Oriente Próximo
Obispos israelís, palestinos, jordanos y chipriotas piden «medidas urgentes» a Netanyahu en el sector árabe
Superado el centenar de víctimas en la primera mitad del año, este 2023 va camino de convertirse en el más sangriento para la minoría árabe de Israel a manos del crimen
Los obispos católicos de Tierra Santa han exigido a Israel la adopción de medidas urgentes para reducir la creciente inseguridad que viven las ciudades de mayoría árabe, donde han muerto más de un centenar de personas por el aumento del crimen organizado.
«Ha vencido el plazo para que las autoridades israelíes despierten, asuman su obligación y garanticen la seguridad de todas las personas en el país», asegura en un comunicado la Comisión de Justicia y Paz de la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa (que reúne a los obispos católicos de los distintos ritos en Israel, Palestina, Jordania y Chipre).
Cinco personas perdieron la vida el pasado jueves en la localidad de Jaffa, cercana a Nazaret, en un tiroteo que la Policía vincula a ajustes de cuentas entre bandas delictivas. El suceso ha conmocionado a la sociedad israelí y refleja la escalada violenta que golpea a las poblaciones árabes en los últimos años.
La Iglesia en Tierra Santa achaca a la «negligencia de los funcionarios, la principal causa» de esta situación, pero también menciona «la acumulación de armas que la autoridad israelí ha permitido que estén en manos de ciertos elementos delincuentes de la sociedad».
Los obispos exhortan al Gobierno de Israel a adoptar medidas urgentes: «Sois los responsables de nuestra seguridad o falta de ella, tanto en el sector árabe como en el judío. Esperamos que ustedes, las autoridades israelíes, escuchéis, cumpláis con vuestro deber. No más violencia, no más víctimas».
Más de un centenar de homicidios
Wadie Abunassar, exasesor de la Asamblea de Ordinarios Católicos y coordinador del Foro Cristiano de Tierra Santa, cifra en 102 los árabes fallecidos por la criminalidad en Israel en lo que va de año. «Según nuestro recuento, se trata de la cifra más elevada (de homicidios) en el mundo de una minoría, si se tienen en cuenta los cerca de dos millones de árabes que viven en Israel», sostiene en conversación telemática con El Debate.
La población árabe de Israel está conformada predominantemente por aquellas familias de origen palestino que permanecieron dentro de las fronteras del Estado tras su establecimiento en 1948 y representa en torno a una quinta parte de una población total de 9,7 millones de israelíes.
Respecto a la situación de los feligreses en ciudades históricas consideradas cunas del cristianismo, como Nazaret, la inseguridad podría impulsar la migración de las comunidades. Abunassar explica que varias familias de distintas denominaciones cristianas ya han tomado la decisión de emigrar o están pensando hacer las maletas.
«La masacre de la semana pasada ha puesto de manifiesto la inseguridad que se vive. Mucha gente está asustada, reza en casa y se abstiene de salir porque no sabe por dónde llegarán las balas, muchos han perdido la vida por estar en el lugar equivocado», refiere.
El experto, conocedor de los entresijos de la Institución, explica que la Iglesia ha expresado de forma inédita su preocupación, «porque sabemos que Israel tiene la capacidad para reducir el crimen».
El sector árabe en Israel lo integran en su mayoría musulmanes, pero también incluye cristianos, drusos y otras minorías, y suele encabezar las estadísticas de pobreza, discriminación, delincuencia y abandono del Estado en sus poblaciones, según denuncian sus diputados y ONG.
Desigualdad y criminalidad
Adi Mansour, abogado del Centro Legal para los Derechos de las Minorías Árabes en Israel, Adalah, confirma a El Debate que el crimen organizado viene incrementándose desde finales de los años 90 por varios factores entre los que destaca «la desigualdad estructural, con un sistema que ve a la población árabe como enemiga» y solo considera reforzar la presencia policial.
Recuerda que más del 50 % de la población árabe vive por debajo del nivel de la pobreza y los clanes delictivos, que se encuentra profundamente enraizados, son la respuesta a ese enorme vacío.
El ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, prometió luchar contra el crimen organizado en Israel, especialmente en las ciudades árabes, cuando asumió funciones hace seis meses, y ha propuesto la creación de una polémica «guardia nacional» con el declarado objetivo de paliar la falta de personal de la fuerza pública en comunidades dominadas por la delincuencia.
Sin embargo, grupos opositores y de la propia protesta a favor de la democracia en Israel, sospechan que, dado su historial supremacista y retórica anti-árabe, la nueva fuerza pueda terminar siendo una guardia pretoriana afín a su ideario.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, manifestó su determinación de «acabar con esta cadena de asesinatos». También ha avanzado que para tal fin enrolará a los Servicios de Seguridad Interna (Shin Bet), lo que ha abierto muchos interrogantes y despertado recelos entre la comunidad de seguridad.
El exjefe de gabinete del ministro de Seguridad Pública y quien fuera jefe de la Policía del Distrito de Tel Aviv, David Tsur, considera que «lo que se requiere no es poner al Shin Bet frente a este desafío, sino reforzar a la Policía, otorgarles las herramientas o los recursos que necesita».
Superado el centenar de víctimas en la primera mitad del año, este 2023 va camino de convertirse en el más sangriento para la minoría árabe de Israel a manos del crimen. De acuerdo a la ONG Iniciativas Abraham, en 2022 se contabilizaron 116 fallecidos por la delincuencia, y 126 a lo largo de 2021.