368 días de guerra en Ucrania
Putin rechaza el plan de paz propuesto por China y apunta a un desenlace sangriento
El portavoz del Kremlin, Peskov, dice que «no se dan las condiciones» para explorar «la vía pacífica» aunque agradece la intención de Xi Jinping
No hay luz al final del túnel de la guerra de Ucrania. Lo dice desde hace tiempo Volodimir Zelenski y le da la razón el Kremlin. Su portavoz, Dmitri Peskov, confirmó hoy lo que cualquier estudioso de la personalidad de Putin advierte, no hay voluntad de dar una tregua. «Por ahora, no vemos que se den las condiciones para que este asunto pueda tratarse por una vía pacífica», anunció Peskov.
Eufemismo tras eufemismo, la guerra, que acaba de cumplir un año, es un «asunto» para los rusos con un final o desenlace inevitable a sangre y fuego. «De momento -añadió Peskov- la Operación Militar Especial (en Ucrania) continúa y estamos avanzando hacia la consecución de los objetivos [militares] planteados.»
A renglón seguido, en su rueda de prensa matutina, tras descartar la opción de una mesa de negociación, reflexionó: «Todos los intentos de elaborar planes que ayuden llevar el conflicto a un cauce pacífico merecen atención.»
Los intentos de paz abordados por Naciones Unidos con su secretario general, António Guterres, al frente cayeron en saco roto. El mismo destino tuvieron las conversaciones en Turquía donde Recep Tayyip Erdogan confió en tener éxito al tratar de mediar en las diferentes rondas de conversaciones entre los enemigos o en rigor, entre invasor e invadido.
Los contactos discretos del presidente francés, Emmanuel Macron, tampoco dieron resultado y Reino Unido y Alemania también han visto naufragar sus expectativas para que Europa recupere la normalidad.
En vísperas de la invasión ambos gobiernos firmaron un tratado de amistad y asociación incondicional donde plasmaron su idea de cómo y hacía donde debería girar el eje del planeta. En busca de la hegemonía de Rusia y China podría haber sido el título de un documento donde ambos dictadores sellaron su compromiso, sobre el papel, incondicional.
Aquel documento no incluyó el envío de armamento al Ejército que, hasta ese momento, se consideraba el segundo más potente del planeta y en poco tiempo se apreció que las FF. AA. de la Federación Rusa no eran ni la sombra de lo que fueron en la Unión Soviética.
La tropa era poco profesional o forzada a ir al frente, los carros de combate no estaban modernizados, ni en condiciones adecuadas, los sistemas de comunicación eran obsoletos y fáciles de interceptar y la estrategia militar, definitivamente, un fracaso. La Fuerza Aérea de Rusia tuvo que recurrir a drones de fabricación iraní mientras la guerra que el Kremlin prohíbe nombrar se recrudecía y Moscú perdía posiciones.
En este contexto y prácticamente horas antes de cumplirse el primer año de combates, el 24 de febrero, China, que había estado, al menos de puertas afuera, de perfil se propuso como mediadora con una propuesta de paz que hoy también Moscú ha rechazado. No obstante y después de descartarlo, Peskov reconoció esta mañana: «Consideramos el plan de nuestros amigos chinos con una gran atención». Acto seguido, la voz del Kremlin insistía en que, hoy por hoy, no es viable ninguna iniciativa para buscar una solución «pacífica».
El doble mensaje de Xi Jinping a Putin
Una vez más, no hay intención de Putin de avanzar en un proceso de paz. Tampoco Zelenski ve el horizonte despejado para ello si la premisa obligada es ceder territorio a la potencia que desde 2014 intenta arrebatárselo.
El presidente de Ucrania, al menos por ahora, no está dispuesta a renunciar ni a la península de Crimea ni a los territorios anexionados de las autoproclamadas repúblicas independientes: Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia,
Con este escenario oscuro la insistencia de Estados Unidos en afirmar que China analiza seriamente distribuir armamento a Rusia, aunque Pekín lo niega, generan mayor preocupación en Occidente. Dicho esto, el cambio de nomenclatura dispuesto por Xi Jinping en las localidades fronterizas rusas de los mapas tampoco es una buena señal para Putin: ahora, todas, recuperan sus nombres chinos y el cirílico queda desterrado de su cartografía,