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Putin y Biden

Putin y BidenKindelán

Un año de guerra en Ucrania

Putin y Biden: dos discursos de dos hombres y un destino

Putin no quiere acabar ni como Milosevic ni mucho menos como Ceaucescu en 1989. Él pretende jubilarse de presidente en 2036, cuando tenga 84 años. Biden tiene en estos momentos 80

El pasado día 21 Putin y Biden coincidieron en el hecho de dar un discurso de cierta relevancia. Coincidieron en la fecha, poco más, en el resto, la completa divergencia. Sin embargo, coinciden, quizás sin querer, en algo más: su destino. Lo que sea el futuro del mundo lo será por decisión de ambos, y ahí sí están unidos.

El largo discurso de Putin anunció una serie de medidas sociales, casi todas financiadas con dinero público. Habló de ayudar a los combatientes y a los veteranos, proveyéndoles de ayuda en muchos campos –apoyo social, médico, rehabilitación, terapia, educación, descanso, entre otros–. Además, habló de reparar hasta el 85% de las carreteras del país. Anunció muchas medidas más, y comprometió una inversión de «trillones» de rublos. La cuestión es, ¿de dónde va a sacar tano dinero? Todo depende de cómo se desarrolle la guerra, cómo se gestione el final y qué escenario quede el día después.

Si EE.UU. realiza pruebas nucleares, entonces nosotros lo haremosVladimir Putin

El discurso de Biden también estuvo repleto de alusiones a la guerra de Ucrania, pero desde el punto de vista occidental, haciendo la réplica al pronunciado esa misma mañana por Putin. Así, mientras el presidente ruso afirmaba haber empezado la guerra por los incumplimientos de Occidente de no proteger a la protección rusófona del este de Ucrania, Biden señalaba que fue Rusia quien invadió Crimea en 2014 y el Donbás en 2022, y añadió: «Cuando el presidente Putin ordenó que sus tanques entraran en Ucrania, pensó que nos daríamos la vuelta. Estaba equivocado. […] Pensó que la OTAN se fracturaría y dividiría. En cambio, la OTAN está más unida, más unificada que nunca».

Los dos días previos asistimos en redes sociales a toda una cascada de bulos referidos a lo que ambos iban a decir o a hacer, entre ellos el que afirmaba: «Exclusiva: Fuentes de inteligencia exterior nos afirman que mañana Rusia anunciará que Bielorrusia, Osetia del Sur y Abjasia son parte de Rusia». Bueno, de momento eso no ha pasado.

Los escenarios

A partir de aquí, al cumplirse un año de la invasión rusa de Ucrania, ¿qué escenarios quedan por delante? Quedan dos grandes opciones: o guerra prolongada o que acabe ya la contienda. ¿Y cómo puede acabar? De nuevo, dos alternativas: o victoria total o salida negociada. Poco más.

Para empezar, los expertos en estudios de seguridad denominan a la fase en la que estamos ahora «crisis». Un «conflicto» es un concepto mucho más amplio que comprende el enfrentamiento entre dos partes; depende del nivel de violencia que se dé en dicho enfrentamiento recibe un nombre u otro.

Lo normal es que los conflictos, de cualquier tipo y en cualquier ámbito, no vayan a más y se resuelvan pacíficamente, aunque a veces haya que acudir a mediación, arbitraje u otros medios judiciales. Si no se rebaja la violencia, se dice que se entra en una etapa de «tensión», con choques que pueden producir daños materiales, heridos e incluso víctimas mortales.

Traspasar la delgada línea entre tensión y crisis depende de ambas partes, de señalar qué es aceptable, las llamadas «líneas rojas», y qué no lo es, «provocaciones»

Traspasar la delgada línea entre tensión y crisis depende de ambas partes, de señalar qué es aceptable, las llamadas «líneas rojas», y qué no lo es, «provocaciones». Una vez se inicia la crisis, es difícil ponerle fecha final, porque comienza una catarata de odios, resentimientos, violencias descontroladas difíciles de contener. Sólo cuando una o ambas partes llegan al convencimiento de que no merece la pena seguir fungiendo vidas humanas –«punto álgido»–, se puede hablar de una desescalada del conflicto e incluso de unas negociaciones de paz. No parece que esto último sea el escenario en el que nos encontramos ahora, sino que todo apunta a que las posiciones se van enrocando cada vez más.

¿Guerra prolongada o cese inmediato?

