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Juan Rodríguez Garat

Prácticas mafiosas en el mar Negro

No busca Putin el libre paso a través del mar Negro —algo que Rusia ya tiene garantizado— sino beneficiarse de los mecanismos financieros, del acceso a los puertos y de la cobertura de los seguros que Occidente le niega a consecuencia de la invasión

Buques de guerra de la flota rusa realizando disparos de artillería en el Mar NegroAFP

Desde el estreno de aquella gran película que es El Padrino, tanto el cine como la televisión han contribuido a popularizar la figura del mafioso y a dar a conocer las técnicas empleadas para extorsionar a los pequeños empresarios de los barrios marginales de las grandes ciudades norteamericanas.

La cosa no puede ser más sencilla. El comerciante, nuevo en el barrio, recibe la visita de un par de matones que le ofrecen protección a cambio de una suma nada desdeñable de dinero. ¿Protección contra qué?, pregunta la ingenua víctima de la extorsión, poco familiarizada con las maneras de la mafia. Sin mediar palabra, los matones comienzan a destrozar el local, dejando que el asustado comerciante saque sus propias conclusiones… y, al final, pague.

Eso es, precisamente, lo que los matones de Putin han hecho en Odesa en las dos últimas noches de intensos bombardeos. Intentar una extorsión. Desde luego, el Kremlin lo negará. Pero, ¿cómo creerle? Hagamos un poco de historia. Cuando, en los primeros meses de la guerra, se acumulaban miles de toneladas de cereal en los puertos de Ucrania, Rusia negaba tener nada que ver con el bloqueo. La culpa, según los portavoces del Kremlin —es fácil comprobarlo en las hemerotecas— la tenían las minas marinas desplegadas por la propia Ucrania para defender sus puertos y sus playas de cualquier posible ataque desde la mar.

Misil ruso lanzado desde un buque en el mar Negro en la oleada de bombardeos del lunes 10 de octubreEFE

Llegó el primer acuerdo, no con Ucrania, sino con Turquía y la ONU. Rusia se comprometía a dar seguridad al corredor del grano, desde luego por un precio: la relajación, en determinados campos relacionados con el cereal ruso y los fertilizantes, de las sanciones impuestas por los países occidentales para castigar la invasión.

Para evitar confusiones, conviene señalar que nada obstaculiza el libre tránsito de los barcos rusos, cargados de grano, fertilizantes, gas o petróleo, por cualquiera de los mares del mundo. No hay simetría entre lo que exige el Kremlin y lo que Ucrania necesita.

Solo los muy ingenuos pueden ver en Putin un líder preocupado por el bienestar de la humanidad

No busca Putin el libre paso a través del mar Negro —algo que Rusia ya tiene garantizado— sino beneficiarse de los mecanismos financieros, del acceso a los puertos y de la cobertura de los seguros que Occidente le niega a consecuencia de la invasión. Algo que, además, no tiene como finalidad aliviar el hambre de los países más pobres, sino debilitar el régimen de sanciones que afecta tanto a la economía como a la industria rusas y encontrar mecanismos que permitan burlar las actuales barreras.

Solo los muy ingenuos pueden ver en Putin un líder preocupado por el bienestar de la humanidad, cuando él mismo tiene por doctrina nuclear la cruda reflexión de que un mundo sin Rusia no necesita existir.

Puerto de OdesaAFP

En cualquier caso, ese primer acuerdo consiguió poner algunas cosas en su sitio, porque ¿qué hizo el Kremlin para dar seguridad al corredor? ¿Ayudó a retirar las minas ucranianas? No. Aquella excusa, como tantas de las esgrimidas por el Kremlin, resultó ser falsa.

Lo que ocurrió tras el acuerdo desenmascara a un Putin que, para desbloquear el tráfico del cereal ucraniano, solo necesitó retirar a sus buques de guerra —que, a distancia, ejercían el mismo papel que los matones mafiosos— y dejar de bombardear las instalaciones portuarias de la región de Odesa.

En los últimos días, Rusia, que cree que la extorsión a que somete al mundo por el hambre no le produce suficientes beneficios, acaba de retirar su «protección» al corredor. Protección contra sí mismo, desde luego, porque no hay otra amenaza que la rusa. ¿Por qué ahora? A sus eternas quejas sobre las sanciones occidentales, el Kremlin añade vagas alusiones a las actividades militares que Ucrania realiza desde la seguridad del corredor, en un doble pretexto que desde luego suena al ya clásico «yo no fui y además fue sin querer».

Vladimir Putin

Es bueno señalar que ni siquiera en Rusia compran los argumento del Kremlin ya que, si es verdad que en Odesa se realizaban actividades militares significativas, ¿por qué esperar a bombardearlas a que se rompa el acuerdo del grano o a que la destrucción del puerto pueda presentarse al mundo como «represalia» por el ataque al puente de Kerch?

Zelenski, como en las películas de la mafia ocurre con alguno de los comerciantes indignados por la extorsión, ha propuesto no pagar

Cualquiera que sea el pretexto que lo justifique, el hecho es que Moscú ya no garantiza la seguridad de los graneleros que cargaban cereal en Ucrania. Pero Zelenski, como en las películas de la mafia ocurre con alguno de los comerciantes indignados por la extorsión, ha propuesto no pagar. Cree que es posible continuar el tráfico sin permiso de Moscú y, si encuentra apoyos en Turquía y la ONU, desde luego puede poner en serios aprietos al Kremlin.

Zelenski cree que es posible continuar el tráfico sin permiso de MoscúAFP

¿Cómo reaccionaría Rusia si los buques graneleros de banderas neutrales continuaran entrando en los puertos ucranianos? ¿Se quitaría la careta y proclamaría un bloqueo marítimo, sin otro derecho que el de la fuerza y asumiendo toda la culpa por la impopular escasez provocada en los mercados? ¿Trataría de hundir buques mercantes de terceros países o desviarlos por la fuerza a puertos rusos para robar el cereal ucraniano ante los ojos del mundo? ¿Minaría las aguas internacionales del mar Negro para acusar a Ucrania de haberlo hecho?

Para Putin, es mucho más sencillo poner la venda antes de la herida, y eso es lo que ha hecho bombardeando el puerto de Odesa

Cualquiera de las medidas que Rusia pudiera tomar en la mar si Ucrania decide desafiar el bloqueo es tan compleja que puede resultar contraproducente. Para Putin, es mucho más sencillo poner la venda antes de la herida, y eso es lo que ha hecho bombardeando el puerto de Odesa con inusual intensidad.

Puerto de OdesaAFP

Los matones del Kremlin llevan dos días haciendo su trabajo. Ucrania, sin embargo —Zelenski lo ha dejado muy claro— no va a pagar por protección. Pero, ¿lo hará la ONU? ¿Aceptará occidente? A corto plazo, puede parecer una buena idea. Pero la larga historia de la humanidad demuestra que, ya sea en las calles de Harlem o en los pasillos de Naciones Unidas, nunca es bueno ceder a la extorsión.