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Cuatro F-15K de la Fuerza Aérea de Corea del Sur y cuatro cazas F-16 de la Fuerza Aérea de EE. UU. durante un simulacro de bombardeo de precisión en respuesta a Corea del Norte

Cuatro F-15K de la Fuerza Aérea de Corea del Sur y cuatro cazas F-16 de la Fuerza Aérea de EE.UU.Ministerio de Defensa de Corea del Sur

Tambores de guerra en la península de Corea

Una guerra entre las dos Coreas es una posibilidad, dado que Kim Jong-un es uno de los líderes más inestables del mundo, y su país es el estado nuclear más impredecible del planeta, con la quinta parte de los varones militarizados

Pyongyang lanzó casi dos docenas de misiles, el dos de noviembre pasado, uno de los cuales impactó dentro de la zona económica exclusiva de Corea del Sur, 26 kilómetros al sur de Línea Límite Norte, una frontera marítima en disputa.

Corea del Sur contestó lanzando tres misiles aire-tierra desde cazabombarderos F-15 y F-16 en aguas territoriales de Corea del Norte. El presidente, Yoon Suk-yeol, un exfiscal conservador, acusó a su homólogo del Norte de «un acto efectivo de invasión territorial».

Con ello se rompen los aparentes avances conseguidos por el anterior presidente surcoreano, Moon Jae-in, que ejerció de 2017 a 2022, los presidentes de Corea del Sur solo pueden servir por un período, y usó la diplomacia para intentar reducir las tensiones con Pyongyang.

Pero el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, el tercero de su dinastía, es impredecible.

El nuevo presidente mantiene una política más beligerante ante los desafíos de Pyongyang. Washington retiró sus armas nucleares de Corea del Sur en la década de 1990.

Yoon pidió sin éxito a Estados Unidos que retornara esos artefactos. Tras una reunión con el presidente Joe Biden, Yoon cambió de opinión y se manifestó en contra de «reubicar armas nucleares tácticas en la península».

En una entrevista con la CNN, Yoon dijo estar dispuesto a hablar con Kim Jong-un. «Creo que la pelota está en la cancha del presidente Kim», afirmó. «Es su elección iniciar un diálogo con nosotros. No quiero que Corea del Norte se derrumbe».

Antecedentes

La Guerra de Corea terminó con un alto el fuego en 1953, pero técnicamente ambas Coreas siguen en guerra. Las noticias sobre las pruebas de misiles de Corea del Norte o los ejercicios militares de Corea del Sur se repiten con asiduidad impulsadas por Seúl y Pyongyang.

El Ejército estadounidense es básico para la seguridad nacional de la República de Corea. De hecho, solo se ausentó de allí desde junio de 1949 hasta el estallido de la Guerra de Corea en 1950, conflicto que evidenció la importancia de la presencia estadounidense en Corea del Sur.

Esa guerra de Corea fue un momento crítico. Antes de ella, los estadounidenses creyeron que podían separar los elementos políticos de los militares.

La guerra demostró lo contrario y transformó el compromiso de los EE.UU. de un mínimo a un máximo constituido por una alianza formal, un tratado de defensa mutua y una presencia militar estadounidense para reforzar la credibilidad de Washington. Sucesivos presidentes intentaron en vano reducir esa presencia armada, buscando retirarse gradualmente.

La modernización económica y de defensa de Corea del Sur permite que Seúl asuma mayores cuotas en la disuasión y defensa convencional y EE.UU. proporcione disuasión extendida para Corea del Sur contra las crecientes capacidades nucleares de Corea del Norte.

Sin embargo, los avances de Corea del Norte en las capacidades de misiles de largo alcance y armas nucleares, específicamente su capacidad potencial para atacar a los Estados Unidos continentales con un misil intercontinental de cabeza nuclear, plantea dudas sobre si Washington arriesgaría Seattle para salvar a Seúl.

En los últimos años, los funcionarios de EE.UU. y la República de Corea han reformulado la relación como una alianza estratégica integral, que anida sus componentes militares y de seguridad tradicionales en una amplia gama de valores democráticos compartidos, lazos económicos y apoyo mutuo para un orden internacional basado en reglas.