¿Guerra prolongada o cese inmediato? Las declaraciones y las acciones emprendidas en las últimas semanas apuntan en la dirección de una prolongación de la contienda. Los esfuerzos de Israel, de Turquía o de China, parecen infructuosos, y la insistencia en enviar más armas a Ucrania se funda en el temor de que si Zelenski pierde el resto de Europa será sometida por la bota del zar. Así que, Ucrania resistirá, se irá desgastando poco a poco, pero parece que lo primero que se acabará no será la munición, sino los hombres, los soldados. Y si la OTAN –y sus miembros– desean una victoria, no quedará más remedio que involucrarse de lleno y abiertamente y enviar tropas allí, no sólo tanques ni aviones. Y ese es un escenario que se teme, pero que va tomando forma corpórea, cada vez con mayor nitidez.

Rusia no quiere devolver los cinco territorios –Crimea, Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiya— conquistados a Ucrania, y Kiev no quiere dejarlos escapar. Un callejón sin salida de difícil resolución

Esto último tendría que desembocar o bien en una victoria total o bien en una salida negociada antes de que la destrucción de Europa –léase los Bálticos, Polonia, Alemania y el resto de Europa Central– se materialice. Parece que el principal escollo es el respeto a la integridad territorial de los países –principio sagrado para la República Popular de China, entre otras cosas por su interés en preservar a Taiwán dentro de su territorio–.

Es un escollo porque todos están de acuerdo en el enunciado del principio, pero no en la concreción del mismo: Rusia no quiere devolver los cinco territorios –Crimea, Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiya– conquistados a Ucrania, y Kiev no quiere dejarlos escapar. Un callejón sin salida de difícil resolución. Una aporía, que dirían los filósofos.

Vayamos al día después. ¿Cómo sería la relación con Rusia? Depende de cómo salga esta, si fragmentada o fortalecida. Si saliera fragmentada, las relaciones se parecerían bastante a lo vivido en la era Yeltsin, con un país empobrecido y teledirigido por Clinton –en lo que se refiere a Política Exterior–. Si Rusia no sale derrotada, ¿volveríamos los europeos a tejer las relaciones comerciales que tanto tiempo han costado forjar y que en poco tiempo han quedado denigradas? ¿Se embarcarían nuestras empresas rumbo a Moscú a cerrar acuerdos? ¿Y si la desconfianza mutua ya se hubiera implantado en nuestras mentes y ninguna de las dos partes quisiera restaurar las relaciones? Habría que buscar, entonces, nuevos socios comerciales, nuevos suministradores de materias primas.

La ONU ha dejado de ser útil. Rusia vetó la adopción de una resolución por parte del Consejo de Seguridad ONU en septiembre de 2022 en el que se condenaba la invasión a Ucrania

La ONU ha dejado de ser útil. Rusia vetó la adopción de una resolución por parte del Consejo de Seguridad ONU en septiembre de 2022 en el que se condenaba la invasión rusa de Ucrania, lo que viola el principio de respeto a la integridad territorial de los Estados. Quizás Rusia podría haber invocado el principio de la «responsabilidad de proteger», pero no consiguió desde 2014 arrancar de la ONU dicho compromiso; como mucho, logró que le respaldara el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk, cosa que hizo cuando aprobó la Resolución 2202 (2015).

Es cuestión de tiempo que Rusia y China –¿seguidos por India y otros estados?— hagan oficial su salida de la ONU y funden una organización alternativa paralela

Así que, ni para los unos ni para los otros, la ONU es ya un instrumento útil para resolver los problemas de seguridad internacionales. Es cuestión de tiempo que Rusia y China –¿seguidos por India y otros estados?– hagan oficial su salida de la misma y organicen una organización alternativa paralela.

Putin guarda varias escenas de los años ’90 en su retina y en su corazón. Aparte de los eventos traumáticos del desmoronamiento interno de la URSS, está todo el desmantelamiento de la Política Exterior rusa y de la limitación de su influencia impuesta por EE.UU. Uno de los eventos que, seguro, más recuerda Putin es la firma de los acuerdos de Dayton. desarrollados en dos momentos, la firma en Ohio y la ratificación en París, en noviembre y diciembre de 1995 respectivamente.

Allí estaba, sentado, Milosevic, y justo detrás de él Felipe González y Bill Clinton. En 2001 fue detenido, enviado a La Haya, a ser sometido al Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia y en 2006 fue hallado muerto en su celda –por causas naturales, según la investigación– antes de que el Tribunal hubiera acabado siquiera los interrogatorios de testigos.

Desde luego, Putin no quiere acabar ni como Milosevic ni mucho menos como Ceaucescu en 1989. Él pretende jubilarse de presidente en 2036, cuando tenga 84 años, recuérdese que Biden tiene en estos momentos 80 años.

  • Antonio Alonso es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad San Pablo CEU
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