Elecciones EE.UU.
Putin puede votar en Estados Unidos
Los comicios del martes revisten una gran importancia porque si los republicanos ganan el control de una o de las dos Cámara legislativas pueden hacer la vida imposible a Biden
No es fácil hacer una clasificación de los países democráticos profundamente polarizados. España con Sánchez lo está claramente. Hay, con todo, otros como Brasil o Estados Unidos que no le van a la zaga.
En este último las elecciones del martes 8 han hurgado dramáticamente en la herida de la división. La seriedad de las acusaciones que se entrecruzan en el debate alcanza límites recientemente desconocidos y las descalificaciones salen de labios de pesos pesados.
Biden y, el aún carismático entre la progresía, Obama han repetido abundantemente en mítines de la semana pasada que la lección es fundamental porque lo que está en juego es la democracia. «Los estadounidenses», ha dicho Biden, «no pueden estar seguros de que nuestra democracia es sólida».
El progre The Washington Post recalca que muchos de los candidatos republicanos en las elecciones han cuestionado la legitimidad de la que perdió Trump hace dos años.
Los republicanos por su parte sostienen que los demócratas son inmorales y deshonestos (un sondeo Pew muestra que 72 % lo cree, en 2016 eran sólo el 47 %). El conservador The Wall Street Journal dispara que «en democracia los demócratas no practican lo que predican».
La brecha se abre en muchos aspectos. Según una encuesta de Gallup el 85 % de los demócratas confía en la corrección de las elecciones, mientras que sólo lo hace el 40 % de los republicanos.
Los comicios del martes revisten así una importancia obvia porque si los republicanos ganan el control de una o de las dos Cámara legislativas –se renueva toda la Casa de representantes y un tercio del Senado– pueden hacer la vida imposible a Biden abortando muchas de las iniciativas del Gobierno, trabándolo. Los sondeos apuntan a que puede ocurrir.
Es frecuente que el partido del presidente pierda las elecciones de medio mandato, las del martes, sobre todo cuando la popularidad del ocupante de la Casa Blanca es inferior al 50 % (la de Biden hoy es de 40 %), la del Congreso es baja (hoy es el 21 %) y el nivel de satisfacción popular es asimismo reducido como en estos momentos.
Hay, además, un factor más decisivo en esta ocasión: los demócratas han equivocado el mensaje y es tarde para corregirlo.
Es cierto, de un lado, que la población estadounidense piensa que el sistema democrático está amenazado el (71 %) pero sólo un ridículo 7 % lo considera un tema prioritario en estas elecciones.
Los americanos están preocupados con las cosas de comer, es decir la inflación, el precio de la gasolina, el aumento de la criminalidad, cierto, pero quizás exagerado por la derecha dado que es un campo feraz de votos, y, en cierta medida, con la inmigración ilegal.
Los demócratas habrían así perdido un tiempo y unos recursos preciosos machacando temas como las asechanzas antidemocráticas y la prohibición del aborto.
El Tribunal Supremo en una decisión que produjo hace meses una conmoción eliminó la prohibición nacional del aborto afirmando que era un tema que dejaba a la decisión de cada Estado, doce de los cincuenta han introducido la prohibición de uno u otro tipo desde entonces.
La cuestión, sin embargo, no obsesiona en estos momentos, ni siquiera a muchos partidarios del aborto, a pesar del gasto en publicidad (415 millones de dólares) que han realizado a favor de permitirlo el partido demócrata y organizaciones afines.
La gente está en la cesta de la compra, la subida de los alquileres o hasta en el coste del ocio (300 euros una entrada en Broadway) por no hablar de sacar la familia a un restaurante. Una encuesta de la cadena ABC muestra un 49 % de ciudadanos preocupados con el coste de la vida, frente a un 14 % con la cuestión del aborto.
Un presidente maniatado puede cambiar el futuro del país y de parte del mundo. Los republicanos no quieren más endeudamiento del estado, podrían introducir reformas educativas de amplio calado, hacer avances en la guerra cultural que se desarrolla en el país y hasta hacer correcciones en Ucrania.
McCarthy posible futuro presidente de la Casa de representantes ha manifestado que «la nueva Casa no dará un cheque en blanco a Ucrania». Propósito serio que llevara a Putin a votar republicano y a seguir las elecciones del martes con más avidez que yo que estoy en Estados Unidos bebiendo diariamente de la pantalla.