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Una mujer árabe israelí vota en las elecciones parlamentarias del país, en marzo de 2020AFP/ Ahmad GHARABLI

Elecciones en Israel

El voto árabe, determinante en la victoria o el fracaso de Netanyahu en las elecciones de Israel

Formaciones de todo signo político, contrarias a la reelección de Benjamín Netanyahu, llaman a la movilización de este electorado para evitar que el ex primer ministro alcance la mayoría

La población árabe en Israel supone el 21 % del total. Una minoría bastante significativa que a la hora de las elecciones puede marcar una gran diferencia. Según una encuesta publicada por el Instituto de Democracia de Israel, un 70 % de los árabes-israelíes afirman que votarán en los comicios del 1 de noviembre.

Aunque los hechos suelen confirmar que estas encuestas tan positivas no suelen cumplirse del todo, los expertos auguran que al menos la mitad de esta comunidad sí votará el martes. El profesor Alberto Spektorowski, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Tel Aviv, comparte esta misma idea y recalca en una conversación con El Debate que la participación de esta comunidad será «determinante» en los resultados finales de las elecciones.

Una alta concurrencia de la población árabe-israelí a las urnas podría ayudar a que varios partidos árabes pasen el umbral electoral e inclinar las elecciones en contra del favorito y ex primer ministro, Benjamín Netanyahu, líder de la formación Likud –La Consolidación–. De hecho, Spektorowski afirma que las formaciones contrarias a la figura de Netanyahu están animado a esta minoría a que vote, aunque no sea a favor de sus partidos, simplemente para que el líder del Likud no consiga la ansiada mayoría en la Knéset (Parlamento israelí).

Los partidos árabes que se presentan a los comicios son tres: Hadash-Ta'al, Ra'am y Balad. Estas formaciones no solo se juegan entrar en la Knéset, sino su propia existencia. Al entrar en el Parlamento los partidos reciben financiación, vital para seguir manteniendo sus instituciones y su actividad. Sin estos ingresos, los partidos árabes podrían terminar por desaparecer.

Aunque esta no es la única razón por la que la comunidad árabe podría movilizarse más que en elecciones anteriores. Esta población, explica Muhammed Khalaily, uno de los autores de la encuesta, ha empezado a entender que para que sus demandas se oigan necesitan tener representación en el Parlamento israelí.

«No quieren que la Knéset sea solo judía. Están enfadados y frustrados, pero todavía quieren que alguien luche por ellos», apunta Khalaily. A lo que hay que sumar el auge de los partidos cuyas posiciones con respecto a los árabes son cada vez más radicales como es el caso de Otzma Yehudi –Poder Judío–, liderado por el controvertido Ben Gvir.

Las últimas encuestas posicionan a esta formación, integrada en una lista conjunta con otros dos partidos, en tercera posición en intención de voto. Pero el experto insiste en que a pesar de todos estos alicientes son las formaciones que representan a esta comunidad las que tienen que alentar a sus votantes a depositar su papeleta en las elecciones del martes.

También hay otro factor que juega en contra de una alta participación de esta comunidad y es que, según los datos que se derivan de la encuesta, el 66,6 % de los entrevistados cree que el régimen de Israel no es completamente democrático con los ciudadanos árabes, lo que puede desinflar su intención de ir a las urnas.

El conflicto árabe-israelí, en segundo plano

Un dato curioso que aporta esta reciente encuesta es que en la sociedad árabe el conflicto palestino-israelí ha dejado de ser uno de los principales problemas y se ha visto sustituido por el aumento de la violencia. La mayoría de los encuestados culpan al mal funcionamiento de la Policía y los organismos encargados de hacer cumplir la ley por el aumento de la delincuencia dentro de la población árabe, así como la mala situación económica.

Mientras que solo el 4,6 % abogó por que el conflicto palestino fuera uno de los temas a tratar durante la campaña electoral.

Sin voto en el extranjero

Una anomalía significativa es que la diáspora no podrá votar a no ser que viajen a Israel. Entre 500.000 y 800.000 israelíes viven en el extranjero y no podrán participar en las elecciones de su país, mientras que los diplomáticos sí que pueden depositar su voto en las correspondientes embajadas o consulados.

El catedrático Alberto Spektorowski explica este fenómeno atendiendo a la compleja situación de seguridad que vive el país hebreo. Según Spektorowski cada voto puede acabar en «vida o muerte», puede suponer «el inicio de un nuevo conflicto». «Aquellos que están en el extranjero no asumen finalmente las consecuencias de su decisión en las urnas», apunta el catedrático.