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Presidente Chile Gabriel Boric

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El Debate en América

Boric, Allende y la Constitución

La aspiración de instaurar en Chile un Estado Socialista une al dictador Salvador Allende y al actual presidente Gabriel Boric

Para nadie es un misterio que el presidente chileno Gabriel Boric tiene como referente e ídolo al dictador Salvador Allende.

En este sentido Fernando Londoño tiene la titularidad de haber caracterizado de modo certero a quien intentó, a través de la revolución de las empanadas y vino tinto, convertir a Chile en un Estado socialista.

En general, se desconoce que el dictador Allende tenía como propósito fundamental, para llevar a cabo la revolución socialista, implementar una constitución a la medida.

Más desconocido es el hecho de que se redactó un texto que se supone iba a someter a plebiscito el 11 de septiembre de 1973, según «el más directo colaborador personal» que tuvo Allende, el español Joan Garcés, militante del PSOE y para quien «la actual dirección de Pedro Sánchez parece mejor» que cuando estuvo al mando Felipe González.

Nuevo orden institucional

El propósito de Allende de implementar un nuevo orden institucional y funcional a la revolución, está recogido de manera concreta en el programa de gobierno de la Unidad Popular que fue «aprobado por los partidos: comunista, socialista, radical y social-demócrata, el movimiento de acción popular unificado (MAPU), y la acción popular independiente (API), el 17 de diciembre de 1969 en Santiago de Chile».

Al final de la introducción del programa de gobierno encontramos que: «La única alternativa verdaderamente popular y, por tanto, la tarea fundamental que el Gobierno del Pueblo tiene ante sí, es terminar con el dominio de los imperialistas, de los monopolios, de la oligarquía terrateniente e iniciar la construcción del socialismo en Chile».

Una de las maneras que iba a permitir construir el socialismo en Chile y alcanzar el poder total consistía en constituir «por todas partes los Comités de la Unidad Popular, articulados en cada fábrica, fundo, población, oficina o escuela por los militantes de los movimientos y de los partidos de izquierda».

«Los Comités de la Unidad Popular no sólo serán organismos electorales. Serán intérpretes y combatientes de las reivindicaciones inmediatas de las masas y, sobre todo, se prepararán para ejercer el Poder Popular.»

Sin embargo, sería el régimen y estructura política del Gobierno Popular la que permitiría «transformar las actuales instituciones para instaurar un nuevo Estado donde los trabajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder».

Fórmula para el nuevo Estado

La fórmula para el nuevo Estado sería «un nuevo orden institucional: El Estado Popular» y «una nueva Constitución Política institucionalizará la incorporación masiva del pueblo al poder estatal».

Entre las innovaciones que se estrenaran en la Constitución del pueblo, estaría la «Asamblea del Pueblo como órgano superior de poder» de la «organización única del Estado estructurada a nivel nacional, regional y local».

«La Asamblea del Pueblo será la Cámara Única que expresará nacionalmente la soberanía popular».

Luego se especifican una serie aspectos técnicos y jurídicos referidos al funcionamiento de los poderes del Estado; la composición de la Asamblea del Pueblo; la nueva forma de concebir el poder judicial como un «Tribunal Supremo, cuyos componentes sean designados por la Asamblea del Pueblo», ya que «para el Gobierno Popular una nueva concepción de la magistratura reemplazará a la actual, individualista y burguesa».

Además, el Estado Popular contemplará la «integración y aporte de las Fuerzas Armadas en diversos aspectos de la vida social. El Estado Popular se preocupará de posibilitar la contribución de las Fuerzas Armadas al desarrollo económico del país sin perjuicio de su labor esencialmente de defensa de la soberanía».

En realidad el propósito que se buscaba en la nueva carta fundamental, lo expresa Joan Garcés: «La idea que yo le propuse al presidente apenas fue elegido, y que él aceptaba –la expuso en un discurso que pronunció en Punta Arenas a fines de 1970, está publicada− era que, anticipando una insurrección contrarrevolucionaria, las organizaciones populares tenían que articular con las FF.AA. del Estado la defensa de la República. Y eso requería una política militar orientada a ese fin, dentro del más estricto respeto a la Constitución, para defenderla en cualquier terreno en caso de necesidad».

Grietas en la revolución

Luego de dos años en el poder el Gobierno Popular exhibía serias grietas en la revolución socialista para la transformación del Estado: miseria, desempleo, inflación galopante, mercado negro, desabastecimiento de bienes esenciales, tarjetas de racionamiento, polarización política y violencia.

