Las claves de la cumbre UE-CELAC, más allá de Ucrania: esclavitud, embargo a Cuba y Malvinas
La III cumbre entre la Unión Europea y la CELAC ha sido catalogada como «histórica». Un calificativo compartido tanto por los líderes europeos, como por los representantes de los países latinoamericanos y del Caribe. «Cinco siglos han tenido que pasar para que hablemos sin tapujos», declaró el presidente de Argentina, Alberto Fernández, durante la rueda de prensa que puso fin a esta cita de dos días, en Bruselas.
Un encuentro con periodistas que el presidente Pedro Sánchez –como representante de la presidencia rotatoria de nuestro país al frente del Consejo de la UE– decidió saltarse para acudir a un mitin en San Sebastián. El mismo modus operandi que siguió el lunes cuando se ausentó de la cena de gala para viajar hasta Huesca, con motivo de un acto electoral.
Disculpado por su amigo argentino, Fernández quiso agradecer «los esfuerzos» de España para hacer posible la cumbre. En palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la cita supuso «un nuevo comienzo para unos viejos amigos». Las relaciones entre la UE y la CELAC llevaban ocho años congeladas, y volver a coger el ritmo ha sido duro.
Ambas regiones se han enrocado en torno a la declaración conjunta. Finalmente, todos los países, a excepción de Nicaragua, han rubricado su firma en el documento final. La terminología sobre cómo referirse a la guerra de Ucrania ha traído de cabeza tanto a los Veintisiete, como a los líderes de la CELAC. «Guerra en Ucrania» o «guerra contra Ucrania» era la gran disyuntiva. La mención a Rusia nunca estuvo sobre la mesa.
El documento final, que cierra esta cumbre, ha resultado más bien descafeinado en lo relativo a la agresión rusa. «Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania», reza el texto. Mientras que el propio presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, vaticinaba que el texto sería «ambicioso», finalmente, líderes como Macron o el presidente de Lituania, Gitanas Nausèda, han reconocido que la declaración no cumple con las expectativas.
Nausèda ha echado mano de su cuenta de Twitter para advertir de que «no se dejen seducir por la propaganda rusa. Rusia no es una víctima: es el agresor». El presidente lituano continúa resaltando que Ucrania «defiende su libertad, pero también todo el orden internacional basado en normas» y termina exigiendo responsabilidades a Rusia «por el crimen de agresión mediante la creación de un tribunal especial».
Pero la cumbre va más allá de Ucrania. Aunque el acuerdo entre la UE y Mercosur nunca estuvo encima de la mesa, sí está más cerca que nunca. Von der Leyen afirmó que esperan cerrar el pacto «antes de final de año». Mientras que se han reforzado los acuerdos con Chile, en lo relativo a materias primas críticas. Asimismo, se han llegado a pactos con Argentina y Uruguay en materia de energía y se espera reforzar, más pronto que tarde, el acuerdo económico con México.
En esta línea, Bruselas ha anunciado una nueva inversión de 45 millones de euros en la región con el lanzamiento del Global Gateway, una herramienta nacida para movilizar recursos de programas en países en vías de desarrollo. La Unión Europea ya tiene en mente 135 proyectos que involucran desde hidrógeno verde hasta materias primas esenciales. «No es cuánto invertimos, sino cómo invertimos», ha matizado Von der Leyen.
Cuba, Malvinas y esclavitud
Mientras que los líderes europeos han intentado presionar para lanzar un mensaje de unidad contra la guerra en Ucrania frente a Rusia, los países de la CELAC también han dejado negro sobre blanco sus prioridades en las conclusiones de la cumbre. Los líderes latinoamericanos y del Caribe han conseguido colar un reconocimiento por el «inimaginable sufrimiento» que el comercio de esclavos en Europa infligió a millones de personas.
Pero, sin embargo, a lo largo de las diez páginas del texto, no aparece ninguna mención a la falta de libertades o el respeto a los derechos humanos en regímenes como Cuba, Nicaragua o Venezuela. La tres dictaduras de la región suman 1.400 presos políticos. Unas conclusiones que también buscan favorecer la posición de Cuba al pedir el fin del bloqueo a la isla, tras la designación de la dictadura castrista por parte de Estados Unidos como país «promotor del terrorismo».
La política se ha dejado de lado en esta ocasión
Exiliados de Cuba y Venezuela critican el «blanqueamiento» de dictaduras en la cumbre UE-CELAC de Bruselas
El documento final esconde, además, una píldora para Reino Unido. Por primera vez, en una declaración de la Unión Europea aparece una mención específica sobre las Malvinas, bajo soberanía británica desde 1833 y reclamadas por Argentina. En este asunto, los Veintisiete se comprometen a tener en cuenta «la posición histórica de la CELAC», es decir, las reivindicaciones de Buenos Aires. Una referencia posible ahora que Reino Unido ya no forma parte de la UE.
Bruselas ha querido salvar los muebles con el anuncio de acuerdos económicos, por ejemplo con Chile, para la compra de minerales estratégicos. Un consuelo para una cumbre que, tras ocho años, buscaba un consenso, sin éxito, en torno a un asunto vital, la guerra en Ucrania. Sin embargo, la Unión ha tenido que callar ante el sufrimiento de nicaragüenses, cubanos y venezolanos y tragar ante la presencia de la vicepresidente de Maduro, Delcy Rodríguez. Cita que se han comprometido a repetir cada dos años.