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inmigrantes a bordo del buque Ocean VikingAFP

Francia abre el puerto de Tolón a los inmigrantes del Ocean Viking y entra en cólera contra Italia

El gobierno francés abrió una crisis diplomática con el gobierno de Giorgia Meloni al imponer sanciones a Italia y pedir a los demás países de la UE que hagan lo mismo

Se acabó la luna de miel entre Giorgia Meloni y los mandatarios de los países europeos. La chispa que ha prendido el incendio ha sido la migración. En concreto, la decisión del gobierno italiano de cerrar los puertos a los barcos de las ONG que rescatan inmigrantes en aguas del Mediterráneo.

Francia ha decidido dar puerto al barco Ocean Viking, de la de la ONG francesa SOS Méditerranée, con 234 inmigrantes a bordo, «con carácter excepcional», pero advirtió al gobierno italiano que su negativa a desembarcar a los rescatados tendrá consecuencias.

En concreto, el gobierno francés anunció que se suspende «con efecto inmediato» el acuerdo con Italia para repartir a inmigrantes y refugiados que llegan a su territorio, lo que supone que el compromiso para repartir a 3.500 inmigrantes acogidos en Italia, que debía producirse antes del próximo verano, queda sin efecto.

Además, el gobierno francés invitó a los demás países de la Unión Europea, y en especial Alemania, a tomar medidas similares.

El ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, señaló en rueda de prensa que «es el Gobierno italiano el que sale perdiendo» con las sanciones que adoptará contra Roma.

«Habrá consecuencias extremadamente fuertes en la relación bilateral» entre Francia e Italia, advirtió Darmanin.

Además de suspender el acuerdo de recolocación para el reparto de inmigrantes rescatados por barcos humanitarios, un acuerdo adoptado a nivel europeo, Francia también anunció controles fronterizos con Italia.

Además, Francia va a organizar «en los próximos días» una reunión con la Comisión Europea y con Alemania para «sacar las consecuencias de la actitud italiana» porque, según insistió el portavoz del Gobierno francés, Olivier Véran, «Francia quiere que la respuesta sea europea».

El Ocean Viking, que se encontraba esta mañana frente a las costas de Córcega en espera de autorización de Francia o de Italia para atracar en un puerto, va a dirigirse finalmente a Tolón, donde serán desembarcados mañana los migrantes que van a bordo (esta mañana ya fueron evacuados cuatro en helicóptero por razones sanitarias).

Eso se hará en el puerto militar de Tolón, donde se les prestará asistencia médica y donde se harán los controles para determinar quiénes son susceptibles de recibir el estatuto de refugiados.

El resto de los migrantes de este buque serán objeto de procedimientos de expulsión con carácter inmediato, según el ministro francés de Interior.

Los que puedan quedarse se repartirán siguiendo las mismas reglas del acuerdo europeo, pero sin Italia: un tercio se quedarán en Francia, un tercio irán a Alemania y el resto a otros países de la Unión Europea que lo acepten, y de los que París espera respuesta.

Darmanin puso el acento en que «es Italia la que impide con su comportamiento» el funcionamiento del pacto que se estableció entre los países europeos y también «la gran perdedora».

Un portavoz de SOS Méditerranée dijo a Efe que habían recibido la noticia de que podrán desembarcar en Tolón como «un alivio amargo», después de una veintena de días en el mar en espera de una solución.

Para el portavoz, en cualquier caso, la crisis entre Francia e Italia por este asunto es muestra de «un gran fracaso» en la política europea, aunque no quiso entrar a comentar la decisión de París ni las consecuencias de la situación actual para la actividad de su organización.

La aceptación del Ocean Viking en un puerto francés, aunque sea teóricamente con carácter excepcional, va a tener también consecuencias en la política interior francesa, como lo dejó claro la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, quien se apresuró a reaccionar en su cuenta de Twitter criticando al Gobierno.

«Al aceptar por primera vez que un barco desembarque migrantes en un puerto francés, Emmanuel Macron lanza una señal dramática de permisividad», escribió Le Pen, que añadió que el presidente francés con esa decisión «ya no puede hacer creer a nadie que quiere acabar con la inmigración masiva y anárquica».