El presidente de Perú, Pedro Castillo, acude a la Fiscalía a responder sobre ascensos militares
El Congreso ignora el autogolpe de Pedro Castillo y le destituye
La vicepresidente peruana, Dina Boluarte, que minutos antes de la votación rechazó la decisión de Castillo, asumirá la presidencia de Perú
Con una mayoría de votos, que esta mañana parecía imposible, el Congreso del Perú declaró la vacancia [destitución] de Pedro Castillo como presidente de Perú por «incapacidad moral».
La decisión del mandatario de disolver el Congreso y convocar una Asamblea Constituyente para reformar el Poder Judicial, generó un rechazo generalizado e incluso los aliados tradicionales y eventuales decidieron darle la espalda.
Tras el anuncio de Castillo de esta mañana, Alejandro Muñante, tercer vicepresidente del Congreso, anunció que la sesión del Pleno del Congreso de hoy, pactado para las 15:00 h se adelantó para las 12:30 h.
La destitución requerirá del voto a favor de, al menos, 87 congresistas
Uno a uno, los congresistas peruanos votaron con un «Si» o un «No» a la declaración de vacancia contra Castillo. Con 101 votos a favor, 6 en contra y 10 se abstuvieron la destitución fue aprobada, abriendo con ello un proceso de sustitución constitucional.
La vicepresidente peruana, Dina Boluarte, que minutos antes de la votación rechazó la decisión de Castillo, asumiría la presidencia de Perú.
Igualmente, las Fuerzas Armadas del Perú se pronunciaron cuando ya se había iniciado la votación. Aunque no fueron categóricos en su rechazo a la decisión del ahora exmandatario, dejaron a entrever su rechazo.
En un comunicado, las Fuerzas Armadas señalaron que eran «respetosas del orden constitucional establecido» y apelaron al «artículo 134 de la Constitución» que permitiría la disolución del Congreso si rechaza en dos ocasiones la confianza al Gabinete del Presidente.
Cualquier acto contrario al orden constitucional establecido, constituye una infracción a la Constitución que genera nuestro desconocimiento
El mensaje de las Fuerzas Armadas advertía que la decisión de Castillo, sin mencionarlo por su nombre genera el no acatamiento por parte de las Fuerzas Armadas y policía nacional del Perú. Las fuerzas de seguridad peruanas invocaron a la «ciudadanía a mantener la calma».
De esta forma, Castillo quedó sólo en una decisión temeraria y sin los soportes políticos necesarios que lo pueden llevar a la cárcel o al exilio.
