Francia
Los sindicatos no tiran la toalla: masivas protestas en toda Francia por la reforma de las pensiones
El Gobierno ha desplegado un dispositivo extraordinario de seguridad de 13.000 agentes y advierte de la presencia en París de «más de 1.000 radicales, algunos desde el extranjero»
Francia vive este martes su décima jornada de protestas contra la reforma de las pensiones del presidente liberal Emmanuel Macron, quien busca una salida al cada vez más violento conflicto social, pero sin retirar su impopular ley.
La última convocatoria dejó el jueves pasado 457 detenidos y 441 policías y gendarmes heridos, en su mayoría en los disturbios que siguieron a las marchas con más de un millón de personas en toda Francia, según las autoridades.
En este contexto de creciente tensión, Macron y la primera ministra, Élisabeth Borne, aseguraron «tender la mano» a los sindicatos, punta de lanza de las protestas desde enero, pero sin ceder en su reclamo de retirar la reforma.
Laurent Berger, líder del sindicato moderado CFDT, dijo que aceptaría negociar pero sólo si «se dejaba de lado» la reforma, especialmente el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años.
El martes, instó a la creación de un «proceso de mediación» para «encontrar una vía de salida» a la crisis social.
Las centrales sindicales piden la retirada de esta reforma que retrasa la edad de jubilación para 2030 y adelanta a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42) para cobrar una pensión completa.
Desde el 19 de enero, fecha de la primera manifestación, lograron movilizar a cientos de miles de personas (3,5 millones el 7 y el 23 de marzo, según el sindicato CGT) en grandes protestas pacíficas, pero sin éxito.
Para este martes, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció un «dispositivo de seguridad inédito» de 13.000 agentes en Francia y advirtió de la presencia en París de «más de 1.000 radicales, algunos desde el extranjero».
Las autoridades esperan «de 650.000 a 900.000» manifestantes
Las autoridades esperan «de 650.000 a 900.000» manifestantes« y alertan que la presencia de los jóvenes en las marchas «se dupliquen o tripliquen», según fuentes policiales.
«Queremos mostrar nuestro descontento y decir que, aunque seamos adolescentes (...), tenemos el derecho de decir que estamos en contra», manifiesta Selma, mientras bloquea su centro de secundaria en Montreuil, al este de París.
Los trenes circulaban este martes al ralentí, y en París, el transporte público registraba «perturbaciones», según su operador RATP.
En Lille (norte), Yasmine Mounib, una estudiante de 19 años, dijo estar «de acuerdo con sus reivindicaciones», pero que en los transportes, «al menos podrían dejar los trenes de la mañana», explicando que se levantó a las 04H00 de la mañana para una clase cuatro horas más tarde, que igualmente no alcanzará a seguir. «Esto me va a costar mi escolaridad», se lamentó.
Las protestas adquieren desde hace semanas múltiples formas: miles de toneladas de basura acumulada en las calles de París, bloqueos de depósitos y refinerías que dejaron a un 15% de gasolineras sin combustible, entre otros.
La decisión de Macron de adoptar finalmente su proyecto por decreto, al temer perder el voto en el Parlamento, y su negativa a dar marcha atrás radicalizó las protestas, que a partir del 16 de marzo degeneraron en disturbios.
Caída de popularidad
«El sentimiento de injusticia y de no ser escuchado alimenta la emoción», advierte este martes un sondeo de la empresa demoscópica Odoxa, en el que Macron y Borne pierden apoyo popular, al 30% y el 28% respectivamente.
A la espera del dictamen del Consejo Constitucional sobre su validez, el gobierno busca pasar página rápidamente con otras prioridades como la salud, la educación y buscar cómo garantizarse una mayoría estable en el Parlamento.
Los sindicatos ya habían advertido a mediados de marzo a Macron de la situación explosiva que se generaría si no escuchaba el malestar con la reforma, que rechazan más de dos de cada tres franceses, según los sondeos.
Su adopción definitiva el 20 de marzo implicó un aumento en intensidad de las protestas, cuya represión por parte de la policía hizo saltar las alarmas de las ONG de derechos humanos, abogados, magistrados y hasta el Consejo de Europa.
Las imágenes de batalla campal volvieron a la primera plana el sábado durante las protestas contra un embalse agrícola destinado a la agroindustria en Sainte-Soline (centro-oeste), que dejaron dos manifestantes en coma.
En ambos casos, «hay un uso desproporcionado de la fuerza que ya habíamos denunciado durante [la protesta social en 2018 y 2019 de] los chalecos amarillos», reflexiona Jean-Claude Samouiller, de Amnistía Internacional.