En cambio, los constantes avances nucleares y de misiles de Corea del Norte y la creciente competencia de grandes potencias entre Estados Unidos, China y Rusia plantean nuevos desafíos para la cohesión de la alianza.

Estados Unidos busca vertebrar la relación con Corea del Sur dentro de otras alianzas regionales, no solo para crisis puntuales, y aclarar dentro de la alianza a quién cubre y en qué circunstancias el paraguas nuclear de Estados Unidos.

Washington continúa alentando a Seúl a expandir su rol en la región y mejorar los lazos con Tokio, mientras recuerda el monopolio del presidente de EE.UU. en el uso de armas nucleares.

Los aliados

Es evidente que, al igual que está EE.UU. detrás de la República de Corea, los chinos y los persas apoyan a Corea del Norte. Muchas hambrunas que han azotado el país se han visto reducidas por las donaciones chinas de arroz.

Tras un altibajo, en marzo de 2018, el líder supremo Kim Jong-un se reunió por primera vez en Beijing con el secretario general del Partido Comunista Chino, Xi Jinping.

El viaje del líder norcoreano duró cuatro días. El dirigente chino visitó Pyongyang durante dos días en junio de 2019, la primera desde la visita de Hu Jintao en 2006.

En los juegos de Corea del Norte a los que asistió Xi Jinping, se le representó con la misma iconografía roja y dorada usada para representar al padre de Kim Jong-un , Kim Jong-il , y al abuelo, Kim Il-sung, los dos primeros monarcas de esa dinastía roja. Es la primera vez que una visita de un líder chino a ese país ha sido calificada como «visita de estado» por los chinos.

En 2019, Corea del Norte defendió los campos de «reeducación» chinos de los musulmanes de Xinjiang, elogiando «los notables logros de China en el campo de los derechos humanos».

Corea del Norte también ha defendido a Pekín en represión de Hong Kong. En octubre de 2019, los dos países celebraron 70 años de una «amistad invencible». China es el mayor socio comercial de Corea del Norte.

Evan JR Revere, investigador senior para Asia y Pacífico, tiene claro que Estados Unidos ya «no puede confiar en que Pekín respalde el aumento de las sanciones y la presión sobre Pyongyang. China exigirá un asiento en las negociaciones de paz en la península coreana».

En 2017, EE.UU. desplegó activos de defensa antimisiles avanzados en la Península de Corea, en particular las baterías de Defensa de Área de Gran Altitud Terminal (THAAD) para reducir la amenaza de los misiles. Pekín reaccionó con represalias económicas contra Seúl por permitir ese despliegue, que protegía al Sur de las agresiones del Norte. Muchos coreanos se sintieron atrapados en una confrontación global entre Estados Unidos y China.

Las provocaciones de Corea del Norte también sirven a China de termómetro para saber cuál es la temperatura de la respuesta de Washington, pensando en sus propias reivindicaciones en el mar de China.

EE.UU. hoy no puede salir de la República de Corea, pues forma parte de una red de alianzas que se extiende a Japón. En los últimos años, Washington y Seúl crearon una alianza estratégica, conjugando lazos militares con valores democráticos, comercio y apoyo mutuo en el orden internacional.

El presidente Yoon pide a EE.UU. despliegues estratégicos más activos y mayor fidelidad en la política de disuasión extendida.

Washington busca apaciguar a Seúl, aunque sigue firme en su política nuclear, de la que Corea del Sur se percibe excluida.

Simultáneamente, el presidente Yoon pretende fortalecer su país desarrollando las capacidades de ataque preventivo, mejorando los despliegues de THAAD y estableciendo un comando estratégico.

Es posible la guerra

Una guerra entre las dos Coreas es una posibilidad, dado que Kim Jong-un es uno de los líderes más inestables del mundo, su régimen es abusivo con su pueblo y su país es el estado nuclear más impredecible del planeta, con la quinta parte de los varones militarizados.

Pyongyang hace una lectura propia de la derrota de Estados Unidos en Afganistán y de la falta de compromiso total en la guerra de Ucrania.

También Yoon Suk-yeol puede estar preocupado por el abandono de Afganistán y duda sobre la fiabilidad de Washington como guardaespaldas.

Desde luego, a Seúl no le falta tecnología para desarrollar sus propias armas nucleares, dispone de un ejército masivo y una poderosa economía para respaldarlo.

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