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Antony Blinken Benjamin Netanyahu

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el primer ministro de Israel, Benjamin NetanyahuAFP

Oriente Próximo

Israel irrita a Estados Unidos por el aumento de la violencia y el asalto al poder judicial

La reforma judicial, que plantea un mayor control del Gobierno israelí sobre la designación de los jueces, ha provocado un cisma en la relación entre ambos países

Israel y Estados Unidos son aliados históricos. De hecho, Washington ha manifestado en múltiples ocasiones que la seguridad y bienestar del país hebreo se enmarcan en los intereses nacionales y de seguridad de Estados Unidos. Aunque la última visita ha dejado entrever que la relación entre ambos países no pasa por su mejor momento.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, viajó a Israel, en medio de una nueva ola de violencia entre palestinos e israelíes, para, entre otras cosas, «calmar las tensiones». Este lunes, Blinken, en una gira por Oriente Próximo, se reunió con el recién elegido primer ministro, Benjamin Netanyahu, con quien discutió ampliar las asociaciones económicas y el fomento de la seguridad bilateral.

Todo bien, hasta que surgió el tema de la reforma del poder judicial en Israel o la escalada de violencia en Cisjordania. Blinken apostó por preservar las condiciones para alcanzar la solución de dos Estados en el conflicto palestino-israelí, una solución que tanto Israel como palestinos descartan. El diplomático estadounidense instó a que las partes «tomen medidas para evitar una mayor escalada».

Israel experimenta una espiral de violencia desde el pasado día 26 de enero, cuando una incursión militar israelí mató a diez palestinos, en el campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania. Esta operación provocó que, al día siguiente, un palestino matara a siete personas a la salida de una sinagoga, en el asentamiento colono de Neve Yaakov. Horas más tarde se registraba un nuevo ataque con arma de fuego en el asentamiento judío Ciudad de David, en Jerusalén Este, aunque en esta ocasión no hubo fallecidos.

Un día después de que Blinken abandonará el país hebreo, Gaza ha vuelto a lanzar cohetes contra territorio israelí. Netanyahu ya advirtió de que un nuevo ataque tendría «consecuencias». A pesar de que la cuestión palestina siempre ha sido incómoda para las relaciones entre ambos países –a excepción de con la Administración Trump–, ha aparecido un nuevo foco de tensión, la reforma del poder judicial presentada por el propio Netanyahu.

La iniciativa persigue que el Gobierno tenga una mayor influencia en la designación de los jueces, así como que el Parlamento pueda aprobar leyes o normas que haya derogado previamente la Corte Suprema. Blinken criticó la reforma y resaltó que entre los valores compartidos por ambos países se incluye «nuestro apoyo a los principios e instituciones democráticos fundamentales».

Este comentario provocó malestar entre algunos ministros del Ejecutivo israelí, como la ministra de Misiones Nacionales, Orit Strock, que enfatizó que Israel no necesita ningún tipo de «lecciones sobre democracia» de Estados Unidos. «La democracia es, ante todo, el deber de un país de determinar su camino según el voto de sus ciudadanos, teniendo todos el mismo peso y sin participación extranjera», resaltó.

Además del aumento de la violencia y la polémica reforma judicial, la posición en torno a la guerra de Ucrania está provocando fisuras en la alianza entre Estados Unidos e Israel. Washington está presionando al Estado judío para que envíe sus sistemas de defensa antiaérea en desuso a Kiev. Israel, que únicamente ha mandado ayuda humanitaria, es reticente al envío de armamento ya que pondría en peligro la relación cordial que mantiene con Rusia. Moscú y Tel Aviv mantienen un acuerdo, por el cual el Estado judío puede llevar a cabo ataques en el norte de Siria contra objetivos iraníes.

Netanyahu, tras la visita de Blinken, se ha mostrado algo más abierto a esta posibilidad y confesó que estaba considerando la ayuda militar para Kiev. Casi de inmediato, el Kremlin advirtió a Israel de que todos los países que suministran armas «deben entender que consideraremos estas armas como objetivos legítimos para las fuerzas armadas de Rusia».

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