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Scholz y Xi Jinping en Pekín

Xi Jinping recibió al canciller alemán Olaf Scholz en PekínAFP

Scholz viaja a Pekín y se reúne con Xi Jinping con el puerto de Hamburgo como regalo bajo el brazo

El presidente chino invitó al canciller alemán a trabajar juntos «en tiempos de caos»

Olaf Scholz, el canciller alemán, le ha echado el ojo a Pekín, y parece no temer a la perniciosa influencia política y económica china en aquellos países con los que establece lazos.

A tenor de la visita que el jefe del gobierno alemán está realizando a la capital de China, tampoco le preocupa el daño que pueda sufrir la imagen de Alemania después de que la ONU documentara la violación de los derechos humanos de la población uigur de Xinjiang.

La visita llega en un momento malo, en medio del incendio provocado en el seno del gobierno alemán por el visto bueno a la naviera china China Ocean Shipping Company (COSCO) para entrar en el capital de Tollerort, empresa propietaria de la terminal de contenedores del puerto de Hamburgo.

Scholz dio el visto bueno a la peligrosa operación a pesar de la lección aprendida tras el chantaje ruso con el gas en el contexto de la guerra de Ucrania. Durante décadas Alemania permitió, y promovió con gusto, el establecimiento de una dependencia energética de Alemania, y gran parte de Europa, con el Kremlin.

Tampoco le importó la opinión contraria de los servicios de seguridad de Alemania ni la cólera de seis de sus ministros. La operación salió adelante y, unos días después, un sonriente Scholz se plantó en Pekín para conversar con el presidente chino, y recién reelegido líder del Partido Comunista, Xi Jinping.

Las voces más críticas en Alemania, señala la BBC, afirman que la obcecación de Scholz con la operación del puerto de Hamburgo se debe a que no quería presentarse ante Xi Jinping sin un «regalo» bajo el brazo.

La visita de Scholz a Pekín, apunta también la BBC, sigue el patrón marcado por su predecesora, Angela Merkel.

Al igual que ella, Scholz se presentó ante el autócrata chino rodeado de una flamante delegación de ejecutivos de empresas alemanas, entre las que están Deutsche Bank, Siemens o BMW, detalló Efe.

Del mismo modo, Merkel, y antes que ella Gerhard Schröder, se presentaban en Moscú ante Putin rodeados de ejecutivos de energéticas alemanas y con carpetas bajo el brazo repletas de acuerdos con la gasística Gazprom.

Scholz, el primer líder del G7 que visita China desde que se desató la pandemia de coronavirus, fue recibido con alfombra roja y los más altos honores militares que un jefe de Estado merece en visita oficial.

El canciller, su delegación, se sometieron obedientemente a las pruebas de coronavirus para cumplir con la política de «COVID cero» aplicada por China y, una vez confirmados los resultados negativos, se produjo la entrevista con Xi Jinping.

Scholz sacó a relucir ante el líder chino temas como el cambio climático, la crisis alimentaria global o el desarrollo de los lazos económicos chino-germánicos.

Pidió también al presidente chino que ejerza su influencia sobre Vladimir Putin para que ponga fin a la agresión a Ucrania y trató de acallar las críticas internas por su visita con dos advertencias: todo cambio del statu quo de Taiwán debe producirse «mediante la vía pacífica y el diálogo»; y China deberá poner fin a su deriva autárquica.

Xi Jinping, por su parte, llamó a Alemania a trabajar cerca de China en «tiempos de cambio y caos».

Unas relaciones que, afirmó, deberán sostenerse en el principio de respeto mutuo: «Mientras se mantengan los principios de respeto mutuo, búsqueda de puntos en común dejando al margen las diferencias, intercambio y aprendizaje mutuo, y cooperación buscando el beneficio mutuo, las relaciones bilaterales no se desviarán de su rumbo y progresarán a un ritmo estable».

«En la actualidad, la situación internacional es compleja y cambiante. Como potencias influyentes, China y Alemania deberían trabajar juntas en estos tiempos de cambio y caos para hacer más contribuciones a la paz y el desarrollo mundiales», insistió.

En una tribuna publicada en el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitungm Scholz justificó la visita en la necesidad de reducir «las dependencias unilaterales con el espíritu de la diversificación inteligente».

«Seguir como siempre no es una opción», defendió, y argumentó que «si China cambia, la forma en que tratamos con China también debe cambiar».

La visita, después del visto bueno de la entrada de COSCO en el puerto de Hamburgo, ha desatado una tormenta dentro del gobierno de coalición que sostiene a Scholz.

En particular, Los Verdes, que ostentan la cartera de Exteriores, han sido muy críticos con el Canciller y han defendido una línea dura con China.

La ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, llamó a aprender de las funestas consecuencias de la dependencia energética de Rusia: «Debemos hacernos lo más independientes posible de los Estados individuales, particularmente si estos son estados que no comparten nuestros valores».

Al igual que la poderosa industria alemana dependía del maná del gas ruso, Alemania tiene unos lazos comerciales con China demasiado fuertes y complejos como para despreciarlos: China es el mayor socio comercial de Alemania, y lo seguirá siendo a pesar del contexto internacional y de la alianza estratégica de China con Rusia.

La BBC proporciona algunos datos, como que en la primera mitad de 2022 las empresas alemanas alcanzaron su máximo nivel de inversión en China.

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