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Aquilino Cayuela

En EE.UU. no se ponen de acuerdo sobre el desenlace de la guerra en Ucrania

Rusia ha sorprendido a todo el mundo por su lento rendimiento militar y Ucrania por golpear muy por encima de su peso militar

Soldados ucranianos cargan el ataúd de un militar frente la catedral de KievSergei Supinsky / AFP

Algunos analistas norteamericanos del entorno de la publicación Foreign Affairs decían en el comienzo de la guerra: «Una victoria satisfactoria está probablemente fuera de nuestro alcance». «Ucrania y sus partidarios occidentales no están en condiciones de derrotar a Rusia en un plazo razonable», escribieron Thomas Graham y Rajan Menon.

Por las mismas fechas, el politólogo Samuel Charap coincidía: «Es muy poco probable que la valiente resistencia ucraniana –incluso combinada con una presión occidental cada vez mayor sobre Moscú– supere las ventajas militares de Rusia, por no hablar de derrocar a Putin. Sin algún tipo de acuerdo con el Kremlin, el mejor resultado es probablemente una guerra larga y ardua que Rusia probablemente ganará de todos modos».

Tres meses más tarde del inicio de la guerra, los historiadores Liana Fix y Michael Kimmage sostenían que «una derrota militar ucraniana a gran escala de Rusia, incluida la recuperación de Crimea, roza la fantasía». Cuatro meses después, la politóloga Emma Ashford elevaba una victoria ucraniana a una «peligrosa fantasía».

Sin embargo, al igual que Rusia ha sorprendido a todo el mundo por su lento rendimiento militar, Ucrania también ha sorprendido a todo el mundo, golpeando muy por encima de su peso a lo largo del conflicto gracias a la ayuda occidental.

El intento de Rusia de tomar la capital se vio frustrado, y luego se desbarataron sus intentos de consolidar las ganancias en el este y el sur. Las tropas rusas se vieron obligadas a retirarse de la región de Járkov y Jersón.

La campaña aérea rusa contra las infraestructuras civiles endureció la voluntad ucraniana en lugar de doblegarla. Las recientes ofensivas rusas en Bajmut y otros lugares ganaron poco terreno a un coste enorme. Y ahora, Ucrania está lanzando una contraofensiva para recuperar más territorio.

Una visión común de la guerra la ve como un punto muerto militar destinado a terminar con un acuerdo negociado

Una visión común de la guerra la ve como un punto muerto militar destinado a terminar con un acuerdo negociado muy lejos de los objetivos originales de cada parte. En abril, el presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, Richard Haass, y el politólogo Charles Kupchan afirmaron que «es probable que este año se llegue a un punto muerto a lo largo de una nueva línea de contacto», en ese momento, según ellos, Estados Unidos debería empujar a Ucrania a reconocer que «perseguir una victoria militar completa» no sería sensato.

En esta misma línea, en enero los politólogos Samuel Charap y Miranda Priebe afirmaban: «Un final de la guerra que deje a Ucrania en pleno control de todo su territorio internacionalmente reconocido... sigue siendo un resultado altamente improbable», por lo que Washington debería «condicionar la futura ayuda militar a un compromiso ucraniano de negociar».

Soldados ucranianos entrenan en Donetsk para una contraofensiva contra UcraniaGenya Savilov / AFP

Pero a día de hoy, en el marco de la contraofensiva ucraniana, autores como Gideon Rose plantean que la guerra se puede ganar por parte de Ucrania. Cree que «es probable que se produzca una tregua en los combates tras la próxima ofensiva ucraniana, a medida que Kiev consolide sus avances. Pero eso será sólo una pausa en un conflicto todavía fluido y no la aparición de un punto muerto».

Rose agrega: «No ha habido ni tiene por qué haber un punto muerto, gracias al apoyo militar occidental y a la notable capacidad de Ucrania para transformarlo en éxito en el campo de batalla».

El principal objetivo de los gobiernos occidentales durante el último año y medio ha sido ayudar a Ucrania a evitar la derrota. Sin embargo, para no provocar a Moscú, Occidente ha limitado la cantidad y la naturaleza de su ayuda. Ha evitado la posibilidad de enfrentamientos directos entre la OTAN y las fuerzas rusas y ha evitado los ataques directos contra Rusia y su régimen. Y ha elegido cuidadosamente las armas que envía, distribuyendo gradualmente parte del material que Ucrania ha solicitado, pero no todo.

En esta línea defienden que, en lugar de limitar la ayuda militar convencional a Ucrania, Estados Unidos y Europa deberían aumentar su flujo: «más blindaje, artillería y munición; mejores defensas aéreas; escuadrones de cazas de cuarta generación... lo convencional funciona, durante el tiempo que haga falta».

Esto, dicen los analistas estadounidenses, no sólo es lo correcto, sino que es la mejor forma de poner fin a la guerra, abriendo la posibilidad de un acuerdo negociado duradero o permitiendo que las fuerzas de Kiev ganen posiciones que podrían defender indefinidamente con ayuda continuada.

Otros autores, más pesimistas, consideran que esta opción política es inútil, peligrosa y una distracción. Rusia no puede ser vencida, dicen, porque siempre tendrá más recursos para lanzar a la lucha y una voluntad muy firme de evitar la derrota. Los intentos de hacer retroceder a Rusia y retomar Crimea podrían conducir a una escalada nuclear. Y centrarse en Ucrania y Rusia se hace a expensas de otros problemas más importantes, como Taiwán y China.

Para los expertos norteamericanos, en este caso, Estados Unidos no está imponiendo unilateralmente su voluntad a otros países, sino liderando una amplia coalición para restaurar el orden internacional. No está cometiendo crímenes de guerra, sino impidiéndolos. No está actuando como gendarme del mundo sino como el arsenal de la democracia. Y ha estado haciendo todo esto con eficacia y eficiencia, sin disparar un arma ni perder un solo soldado. El esfuerzo realizado hasta la fecha ha sido un modelo de cómo combinar el poder duro y el poder blando en una sola estrategia. Según esta narrativa, «ahora ha llegado el momento de rematar la faena». Según ellos, se podría llegar hasta el final.