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Desenterrar Unasur, el objetivo tardío de Alberto Fernández con el apoyo de Lula

El anuncio oficial se hará en la Cumbre Iberoamericana a la que, ironías de la historia, el presidente de Brasil no asiste

Actualizada 10:17

Estaba muerto y la parranda se había traslado a otro frente. Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), el bloque que inventó Hugo Chávez en 2008 para agrupar a lo que entonces se conocía como el eje bolivariano, intenta resucitar de un coma impuesto por el abandono de la mayoría de sus miembros.

En la recta final de su mandato, Alberto Fernández busca alcanzar protagonismo con el reingreso de Argentina, país que abandonó este foro durante la legislatura de Mauricio Macri. En este propósito le acompaña Luiz Inácio Lula Da Silva, clave en cualquier proyecto que pretenda tener cierta influencia o proyección regional.

El escaparate de Unasur comenzó a hacerse añicos a partir de 2018. Ese año la Colombia de Iván Duque dio el portazo cansada de la complicidad del grupo con la dictadura de Nicolás Maduro. Soplaban otros tiempos y de la ola roja que había teñido la región apenas quedaba la espuma en una orilla americana que se agitaba bajo nuevos gobiernos liberales.

Ecuador había despedido a Rafael Correa y dado la bienvenida a Lenin Moreno. El exvicepresidente que tomó vuelo propio al instalarse en el Palacio de Carondelet, ordenó retirar la estatua de Néstor Kirchner de la sede de Quito. Preludio del abandono del país del bloque, éste no se detendría en su proceso de desintegración.

La Argentina de Mauricio Macri también salió disparada de Unasur y el Brasil de Jair Bolsonaro lo despreció tanto como, en rigor, lo hizo en vida el difunto marido de Cristina Fernández, pese a ser nombrado su secretario general. Mario Abdo Benítez en Paraguay tomo la salida de emergencia y el efecto dominó terminaría dejando en cuadro, surrealista, el foro. Bolivia, Guayana, Surinam y Venezuela son hoy todo lo que queda de aquellos 12 países que cerraron filas en 2008.

El certificado de defunción de un club nacido para implosionar lo aprovechó Sebastián Piñera en 2019

El certificado de defunción de un club nacido para implosionar lo aprovechó Sebastián Piñera en 2019 al reemplazar con Duque el proyecto ideológico por otro con un horizonte que ofreciera mecanismos colectivos de prosperidad y desarrollo en este lado de América. Prosur (Progreso de América del Sur), sin ambiciones de adoctrinamiento territorial como Unasur, tampoco pasó a la historia como una instancia capaz de adquirir peso propio. Hoy la integran los tres grandes. Brasil, Argentina y Colombia más Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú y Surinam. La Bolivia de Luis Arce y Evo Morales, permanece de observadora con el Uruguay de Luis Lacalle Pou.

Los intentos de Sudamérica por resolver los problemas en Sudamérica, como la dictadura de Venezuela, fracasaron

Mejor funcionamiento lograría el Grupo de Lima, aunque no conseguiría su principal objetivo: que Venezuela recuperase la democracia. Los intentos de Sudamérica por resolver los problemas en Sudamérica fracasaron. A la deriva la mayoría de los barcos de integración regional, en sus diferentes vertientes, la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) se mantiene a flote con México como principal capitán.

Andrés Manuel López Obrador se viste con los ropajes de la izquierda y el indigenismo, pero no es amigo de ceder terreno al único país en Hispanoamérica que le hace sombra. Y éste no es otro que Brasil.

Esto explica que Lula acompañe a Alberto Fernández, camino a la puerta del cementerio de su Presidencia y de su triste carrera política, en la iniciativa de reflotar Unasur.

Ironías de la historia, Brasil ratificará su regreso al espacio en el que Maduro se siente como pez en el agua, en la Cumbre Iberoamericana, el foro de maternidad española al que Lula no asistirá. Y, López Obrador, tampoco.

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