firme y que puede ser más eficaz para Rusia, sobre el terreno, ante cualquier ampliación de esta guerra.