Ni vatileaks, ni lobby gay: la renuncia de Benedicto XVI explicada por él mismo
Frente a teorías de la conspiración, el Papa emérito Benedicto XVI explicó personalmente los motivos reales de su renuncia
La renuncia al papado por parte de Benedicto XVI causó un revuelo absoluto, no solo por el lejano antecedente medieval de Celestino V, sino por lo inesperado de la decisión.
Las teorías conspirativas y el ruido interesado sobre la renuncia se mezclaron con la incomprensión de gran parte de la Iglesia que, después de haber asistido al heroico y extenso pontificado de san Juan Pablo II, pensaba que un pontífice debía morir frente a las cámaras y comprendió el retiro del Papa alemán como un abandono de la barca de Pedro, en medio de una tormenta mediática de escándalos demasiado humanos.
Frente a un colegio cardenalicio que aún no tomaba conciencia de lo que estaba sucediendo, el Papa Benedicto les decía para anunciar su renuncia que «...en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado».
Por esto, «siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice...».
«Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos...»
Posteriormente vinieron las teorías sobre las luchas de poder que toda institución divina, pero demasiado humana, lleva en sí; y vinieron las conjeturas y las hipótesis, infundadas, o no, sobre la relación entre dos papas dentro del Vaticano.
Sin embargo fue él mismo quien aseguró en 2021 que la renuncia, aunque «fue una decisión dolorosa» también fue necesaria, y reiteró, ante las continuas discusiones sobre su función, que «no hay dos papas» dentro de la Iglesia.
Dijeron que fue culpa del escándalo de Vatileaks, algunos de una conspiración del lobby gay, algunos del caso del teólogo conservador lefebvriano Richard Williamson
Ni 'vatileaks', ni tradicionalistas
«Fue una difícil decisión. Pero la tomé en plena conciencia y creo que lo hice bien. Algunos de mis amigos, los que más me seguían, todavía están enfadados, no quisieron aceptar mi elección», reiteró Benedicto XVI en una entrevista publicada por el diario italiano Corriere della Sera.
Sobre los motivos de la polémica decisión, el propio Papa emérito, con un hilo de voz, en ocasiones imperceptible, explicaba: «Pienso en las teorías de la conspiración que siguiero; algunos dijeron que fue culpa del escándalo de Vatileaks, algunos de una conspiración del lobby gay, algunos del caso del teólogo conservador lefebvriano Richard Williamson. No quieren creer que fue una elección consciente. Pero mi conciencia está bien».
El Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya ha sufrido Él mismo mis defectos
Benedicto XVI anunció su renuncia al pontificado el 11 de febrero de 2013 y se hizo efectiva el 28 de ese mismo mes con la salida del Vaticano hacia Castelgandolfo, para, después de la elección del arzobispo de Buenos Aires Jorge María Bergoglio, regresar al Vaticano y residir en el monasterio Mater Ecclesia y mostrar a todo el Pueblo de Cristo cómo es un corazón libre de cualquier tentación de mantenerse en un cargo, y libre de las opiniones y la pompa de este mundo.
En su carta del pasado 8 de febrero de 2021, Benedicto XVI expresó su preparación para el momento definitivo del encuentro que ahora vive plenamente:
«Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo al mirar hacia atrás en mi larga vida, me alegro, sin embargo, porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya ha sufrido Él mismo mis defectos y es, por tanto, como juez, también mi abogado. En vista de la hora del juicio, se hace evidente para mí la gracia de ser cristiano. Ser cristiano me da conocimiento y, más aún, amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte. A este respecto, no dejo de recordar lo que nos dice Juan al principio del Apocalipsis: ve al Hijo del Hombre en toda su grandeza y cae a sus pies como muerto. Sin embargo, Él, poniendo su mano derecha sobre él, le dice: ¡No temas! Soy Yo...».