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Rishi Sunak durante una intervención en el Parlamento británicoAFP

Los órdagos de Rishi Sunak para lograr victorias rápidas y reafirmar su autoridad

El primer ministro británico necesita una serie de victorias rápidas para salvar su legado y la reputación del Partido Conservador antes de las elecciones locales del mes de mayo

Las encuestas lo pintan de negro: apenas 100 días desde su nombramiento, un 53 % del pueblo británico considera que Rishi Sunak es un primer ministro débil.

Mientras que en Reino Unido se suceden las huelgas, la recesión económica se intensifica, y el coste de la vida es cada vez más exagerado, la popularidad del primer ministro se cuantifica en números negativos.

Además, los Conservadores se se enfrentan a la mayor crisis reputacional de su historia, tras fracasar el rebranding que esperaban tras las dimisiones de Boris Johnson y Liz Truss.

A Rishi Sunak le cuesta defenderse de las críticas, que lo acusan de ser un pusilánime, y de no saber gestionar el revuelo interno de su partido.

Sabe que la situación no hará más que empeorar en mayo, cuando se celebren elecciones locales.

De momento, los Conservadores desfallecen a 18 puntos por debajo de los Laboristas, y el Gobierno opera a contrarreloj para remendar las relaciones comerciales con el resto de Europa tras el Brexit.

Lo que Sunak necesita para rescatar su legado son victorias rápidas. Así, espera demostrar que su Gobierno es capaz de promover políticas y legislaciones eficaces, y que puede superar la polémica de sus propios diputados.

El cese de Nadhim Zahawi

La polémica fiscal de Nadhim Zahawi supuso un duro golpe contra la reputación de Rishi Sunak. Nombrado presidente del Partido Conservador por el mismo primer ministro, Zahawi se vio envuelto en un escándalo por irregularidad fiscal, tras trasladar varias acciones millonarias a una compañía offshore en Gibraltar.

La revelación puso en duda el juicio de Sunak, que eligió a Zahawi como aliado a pesar de que la agencia gubernamental de Aduanas e Ingresos lo había investigado y multado.

Sunak, precavido, inició una investigación parlamentaria, para determinar si el comportamiento de su diputado suponía una violación ética.

Pero esta decisión le granjeó insultos por parte de Keir Starmer, líder del partido Laborista, que lo acusó de ser «irremediablemente débil»: «¿Se estará a caso preguntando si el cargo le viene grande?», preguntó, sarcástico, Starmer.

De cara a las críticas, Sunak se apresuró en cesar a Nadhim Zahawi, y nombrar en su lugar a Greg Hands.

Pero el daño ya estaba hecho; los sondeos demostraron que Sunak no había reafirmado su autoridad, ya que, aunque un 29 % de los encuestados opinaron que el premier había gestionado correctamente la situación, un 45 % consideró que lo había hecho mal.

Reestructuración drástica del gabinete

La demolición del Departamento de Comercio, Energía, y Estrategia Industrial, y la creación de las tres divisiones con sus escombros, obligó a Rishi Sunak a efectuar una ligera reestructuración doméstica.

El premier todavía está marcado por la polémica de Nadhim Zahawi, y quiso aprovechar la oportunidad para hacer borrón y cuenta nueva entre sus filas, y demostrar buen juicio a la hora de elegir a sus aliados.

Para calmar las tensiones entre sus críticos, Sunak nombró a Greg Hands presidente del Partido.

Se trata de una opción segura, popular entre los británicos, y aliado de Rishi Sunak desde siempre.

Hands, que en su momento se opuso al Brexit y ahora muestra una actitud moderada respecto a las relaciones con Europa, es un veterano entre los tories: ha ocupado varios cargos ministeriales de alto nivel desde el año 2015.

Grant Shapps será quien lidere el nuevo departamento de Energía, mientras que Michelle Donelan, antaño ministra de Cultura, será ministra de Ciencia.

El cargo de ministro de Comercio, que hasta ahora ocupaba Shapps, fue a parar a Kemi Badenoch. Todos ellos gozan de gran popularidad entre los británicos.

Aunque Sunak espera que esta pequeña reestructuración doméstica le permita dejar clara su autoridad sobre el gabinete, la prensa británica percibe estos cambios como innecesarios, llegando a compararla como «la reorganización de las sillas del Titanic».

Lee Anderson, un as en la manga

En contraste con la apuesta «segura» de sus nuevos ministros, Rishi Sunak ha otorgado el cargo de vicepresidente del Partido Conservador a un personaje controvertido: Lee Anderson, descrito por el periódico The Guardian como «máquina de crear polémicas».

Anderson llena titulares por su visión drástica del mundo, y su tendencia a expresar opiniones radicales.

Considera, por ejemplo, que los inquilinos «incómodos» deberían «vivir en tiendas de campaña», y que la política del Gobierno en cuanto a la inmigración es lamentable.

La oposición le granjeó el apodo «Lee-30-céntimos», por su controvertida afirmación de que las personas que recurren a bancos de alimentos no saben gestionar sus presupuestos, y que se puede cocinar una comida nutritiva y completa con solo 30 céntimos.

Pero Anderson es una figura clave entre los votantes del «muro rojo», las áreas de Inglaterra que suelen dominar los Laboristas en las elecciones.

Su nombramiento alegrará a los que dan por pérdidas las elecciones, ya que Anderson representa al distrito de Ashfield, en Nottinghamshire, desde 2019, bastión Conservador en plena zona roja.

Tres nuevos departamentos

Para recuperar terreno y apoyo durante esta crisis económica y personal, Rishi Sunak ha puesto al Departamento de Comercio, Energía, y Estrategia Industrial en su punto de mira.

Como ya prometió durante su malograda campaña electoral del pasado verano, pretende desguazar esta división, y crear en su lugar tres departamentos distintos.

El primero, y más importante, estará dedicado al suministro energético.

Desde allí, el equipo de Sunak trabajará para encontrar y negociar soluciones a la crisis energética, y velará por que se cumplan los objetivos internacionales de emisiones cero.

El segundo departamento será el de ciencia, innovación, y tecnología. A través de esta división, Rishi Sunak busca potenciar el desarrollo científico de Reino Unido.

Es su as en la manga para impulsar el crecimiento económico británico, ya que, según acostumbra a afirmar, considera que el futuro de la economía se halla sobre todo en la innovación.

La tercera parte de este proyecto consistirá en un nuevo departamento de negocios y comercio, que lidiará con problemas como las huelgas, y las relaciones de comercio internacionales tras el Brexit.

Pero tampoco así logrará afianzar su autoridad entre sus críticos y sus aliados.

En declaraciones al periódico The Times, una serie de parlamentarios afirmaron estar «sorprendidos» por los cambios.

Argumentaron que supone demasiado gasto político, para un resultado muy poco prioritario.

«No entiendo el objetivo. No vamos a ganar las elecciones cambiando la maquinaria del Gobierno. ¿De qué manera cumple con nuestros propósitos? Creo que los cambios hacen que Rishi Sunak parezca más débil», crítico desde The Times un conservador.

A otros les preocupa que el gabinete del premier se pase los próximos seis meses concentrado en procesar estos cambios, en vez de haciendo política, o resolviendo sus crisis.

«No podemos permitirnos esta interrupción. El tiempo no está de nuestra parte. Debemos concentrarnos plenamente en la gestión política, si queremos ganar las próximas elecciones», se quejó un parlamentario, en declaraciones al periódico The Guardian.