El incomprendido Israel y su nuevo Gobierno
El número de israelíes que se identifican con una política de derechas no ha dejado de aumentar en los últimos años hasta superar la mitad de los adultos
Ahora Israel tiene un Gobierno fuerte. El pasado mes de noviembre el ex primer ministro Benjamín Netanyahu ganó la mayoría en el parlamento con 64 de los 120 escaños, poniendo fin al mandato de una coalición deslavazada, establecida desde junio de 2021.
Era una situación inherentemente inestable, y Netanyahu y sus aliados esperan ahora proporcionar una estabilidad a la gobernanza del país. Se trata de una coalición de partidos alineados en torno a un conjunto de ideas conservadoras sobre la sociedad israelí, la política exterior y la cuestión palestina.
Los contornos exactos del nuevo Gobierno no son aún definitivos, pero una cosa es cierta: Israel ha entrado en un momento nuevo. La única cuestión es hasta dónde está dispuesto a llegar Netanyahu.
Encontramos otra nación del entorno occidental que gira a la derecha dentro de un estricto marco democrático como, en Europa, lo han hecho Hungría, Polonia o Italia.
Desde el momento en que se convocaron las elecciones en junio de 2022, casi todas las encuestas mostraban que el país se encaminaba hacia otro punto muerto electoral, hacia otro Gobierno fragmentado, pero, cuando los sondeos a pie de urna sugirieron que los aliados de Netanyahu lograrían una amplia mayoría pareció un acontecimiento sorprendente.
El número de israelíes que se identifica con una política de derechas no ha dejado de aumentar en los últimos años hasta superar la mitad de los adultos, incluido el 64 % de la población judía, que vota mucho más que la población árabe del país.
Se trata del Gobierno de derechas más firme de la historia de Israel
El Partido Likud de Netanyahu obtuvo resultados ligeramente mejores que en 2021, con menos de 50.000 nuevos votos y 32 escaños, frente a los 30 que tiene en la Knesset saliente.
El partido ultraortodoxo Shas obtuvo 11 escaños. Y la mayor noticia fue que el partido nacionalista judío, «Sionismo Religioso», pasó de 6 a 14 escaños.
Se trata del Gobierno de derechas más firme de la historia de Israel. Algo que se comienza a reflejar en dos ámbitos importantes: la política exterior y el conflicto palestino-israelí.
Para los analistas más progresistas, estos avances democráticos de la derecha causan alarma: «Israel ha entrado en territorio desconocido», dicen. «Las reformas propuesta giran a la autocracia», aunque reconocen que hasta el momento los cambios se están formulando «en términos moderados».
Lo cierto es que la política de Neftalí Bennett, anterior primer ministro, no distaba mucho de lo que está ocurriendo.
Bennett responsable del Gobierno cuando comenzó la guerra en Ucrania, tomó la decisión de dar prioridad al entendimiento de Israel con Rusia, con la idea de preservar el margen de maniobra de Israel en Siria, donde Rusia controla buena parte de su espacio aéreo.
Algo que Israel necesita para sus ataques aéreos regulares contra los milicias proiraníes y sus enemigos en el país.
Hasta la fecha, Israel ha mantenido un equilibrio de amistad con Estados Unidos y «no enemistad» con Rusia, por lo que «no ha proporcionado ayuda militar a Ucrania», sólo apoyo humanitario. Israel mantiene una «prudente política» respecto a Ucrania, a pesar de las presiones norteamericanas.
351 días de guerra en Ucrania
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Netanyahu también ha advertido de que la prolongada guerra en Ucrania amenaza con convertirse en un conflicto mundial entre potencias nucleares y que no debe extenderse. Esgrime argumentos a favor de la paz y las negociaciones, que necesariamente desembocarían en concesiones territoriales ucranianas a Rusia.
Pero no podemos perder de vista que Israel está inmerso en una larga guerra y está bajo una creciente amenaza.
De forma directa, está bajo la amenaza de Hamás y sus brigadas Izzedine al-Qassam, que son el más feroz enemigo militar de Israel.
A continuación, de Irán que desea su total destrucción. Y ahora, del ISIS, que a través de su propaganda insta a «matar a los judíos» en todo tiempo y lugar.
Israel está en el punto de mira
El pasado 27 de enero, en la Memoria de las Víctimas del Holocausto, un terrorista palestino asesinó a siete personas.
Dos días después en la Ciudad de David junto a la muralla de Jerusalén un muchacho palestino disparó a dos judíos, hiriéndolos gravemente. Esta ha sido la respuesta a la formación del nuevo Gobierno.
Ahora Israel va a mantener una posición más firme y asertiva frente a la radicalización que promueve Hamás.
En la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha habido otra suspensión de elecciones, clara muestra de la debilidad de su presidente, Mahmud Abbas. Hay fuerte división entre palestinos lo que ha aumentado las tensiones en Cisjordania.
Aun así, Israel es siempre su «chivo expiatorio». El propio Mahmud Abbas, respecto a los reciente atentados de Jerusalén, ha declarado que son exclusiva responsabilidad de Israel.
Los amigos de los terroristas, muy bien representados en la extrema izquierda española, han realizado actos «antisemitas» como el violento rechazo de la embajadora de Israel en la Complutense o la fallida iniciativa de Ada Colau de romper relaciones entre Barcelona e Israel.
Lo cierto es que, el nuevo Gobierno israelí es más fuerte y respecto del conflicto palestino va a tener una posición más firme.
Por mucho que los medios progres no lo quieran comprender: los judíos viven un largo conflicto y están despiertos, tienen muy claro que están rodeados de enemigos reales que no dudarían en exterminarlos, algo a lo que no están dispuestos, no quieren que la historia se repita.