La Alemania «lúcida» en la vida de Benedicto
Benedicto XVI ha representado la «lucidez» como característica fundamental de su vida (en alemán: «Klarheit» es «claridad» o esa «capacidad para formarse una idea clara»).
Es al menos lo que un servidor resaltaría de este Papa que en el año 2012 me envió a Berlín para tratar de sostener los estudios del Seminario de la capital alemana y organizar la formación filosófica y teológica de los seminaristas. Supongo que esta misión me unió a este Papa de un modo muy especial.
A Ratzinger yo le leí en mis primeros años de estudiante de Teología cuando opté por trabajar su Introducción al Cristianismo en vez del espeso Curso Básico sobre la Fe de Karl Rahner.
No fue por pereza, sino porque ya conocíamos que Joseph Ratzinger oponía una visión histórica, luminosa y anclada en la Patrística, algo muy claro y explicativo frente a un Rahner farragosísimo, caracterizado por una tradición escolástica sombría, alejada del tomismo, moldeada por el idealismo alemán y el existencialismo de Heidegger.
En Rahner todo eran oscuridades y giros indescifrables y en Ratzinger todo resultaba esclarecedor y directo. Como reconoció Ratzinger, mucho después, «Rahner y yo habitábamos en dos planetas diferentes». Yo opté por el planeta de Ratzinguer.
Quizás esto marcó dos caminos en la teología alemana posconciliar.
Su escrito de Habilitación le fue devuelto en 1954 porque su enfoque rompía los moldes tradicionales de la época
Joseph Aloisius Ratzinger nació en Marktl am Inn, un municipio al sureste de Alemania, perteneciente a la Alta Baviera, el 16 de abril de 1927.
Entró muy joven al seminario menor de San Miguel, en Traunstein. A los 16 años, bajo el nazismo y la guerra, en 1944 comenzó su entrenamiento en Hungría para el servicio, pero desertó en 1945 y fue cogido por las tropas aliadas.
Tras la guerra, entre 1946 y 1951 estudió teología y filosofía en Frisinga y en 1952 comenzó a enseñar en el Seminario de esta localidad.
Alcanzó el doctorado en teología en 1953. Su escrito de Habilitación le fue devuelto en 1954 porque su enfoque rompía los moldes tradicionales de la época.
En 1959 se incorporó en la Universidad de Bonn y en 1963 en Münster. Luego lo fue en Tubinga, desde 1966. Durante el Concilio Vaticano II fue asesor teológico del Cardenal Josef Frings de Colonia.
Arzobispo de Múnich y Frisinga
El 24 de marzo de 1977 Ratzinger fue consagrado Arzobispo de Múnich y Frisinga.
El 27 de junio, Pablo VI lo nombró Cardenal. En ese mismo año durante el Sínodo de obispos conoció en persona a Karol Wojtyła quien nombrado Papa, en 1978 como Juan Pablo II, lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 25 de noviembre de 1981.
Benedicto XVI no ha sido apreciado por amplios sectores del episcopado alemán
A su muerte Joseph Ratzinger fue elegido Papa el 19 de abril de 2005 y pasó a ser Papa emérito tras su renuncia en 2013
Siendo el sexto papa alemán de la Historia, y el primero desde la muerte de Víctor II en 1057, Benedicto XVI no ha sido apreciado por amplios sectores del episcopado alemán.
Las claves de este conflicto las encontrábamos ya en el libro-entrevista Informe sobre la fe, de 1985, donde, el entonces Cardenal dialogaba con Vittorio Messori, describiendo con precisión la deriva caótica de un cierto catolicismo (abundante en la teología y el clero alemán) que tras el Concilio Vaticano II sólo había guardado una interpretación superficial y adoptaba acríticamente toda novedad, por efímera y superficial que fuese.
Esto es exactamente lo que ha ocurrido, este mismo años, con el Camino Sinodal de los obispos alemanas que han mundanizado la fe católica, quedándose en sus aspectos más epidérmicos y asumiendo sin ningún tipo de crítica las últimas novedades ideológicas.
Ratzinger mostró siempre una sincera preocupación por el «relativismo» dominante que cuestiona toda verdad y posibilidad del conocimiento humano: tanto en la filosófica, como en la dogmática y en la moral.
Para él, la verdad no es un punto de llegada, es una llamada, una búsqueda sincera donde la razón se puede desplegar con toda su energía. Si se renuncia a la verdad acerca del hombre, se renuncia a la misma libertad.
Otro mensaje poco apreciado por buena parte de sus compatriotas teólogos vendidos a las modas filosóficas de la posmodernidad: Hans Küng (1928-2021) sería el más claro exponente de este antagonismo.
Ratzinger combatió, asimismo, la identificación del compromiso social cristiano con la Teología de la Liberación que superpone el marxismo a la misma fe.
Para los embalsamadores del Marxismo, especialmente tras la Caída del Muro, este aspecto torpedeaba su recurso de conservar «la momia socialista» hasta encontrar mejores tiempos para reanimarla; algo que han logrado en estos últimos años.
También ha sido crítico con la identificación de la fe cristiana con las formas políticas liberales. Por ello ha denunciado los males derivados del capitalismo y el liberalismo occidentales.
Sus documentos fundamentales como Papa están dedicados a las virtudes teologales: la Caridad, la Esperanza y la Fe. En ellos encontramos que la alegría y el humor son signos del Espíritu frente al formalismo y la rigidez.
Benedicto XVI se mostró en contra de la eficacia de las estructuras y entendía que hay que poner «las formas» al servicio del amor, por eso quiso cambiar esa Iglesia rígida y funcionarial que predomina en Alemania y parte de Centro Europa, lo que le aumentó sus hostilidades con la iglesia de su propia nación.
Tuvo la valentía de destapar casos de corrupción y abusos por parte de algunos miembros de la Iglesia. Ha sido muy valiente y libre en su pontificado hasta que fallaron sus fuerzas y su salud.
Dios guarde a Benedicto XVI, el Papa Lúcido.