Mediterráneo
Meloni visita Túnez con la mirada puesta en contener la inmigración ilegal
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, realizó este martes una breve visita de cuatro horas a Túnez para abordar con el presidente, Kais Said, dos temas que apremian a su Ejecutivo: el repunte de llegadas de inmigrantes a sus costas durante este último año y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir un nuevo préstamo de 1.900 millones de dólares.
«Lo digo abiertamente hoy, es usted una mujer que dice en voz alta lo que piensan los demás», concluyó el mandatario tunecino durante su recibimiento ante la primera líder europea en viaje oficial a Túnez desde que Said se arrogase plenos poderes dos años antes.
La dirigente defendió un apoyo «total» y «pragmático» al presidente tunecino, que incluye el ámbito de la lucha contra la migración irregular así como financiación y oportunidades «importantes» sobre las que está trabajando Bruselas, por lo que adelantó que regresará «pronto» al país junto a la presidenta de la Comisión Europea (CE), Úrsula von der Leyen.
Asimismo se comprometió a aumentar la inversión y creación de empleo, especialmente en el sector energético gracias al proyecto del cable submarino de alta tensión que unirá ambos territorios y será financiado por la Unión Europea- en su estrategia de buscar alternativas al gas ruso- por valor de 307 millones de euros.
Una ruta mortífera hacia Europea
Meloni se felicitó por el «gran trabajo» conjunto en la gestión de fronteras y que el pasado mayo mostró sus primeros frutos con una caída significativa del número de llegadas que hizo que la vecina Libia remplazara a Túnez por primera vez este año como principal punto de partida del Mediterráneo Central, la ruta más mortífera que se conoce.
Según el Ministerio de Exteriores italiano, durante los cinco primeros meses llegaron a sus costas cerca de 50.000 personas- un 155 % más que durante el mismo periodo del año pasado- de las cuales más de la mitad partieron desde Túnez mientras los guardacostas tunecinos interceptaron un total de 23.000 migrantes.
Ante el periodo estival, el Gobierno de Meloni busca estabilizar la situación económica del país para frenar los flujos migratorios a través de la entrega de un primer tramo del crédito del FMI- cuyas negociaciones se encuentran en punto muerto desde diciembre- que permita aliviar la presión de las deudas públicas, equivalente al 90 % del PIB.
Sin embargo, otros socios como Francia condicionan este préstamo a la puesta en marcha de su programa de reformas, que incluye la retirada de subvenciones a productos de primera necesidad y carburantes, la privatización de algunas empresas estatales y limitar la masa salarial en la Administración.
En los últimos meses los responsables italianos han multiplicado sus declaraciones a favor de Túnez mientras que Said, que rechaza los «dictados del exterior», asegura que el país puede salir adelante con sus propios recursos y propone una subida de impuestos a los más ricos.
«Hay cierta rigidez en el FMI ante el hecho de que no se han obtenido todas las garantías necesarias del presidente Said. Es comprensible por un lado pero por otro, ¿estamos seguros de que esta rigidez es la mejor manera? Si este Gobierno se va, ¿sabemos cuáles podrían ser las alternativas?», se preguntó Meloni semanas antes durante una reunión del G7 en Hiroshima (Japón).
Una veintena de ONG condenaron hoy la visita de Meloni- considerada «persona non grata»- y pidieron a las autoridades que no acepten el papel de «guardián del Mediterráneo» a cambio de una ayuda económica- estimada en 47 millones de euros desde 2014- que ha contribuido exclusivamente a reforzar su aparato de seguridad.
La situación de la comunidad subsahariana, estimada en 60.000 personas- de las cuales entre el 10 y el 15 % estaría en situación irregular- se ha agravado desde que el presidente le acusase en febrero de formar parte de un complot para cambiar la identidad «arabo-musulmana» del país y desde entonces miles de ellos han solicitado el retorno voluntario.