Sin embargo, la grieta más profunda consistió en que el Gobierno Popular del dictador Allende, apartándose de manera persistente del orden constitucional, llevó a que el Parlamento, la Corte Suprema de Justicia y la Contraloría General de la República, lo declararan al margen de la constitución y la ley.

En ese escenario, el 5 de septiembre de 1972, el dictador Allende realizó un discurso que denominó: «Sobre la base de la verdad».

En realidad no fue un discurso político, sino que consistió, según sus propias palabras, en un «análisis político» ante los «dirigentes de la Unidad Popular y organismos de masa».

Luego de un extenso análisis de la situación de la revolución, entró al detalle del nuevo orden institucional. El mensaje de fondo trataba en última instancia de que la «Revolución» «alcance los niveles institucionales que la hagan permanente e irreversible», con la promulgación de una nueva Constitución.

El contenido de la nueva Carta Fundamental, tal como se puede leer en el texto sobre el «análisis político», no difería de lo expresado en el programa del Gobierno del Pueblo.

Análisis político

La importancia del acto de «análisis político» residía en hacer conscientes a los «compañeros» de las dificultades que se estaban presentando para llevar adelante la revolución y los desafíos electorales que se avecinaban y que resultaban decisivos para la aprobación de la nueva constitución.

Y así fue que en dicho acto, Allende sostuvo que «Tenemos que dictar una Constitución que abra el camino hacia el socialismo, que consagre derechos y que haga que los trabajadores gobiernen este país»

«Debemos entregar, entonces, las ideas fundamentales para que sean discutidas, analizadas y conversadas en el sindicato, en las faenas, en las industrias, en las escuelas, en los hospitales, en el taller y en el hogar».

«Por eso yo quiero entregar esta tarde, como tarea al pueblo de Chile, el estudio, la discusión y el análisis de las bases fundamentales de la nueva Constitución que con el esfuerzo, el tesón y el empuje pondremos en marcha, una vez que conquistemos el instrumento que nos permita hacer efectivamente que Chile tenga esa Constitución, de acuerdo a la realidad presente que estamos viviendo».

Joan Garcés, recuerda que tal proyecto de constitución fue escrita «por una comisión que, acogiendo una propuesta que yo hice, el presidente nombró a ese efecto». Y el 11 de septiembre de 1973 Allende le hablaría al pueblo para informarles que «se iba a someter a consulta una reestructuración del Estado para adaptarlo a la dinámica social y económica en curso, según el proyecto de Constitución elaborado en 1972».

Según Garcés, el «rasgo singular de la propuesta de democratización del Estado era articular poder económico, relaciones de producción, planificación y descentralización del presupuesto».

«El Congreso bicameral comprendía la Cámara de Diputados, elegida por sufragio universal, y la Cámara de los Trabajadores. El origen del proceso legislativo quedaba residenciado en esta última».

«Solo los trabajadores eran electores para la Cámara Alta, por sufragio en primer grado (la definición de trabajador era muy amplia, como se puede leer más adelante)».

«La sustitución del Senado por la Cámara de los Trabajadores se inspiraba en la función que aquel desempeñó en la construcción del Estado durante las primeras etapas de la República, aunque ahora su signo era invertido en pro de la mayoría social, no de la oligarquía».

«En el ámbito infra-estatal, la Junta Provincial elegida por los Municipios y las organizaciones sociales, de trabajadores y empresas, se articulaba con los agentes administrativos dependientes del Ejecutivo».

«En el nivel local, los Municipios elegidos por sufragio universal directo se articulaban con el Cabildo Vecinal. Elegido en sufragio comunal de segundo grado por los centros comunitarios, sindicatos, etcétera».

La lectura del proyecto constitucional del Gobierno del Pueblo en relación a la arquitectura del sistema político y al compararlo con la propuesta constitucional rechazada en el plebiscito del 4 de septiembre pasado por el 62 % de los chilenos con derecho a voto, en términos generales, es sorprendentemente la misma.

Aspiración que unen al dictador Salvador Allende y al actual presidente Gabriel Boric.

De este modo es posible comprender que la revolución inconclusa del dictador Allende, bajo diferentes perspectivas, Gabriel Boric desea concluirla con los parámetros del llamado socialismo del siglo XXI, que es el mismo socialismo del siglo XX en versión moderna; Marx remasterizado.

Uno de los aspectos cruciales para dar termino a la truncada revolución socialista de Allende, consiste en la promulgación de una nueva constitución, empeño en el que Boric está embarcado desde el 15 de noviembre del 2019 hasta la fecha.

  • Juan Carlos Aguilera P. es profesor de la Universidad de San Sebastián y fundador del Club Polites
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