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Carmen de CarlosArgentina

Eduardo de Pedro, un tartamudo hijo de desaparecidos, la gran apuesta de Cristina Kirchner

La vicepresidente elige a uno de los amigos de su hijo Máximo Kirchner y actual ministro del Interior, para disputar las primarias peronistas

Carteles con el rostro del actual ministro del Interior y elegido de Cristina Fernández para las Primarias peronistasAFP

Quizás sea su última oportunidad de colocar un candidato, pero Cristina Fernández, viuda de Néstor Kirchner, no la ha desaprovechado. La actual vicepresidenta de Argentina ha elegido a Eduardo, «Wado» de Pedro, uno de sus chicos favoritos, para disputar las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) el 13 de agosto.

CFK, siglas por las que todavía se conoce a la mujer que llegó a concentrar más poder en la historia de su país, ha mandado al frente de la contienda interna de Unión por la Patria, su alianza con 16 partidos, al político que cumple con los requisitos que considera imprescindibles: es hijo de desaparecidos, leal, amigo de su hijo Máximo Kirchner y fundador con éste de lo que hace tiempo era una organización juvenil: La Cámpora.

El adversario imprevisto

«Wado», como conocen en Argentina al actual ministro del Interior tiene otra característica, es tartamudo, aunque con los años y mucho esfuerzo ha logrado disimularlo bastante. El plan de su madrina política era que no tuviera contendiente y pudiera concentrar la mayoría de los votos del oficialismo, pero su poder ya no es el que era y sus deseos dejaron de ser órdenes para todo el peronismo que acude, una vez más, dividido a las elecciones.

Daniel Scioli, exgobernador de la provincia de Buenos Aires, exministro y excandidato presidencial, también elegido por ella en 2015, ha dado un paso adelante y decidido subirse a esta carrera, pese a la oposición de quien fuera su jefa. Derrotado por Mauricio Macri, Scioli es hoy embajador en Brasil. Manco por un accidente que sufrió en sus años de deportista como corredor de lanchas, su candidatura ha echado por tierra los planes de Fernández y complicado las aspiraciones de De Pedro.

De perfil bajo, con fama de conciliador y buenas maneras, el actual ministro del Interior, de 46 años, es hijo de un guerrillero montonero asesinado y de una activista desaparecida hasta el día de hoy. Su madre fue secuestrada durante la dictadura (1976-83) cuando él apenas tenía dos años.

Criado por unos tíos el ahora candidato estudió derecho, fue un miembro activo de la organización HIJOS de desaparecidos y denunció haber sido torturado con una picana (descargas eléctricas) y golpeado con brutalidad tras ser detenido en el 2001 durante las revueltas.

En 2009, tras la estatización de Aerolíneas Argentinas ocupó el puesto de vicepresidente de la compañía

Su carrera política va en paralelo al ascenso del kirchnerismo al poder. En 2009, tras la estatización de Aerolíneas Argentinas ocupó el puesto de vicepresidente de la compañía. En 2011 salió electo diputado y tres años más tarde, fue designado a dedo miembro del Consejo de la Magistratura, equivalente al Consejo General del Poder Judicial, órgano funcional al kirchnerismo para destituir y complicar el trabajo de los jueces díscolos con el poder.

No sería hasta el 2015 que ocuparía una Cartera importante en el Gobierno. Cristina Fernández le nombró secretario generala de Presidencia de la Nación. Su meteórica carrera a la sombra de la madre de Máximo Kirchner culminó al hacerse cargo del Ministerio del Interior en 2019, una imposición que Alberto Fernández acató como, finalmente, casi todas las de la mujer que también a dedo le eligió para suceder a Mauricio Macri.

En el ministerio de Interior De Pedro ha pasado como es él, desapercibido

En Interior De Pedro ha pasado como es él, desapercibido. Su momento de gloria fue el amago de portazo que dio, también por orden de CFK, al presentar su dimisión en la primera gran crisis entre los dos Fernández (Alberto y Cristina). El presidente, también por influjo de su segunda, no aceptó su renuncia.

Hoy Wado de Pedro tiene por delante un triple desafío. Vencer a Daniel Scioli en las PASO, que no parece fácil; el más difícil todavía en caso de que lo lograse: ser el candidato más votado de todos los partidos para llegar con ventaja a las elecciones de octubre y por último, lo que hoy -y mañana- parece un imposible: ganarlas y ocupar el sillón de Rivadavia en la Casa Rosada.