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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, tras la cumbre CELAC-UE

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, tras la cumbre CELAC-UEEFE

Macron encomienda su último mandato a políticos de raza

Fulmina a casi todos los ministros tecnócratas y procedentes de la sociedad civil y los sustituye por parlamentarios

Aurélien Rousseau, de 47 años, nuevo ministro de Sanidad, constituye la excepción de la remodelación gubernamental hecha pública ayer al ser el único tecnócrata que entra en el Gobierno. Director del gabinete técnico de la primera ministra Élisabeth Borne hasta hace unos días, su nueva cartera es una vuelta a funciones anteriores, pues exhibió eficacia al frente de la Agencia de Sanidad de Isla de Francia -la región cuya capital es París- durante el confinamiento de 2020.

Sucede en el ministerio de la avenida Duquesne al médico de urgencias François Braun, genuino representante de una sociedad civil a la que Emmanuel Macron agració con varios ministerios al inicio de su segundo mandato, en mayo de 2022. Los entonces designados no han estado a la altura de las circunstancias en un país que precisa autoridad política en todas las áreas de Gobierno.

Una autoridad de la que ha carecido en todo momento Pap Ndiaye, intelectual y universitario de altos vuelos, cuyo paso por el ministerio de Educación Nacional será más recordado por las polémicas reiteradas -la última consistió en tildar de «televisión de extrema derecha» al canal conservador Cnews- y por su impenitente «wokismo», que no ha matizado en ningún momento. Ndiaye era la garantía ofrecida por el presidente de la República al ala izquierda de su mayoría política. Pero muy pocos en el Elíseo y en «Renaissance», el partido presidencial, le echarán de menos.

En su lugar, Macron y Borne se han decantado por Gabriel Attal, principal esperanza de la «macronía», que a sus 34 años asume su tercera cartera ministerial, antecedente similar al de François Mitterrand. Homosexual declarado -es pareja del influyente Stéphane Séjourné, eurodiputado y asesor áulico del Jefe del Estado-, de familia acomodada, se desenvuelve correctamente en los medios, ante los que siempre ha dado la cara en los momentos difíciles cuando era ministro portavoz, e incluso después.

Su puesto como ministro de Cuentas Públicas lo asume a partir de ahora el diputado -lo es por un distrito de la provincia de Burdeos- Thomas Cazenave, gran conocedor de los entresijos presupuestarios y antiguo director del Gabinete técnico de Macron cuando el hoy inquilino del Elíseo era ministro de Economía e Industria. Su llegada al Gobierno se estaba haciendo esperar.

Lo mismo que Aurore Bergé, nueva ministra de Solidaridades (Asuntos Sociales). La que hasta ayer fue una portavoz del grupo parlamentario de «Renaissance» en la Asamblea Nacional, cargo que asumió hace un año, justo después de las elecciones legislativas, en las que la formación macronista pasó de disponer una apabullante mayoría absoluta (desde los comicios de 2017) a quedarse en otra relativa.

Un escenario complejo que Bergé ha gestionado a trancas y a barrancas: combativa ante micrófonos y cámaras a la hora de defender las posiciones del Gobierno, se ha mostrado, sin embargo, incapaz de lograr apoyos estables en otros grupos. Otro de los reproches que se le formulaban era su escasa empatía hacia los diputados de base de su grupo.

En Solidaridades toma el relevo de Jean-Christophe Combe, antiguo director general de la Cruz Roja francesa, que ha ejemplificado, casi a la perfección, la incapacidad de los ministros procedentes de la sociedad civil de hacerse un hueco en el espacio mediático, posición equivalente, en la época actual, a la inexistencia política. Lo mismo que Jean-François Carenco: su paso por el ministerio de Provincias de Ultramar -donde le sustituye el diputado Philippe Vigier- ha sido rayano en la irrelevancia.

Es la razón por la cual dos políticas de raza han sido designadas en dos carteras desprovistas de rango de ministerio de pleno derecho: Fadila Khattabi es la nueva secretaria de Estado de Minusválidos, mientras que la diputada marsellesa Sabrina Agresti-Roubache, amiga personal del matrimonio presidencial, se convierte en la nueva ministra delegada de Urbanismo y llevará el acuciante asunto de los suburbios. Dependerá orgánicamente del ministro del Interior. Todo un símbolo. Nada alentador, por cierto.

Marlène Schiappa, adiós a la ministra más polémica

Fiel entre los fieles de Emmanuel Macron desde siempre, miembro de todos sus Gobiernos desde 2017 –salvo un paréntesis entre mayo y junio de 2022–, Marlène Schiappa, es una de las sacrificadas de la remodelación de ayer. No es ninguna sorpresa: su papel ambiguo en un caso de malversación de fondos públicos, así como su decisión de posar hace tres meses en portada de la edición francesa de Playboy, haciendo caso omiso de las advertencias de Élisabeth Borne, han terminado de desgastarla. Algo extraño en alguien que sabía posicionarse en el centro de la actualidad cuando los estimaba oportuno, gracias a un dominio perfecto de la comunicación política y pese a haber ostentado carteras de segunda fila: Igualdad, Ciudadanía y, desde el pasado año, Economía Social y Vida Asociativa.

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