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Viktor Bout

Viktor Bout en 2009 durante una audiencia judicial en BangkokAFP

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Viktor Bout: el traficante de armas que Putin ha tratado de liberar de forma obsesiva

El desigual intercambio de prisioneros entre el traficante de armas ruso Viktor Bout y la jugadora de baloncesto estadounidense Brittney Griner plantea la cuestión de los vínculos del «mercader de la muerte» con el Kremlin

El traficante de armas ruso, Viktor Bout, conocido como «el mercader de la muerte», ya se encuentra en Rusia tras su liberación por parte de Estados Unidos.

Bout recuperó su libertad después de 12 años en prisión en un canje de prisioneros que permitió la liberación de la jugadora de baloncesto estadounidense, Brittney Griner, condenada a prisión en Rusia acusada de posesión de un gramo de aceite de cannabis.

Nada más aterrizar en Rusia, Bout no defraudó a sus padrinos del Kremlin y declaró que Occidente busca destruir y dividir Rusia: «No lograron acabar con nosotros en 1990, cuando se desintegró la Unión Soviética», declaró al órgano de propaganda Russia Today.

La liberación y repatriación de este oscuro personaje ha sido una obsesión para el Kremlin, y el proceso contra Griner ha sido orquestado para dotarse de una palanca que permitiera a Rusia traer de vuelta al traficante de armas.

De hecho, las pretensiones de la Casa Blanca era repatriar al exmarine Paul Whelan, acusado y condenado por espionaje y encarcelado desde hace cuatro años.

Sin embargo, el caso Griner se cruzó en medio de las negociaciones y lo mediático del caso obligó a las autoridades estadounidenses a cambiar sus objetivos y priorizar la liberación de Griner frente a la de Paul Whelan.

En cualquier caso, el Kremlin se ha salido con la suya y Viktor Bout está ya en Rusia. Pero ¿por qué es tan importante este personaje para el régimen de Putin?

Su biografía revela una vida extrema que incluso inspiró la película El señor de la guerra, protagonizada por Nicolas Cage.

Nacido en Tayikistán en 1967, inició su carrera en 1990 como empresario del transporte aéreo. Según revela el libro El Mercader de la Muerte, de Douglas Farah y Stephen Braun, Bout se sirvió de aviones militares en desuso que adquiría en antiguos aeródromos soviéticos para traficar con todo tipo de mercancías.

Según señaló la BBC, Bout empleaba enormes aviones Antonov e Ilyushin para transportar grandes envíos de armas a países en guerra.

Mediante su negocio criminal, alimentó con armamento sangrientos conflictos en África, Oriente Medio, el Sudeste Asiático, Europa del Este y América Latina.

La ONU lo identificó como cómplice de los crímenes de guerra cometidos por el expresidente liberiano Charles Taylor en la guerra civil de Sierra Leona, además de ayudarle a afianzar su lucrativo negocio de diamantes de sangre.

Pero hay más: Viktor Bout fue una tecla central en la construcción del terrorismo yihadista internacional al proporcionar armas a Al-Qaeda y al régimen de los talibanes.

También armó, apunta la BBC, a ambos bandos enfrentados en la guerra civil de Angola y a los señores de la guerra de la República Centroafricana y a la República Democrática del Congo, al mismo tiempo que armaba a los gobiernos que los combatían. Alimentó también los conflictos civiles en Sudán y en Libia.

También en Europa proporcionó armas que acabaron en manos de grupos criminales de Bulgaria, Moldavia o los Balcanes.

Su papel esencial en el enquistamiento de sangrientos conflictos a lo largo y ancho del globo le valió el apodo de «mercader de la muerte», que con acierto le puso el ministro británico de Exteriores Peter Hain.

Acosado por las autoridades belgas, en 2002 abandonó el país donde residía y se sentía seguro al abrigo de una laxa legislación.

Desde entonces, inició un periplo por varios países donde estableció su residencia de forma provisional: Emiratos Árabes, Sudáfrica y, finalmente, de nuevo Rusia.

Dada su función desestabilizadora, Estados Unidos le tenía el ojo echado a Bout desde el año 2000. En 2006 lo sancionó congelando sus activos, una medida que tuvo poca repercusión y que no le impidió seguir traficando con armas.

En 2008, sin embargo, llegó la oportunidad de echarle el guante. Agentes estadounidenses de la DEA (la Agencia Antidrogas) se hicieron pasar por terroristas de las Farc y lograron una entrevista personal con Bout en Tailandia.

Sin embargo, la clave para entender por qué Vladimir Putin tenía un interés enfermizo en lograr la liberación y extradición a Rusia de Viktor Bout la ofrece el periodista de la CNN Nick Paton Walsh.

Walsh, que entrevistó a Bout en 2009, explicó que, además de formación militar –en concreto como piloto y experto en lenguas– Bout trabajó en la inteligencia soviética y rusa al servicio de los objetivos geopolíticos de Moscú.

Además, trabajó codo con codo y mantuvo relaciones estrechas con altos cargos que ahora ocupan puestos en primera línea del gobierno de Putin. Moscú ha recuperado a uno de sus activos más importantes y muchos jerarcas en el Kremlin podrán por fin respirar tranquilos.

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