430 días de guerra en Ucrania
Apoyar la reconstrucción de Ucrania mientras se apacigua a Moscú: el difícil equilibrio del Mundo Árabe
Kuwait se ha convertido en uno de los pocos países de Oriente Medio en manifestar su apoyo a una reconstrucción posbélica de Ucrania
El pasado 18 de abril, el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, se reunió con Waleed Al-Bahar, director en funciones del Fondo Kuwaití para el Desarrollo Económico Árabe, para invitar a Kuwait a participar en la futura reconstrucción de Ucrania, devastada por la guerra.
Kuwait se ha convertido así en uno de los pocos países de Oriente Medio en manifestar su apoyo a una reconstrucción posbélica de Ucrania.
Según Kuleba «se trata de proyectos sociales y humanitarios, en particular de la construcción de centros sanitarios y educativos».
También Oleg Nikolenko, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano, ha manifestado, a través de Facebook, el pasado 18 de abril, que durante el viaje de Kuleba, Kuwait ha anunciado la aportación de un millón de dólares para la compra e instalación de generadores eléctricos.
Incluso a través del Fondo Árabe Kuwaití de Desarrollo Económico, una institución financiera que actualmente participa en proyectos de desarrollo en múltiples países con un aporte «de 21.800 millones de dólares». La financiación daría prioridad a construcciones básicas como hospitales, escuelas y guarderías.
En el mes de marzo pasado, una evaluación conjunta del gobierno ucraniano, el Banco Mundial, la Comisión Europea y las Naciones Unidas estimó que el coste de la reconstrucción de Ucrania ascendería a 411.000 millones de dólares.
El apoyo fundamental viene de los aliados occidentales que han asumido una serie de compromisos para ayudar a la restauración del país, llegado el momento.
De ahora, Italia acogerá a finales de este mes una conferencia bilateral sobre la financiación de la reconstrucción de Ucrania, mientras que Londres acogerá en junio otra conferencia mundial para líderes políticos y empresariales de todo el mundo.
Sin embargo, los países de Oriente Medio y en general el mundo árabe no han mostrado, hasta hoy, mucha implicación.
Estos países sostienen una delgada línea entre el apoyo a Ucrania y el mantenimiento de fuertes lazos con Rusia. Algunos analistas creen que Moscú incluso ha desarrollado esfuerzos diplomáticos y relaciones más sólidas en la región desde el inicio del conflicto.
Turquía sí firmó un acuerdo para ayudar a Ucrania en sus esfuerzos de reconstrucción. Pero eso fue antes de que, en febrero de este año, sufriera una de las peores catástrofes de su historia con los terremotos que asolaron el oeste de la ciudad de Gaziantep y Ekinözü.
Allí murieron unas 46.000 y el Banco Mundial estima unos daños valorados en 35.000 millones de dólares, que supone el 4 % del PIB del país. Por ello, gran parte de la atención de Ankara se dirige ahora a recuperar su propio territorio.
De otra parte, el próximo 14 mayo habrá elecciones presidenciales, de las que depende el futuro de Erdogan y donde espera revalidar su mandato. De hecho, ha declarado que «Turquía dará un mensaje a Occidente en estas elecciones».
Dice Erdogan que su «país no mira lo que dice Occidente, ni en la lucha contra el terrorismo ni a la hora de determinar sus políticas económicas».
Añadiendo que estas elecciones supondrán «un punto de inflexión» y que espera ganarlas en la primera vuelta sin dificultad. Turquía, además, está muy presente en Libia y Siria, su máxima prioridad de seguridad se centra en el largo conflicto que mantiene con los kurdos y, globalmente, con África.
A estas alturas tampoco se puede estar seguro de cómo se situarán otros países de Oriente Medio y del Norte de África en cuanto a sus vínculos con Rusia y Ucrania tras la guerra.
Todo depende de cómo se pueda llegar a un acuerdo y durante cuánto tiempo persista la guerra y de, sobre todo, el resultado de esta.
Los países de Oriente Medio podrían contribuir a través ayudas al desarrollo o de contribuciones a llamamientos multilaterales de financiación o mediante el apoyo a las agencias de las Naciones Unidas. También podrían dirigir inversiones a la Ucrania de posguerra procedentes de fondos soberanos u de otros fondos estatales.
Pero de momento, parece tarea imposible apoyar a Kiev y al mismo tiempo apaciguar a Moscú. Los lazos de Oriente Medio con Rusia se alimentaron ya antes de la invasión de Ucrania debido a las inversiones mutuas y a su papel en los mercados energéticos mundiales.
Pero muchos países de la región también intentan mantener lazos positivos con Estados Unidos. Hay intereses encontrados.
Para complicar más las cosas, hay recientes esfuerzos de la Liga Árabe para reintegrar a Siria, un aliado clave de Rusia, algo que dificulta que los Estados árabes aíslen completamente a Rusia.
Incluso muchos países de Oriente Medio son percibidos como cada vez más próximos a Rusia, durante el transcurso de la guerra. Quizás Kuwait es la excepción por ser estrecho aliado de Estados Unidos desde que padeció la invasión del emirato, en 1990, por el Irak de Sadam Husein.
Otro factor que dificulta el apoyo a Ucrania por parte de estos países es que son pocos los que disponen de fondos para ofrecer una ayuda significativa.
Por ejemplo, Egipto, Jordania, Líbano y Túnez se enfrentan a sus propios y graves retos económicos. De otro lado los más ricos como Arabia Saudí, tienen sus propias prioridades e intereses encontrados, como diversificar sus economías para no depender del petróleo.